El dólar agro y las economías regionales: un nuevo invitado al laberinto cambiario
Mientras el ministro Sergio Massa se ocupa de las negociaciones con el FMI, no tiene que hablar ni hacer declaraciones. Alcanza con sus fotos con las autoridades del organismo, normalmente mujeres, y con algunas tomas informales caminando por Nueva York o Washington.
Las cosas se le complican cuando abandona esa agenda diplomática, de gestos y poses, y tiene que trabajar de ministro de Economía. Eso es lo que le ocurrió cuando en estos días tuvo que hablar sobre el universo de complejas realidades que constituyen las llamadas “economías regionales”.
Al plantear que el dólar “Soja 3″ de 300 pesos también se iba a aplicar a las producciones regionales de, por ejemplo, yerba y frutas, señaló que quienes iban a tener un dólar más competitivo para exportar no debían aumentar los precios para el mercado interno. Ese señalamiento ignora que la lógica de precios de las exportaciones de estos sectores no es la misma que la del mercado interno y no por, probablemente, mejorar la rentabilidad de sus exportaciones dejarán de aumentar sus precios en un mercado interno que registra una inflación del 100 por ciento anual.
El ministro quizás no sepa que en el caso de las economías regionales, las producciones para los mercados externos por lo general no son similares y no funcionan con las mismas reglas que aquellas para abastecer el mercado interno.
Los mercados externos que a lo largo de los años han conseguido los productores son altamente competitivos y exigen mucha previsibilidad en la atención de los mismos. Esto quiere decir que los exportadores de, por ejemplo, frutas que proveen a un mercado europeo van a cumplir con sus compradores aún cuando el tipo de cambio no les permita cubrir los costos y tengan que trabajar a pérdida. Esa es la realidad que viven muchas veces los sufridos productores de las economías regionales. Y es la explicación principal por la que se continúan exportando no más de 4000 millones de dólares anuales cuando las diversas producciones regionales ya podrían exportar 30.000 millones de dólares por año.
Les ha llevado mucho tiempo alcanzar esos mercados en el exterior y no van a tirar por la borda esos esfuerzos por un gobierno que no entiende nada. Esta mejora en el tipo de cambio les permitirá recomponer parcialmente su competitividad siempre que la medida se sostenga a lo largo del año. Las producciones regionales se concentran en períodos acotados de tiempo y, a diferencia de las commodities agrícolas, el comercio no está concentrado en grandes comercializadoras como Dreyfus, Cargill y Bunge, sino que cada empresa se ocupa de sus exportaciones.
Para este sector es una verdadera proeza llegar y consolidarse en el mercado externo y esta medida circunstancial aunque será bien recibida, difícilmente desencadene nuevas inversiones ya que necesitan una maduración de no menos de 5 años.
En el mercado interno la única concentración que existe es en la comercialización de los Mercados de Abasto en todas las grandes ciudades del país. El productor recibe una parte, muchas veces menor de los precios que pagan los consumidores en sus comercios de cercanía y la variación de estos precios obedecen en primer lugar a la oferta cotidiana de cada uno de los productos frescos, que varía fuertemente por cuestiones climáticas y también por la temporalidad de sus periodos de producción. Estos factores más la presión inflacionaria que sufre la economía en su conjunto son quienes determinan los precios, sean estos frutas o verduras.
Cada sector de la economía tiene sus mecanismos específicos a la hora de los aumentos de precios en una economía como la nuestra en donde la inflación está descontrolada. Sería muy prudente que el ministro se concentre en controlar el exceso en los gastos del sector público nacional antes de insistir en el fracaso de las cada vez más extendidas políticas de controles de precios.
Magíster en Filosofía de la Economía de la Universidad de Cambridge y analista político.