El doble estándar de los Derechos Humanos en la política exterior de Cristina
Las contradicciones de la política de Derechos Humanos que puso en evidencia el Gobierno con el caso del jefe del Ejército César Milani tienen un automático correlato con los zigzagueos que también mostró la presidenta Cristina Kirchner en su relación con el mundo.
El denominado "doble estándar de los Derechos Humanos", como suele señalar el director de Human Rights Watch, José Miguel Vivanco, se ajusta perfectamente a la estrategia diplomática que emitió la jefa del Estado en los últimos años para varios países.
Cristina Kirchner aplicó su política de derechos humanos según la conveniencia coyuntural y los intereses particulares que la movilizaron en diferentes momentos de las relaciones exteriores de la Argentina.
Hay varios casos que vale la pena recordar para poner en evidencia el "doble estándar" de Derechos Humanos que ejecuta la Presidenta en su visión del mundo. Veamos:
- El caso de Angola. El canciller Héctor Timerman recibió anteayer a su par de Angola, Georges Chikoti, quien visitó la Argentina por dos días para "potenciar los vínculos" entre ambos países. No hubo firma de acuerdos con empresarios de La Salada ni grandes anuncios en materia comercial como ocurrió en el último viaje presidencial a Luanda con Guillermo Moreno como showman de la comitiva oficial. Sólo se suscribió un acuerdo de cooperación cultural y es entendible: la Presidenta no quiere patinar por segunda vez con Angola en materia de derechos humanos. En su visita a Luanda en 2011 Cristina Kirchner se abrazó sin tapujos con su par José Eduardo dos Santos que desde 1979 ocupa el poder con extrema rigidez. El último informe de Amnistía Internacional advierte que "la libertad de reunión fue reprimida en todo el país y la libertad de expresión fue objeto de restricciones". Pero al Gobierno parece no importarle ese informe y está decidido a "relanzar los vínculos" con Angola.
- Apuesta por África. Luego del escándalo de la Fragata Libertad varada en el puerto de Ghana y los inconvenientes diplomáticos que hubo para rescatarla, la Presidenta decidió potenciar la presencia argentina en África. Así, se decidió reabrir las embajadas en Etiopía y Mozambique. La Cancillería también acaba de designar embajadores en Egipto, Angola, Argelia y Nigeria. La intención de la Presidenta es estrechar lazos con el continente africano. Pero sucede que la mayoría de estos países tiene un triste prontuario en materia de derechos humanos, aunque Cristina Kirchner no se haya anoticiado de esto. Sin ir más lejos, en Egipto hubo un golpe militar pero la Casa Rosada tardó en reaccionar y luego de varios días emitió un tibio comunicado en el que expresó su preocupación por "la grave situación en Egipto" y dijo que la solución "sólo se alcanzará a través del diálogo y el respeto a la voluntad popular expresada en las urnas". Habrá que ver qué directivas le dio la Presidenta a su embajador en Nigeria donde el último informe de Amnistía Internacional sostiene que "la policía y los militares perpetraron con impunidad homicidios y ejecuciones sumarias".
- El acuerdo con Irán. La Cancillería firmó un controvertido acuerdo con Irán para avanzar en la causa del atentado contra la AMIA. El memorándum no sólo fue objetado por las autoridades de la comunidad judía nucleadas en la AMIA y la DAIA. También hubo reclamos de Human Rights Watch y de Amnistía Internacional. Esta última ONG que brega por los derechos humanos en todo el mundo le pidió tanto a la Argentina como a Irán que en la Comisión de la Verdad que se conformará una vez puesto en marcha el acuerdo se le dé "activa participación a los familiares de las víctimas" del atentado terrorista. Pero el canciller Timerman no emitió respuesta alguna a ese reclamo y mucho menos dio una opinión sobre el informe que emitió el fiscal de la causa AMIA Alberto Nisman que denunció la presencia de "células de inteligencia" de Irán en América latina para perpetrar atentados.
- Visita a Khadafy. En noviembre de 2008 la Presidenta encaró una gira por África que la llevó a Libia para reunirse con su par Muammar Khadafy. Allí, Cristina Kirchner coincidió con su anfitrión en que era necesario un sistema de "equilibrio y armonía" entre las naciones para superar las dificultades. Pero la Presidenta no dijo una sola palabra de las acusaciones por graves violaciones a los derechos humanos que pesaban sobre el jefe de Estado libio que llevaba 42 años en el poder y que tres años después de la visita de Cristina Kirchner iba a ser derrocado por una rebelión popular.
- El caso Apablaza. El gobierno de Chile sigue reclamando a la Argentina la extradición del ex guerrillero Galvarino Apablaza, asilado en la Argentina y acusado por el asesinato del senador de la Unión Demócrata Independiente (UDI) Jaime Guzmán. Pero para el gobierno argentino parece ser que cuando un partido de centro derecha reclama justicia por el asesinato de uno de sus miembros no se toma en cuenta las banderas de los Derechos Humanos. De manera contraria, la Presidenta no hubiera decidido asilar a Apablaza en Buenos Aires desde hace más de tres años y jamás le hubiera dado trabajo a su esposa en la misma Casa Rosada. El año pasado, en una visita oficial a Chile, Cristina Kirchner se negó a recibir a los dirigente de la UDI que exigen la extradición de Apablaza.
- El reto público a Obiang. Apenas un año después de llegar a la Presidencia, Cristina Kirchner cometió uno de sus primeros traspiés en materia de Derechos Humanos en la vidriera internacional. Recibió en la Casa Rosada a su par de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang Nguema Mbasogo, sobre el que pesan severas denuncias sobre violaciones de los Derechos Humanos en ese país africano. La jefa del Estado se enteró del asunto el mismo día que recibía a Obiang y para contentar a su público progresista optó por cuestionar y retar públicamente al presidente de Guinea Ecuatorial en un acto que se hizo en el salón Blanco de la Casa Rosada. Hubo fuertes aplausos del público kirchnerista.
Ayer, en ese mismo salón presidencial Cristina Kirchner no emitió el mismo reto hacia Milani por las denuncias de violación a los Derechos Humanos durante la dictadura que pesan en su contra. Una vez más, la política del doble estándar en materia de Derechos Humanos se aplica tanto para la Argentina como para el resto del mundo.
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