Reseña: El hombre que se esfumó, de Maj Sjöwall y Per Wahlöo
El dúo que inauguró el policial nórdico
En El hombre que se esfumó, el segundo caso, los dados se dan vuelta. Beck va a empezar –siempre una mala idea en las novelas policiales– sus vacaciones. Es cuando suelen aparecer casos nuevos, como bien sabía el comisario Maigret. En efecto, en Budapest desaparece un periodista sueco, en la época todavía de la Cortina de Hierro. Beck debe dejar la isla donde lo espera su familia apenas llega.
A pesar de dejar atrás ese lugar soleado, El hombre que se esfumó es la novela más luminosa del ciclo. El detective, que debe recorrer morosamente las calles húngaras en pleno verano, absorbe con pasión los datos del entorno, además de tratar con policías locales, rápidos y eficaces.
Hasta la mitad del libro el hombre al que busca y se esfumó sigue ausente por completo. Solo cuando dos personajes locales le dan a Beck una paliza, las páginas empiezan a fluir dejando atrás el toque turístico de la novela. A partir de la mitad, las cosas vuelven al tono áspero, incluso agrio, del protagonista. Es la marca de estilo ineludible de Sjöwall y Wahlöö, pareja en la vida real que alcanzó a escribir diez libros de la serie y es citada reverencialmente como modelo por los líderes del policial "nórdico", desde los ya fallecidos Henning Mankel y Stieg Larsson a Assa Larsson. La interesante El hombre que se esfumó permite entender hasta dónde los influyó.
El hombre que se esfumó
Por Maj Sjöwall y Per Wahlöö
RBA. Trad: Enrique de Obregón. 231 págs/ $ 600