El Dios de Israel
“Nunca vi algo así, los israelíes estaban bajo shock, los palestinos también y pienso que para Israel lo que pasó el 7 de octubre marca un antes y un después… Es mucho más grave que el 11S de Estados Unidos”, le dice a Elisabetta Piqué el padre Ibrahim Faltas, franciscano vicario de la Custodia de Tierra Santa. “Nadie en Israel jamás pudo imaginar lo del 7 de octubre… Algo así era imposible”, dice este sacerdote nacido en Alejandría, que vive en Jerusalén desde hace 30 años. La Basílica del Santo Sepulcro está desierta.
Según afirma Joby Warrick en The Washington Post y La Nación, Hamas tiene una capacidad militar de la más avanzada tecnología, con asistencia técnica de Irán, que se teme pueda ser desplegada contra un ataque terrestre israelí. Es probable que Hamas tenga capacidades militares que aún no sepa Israel. “La idea es llegar a una escalada mayor y ahí sacar el conejo de la galera”, dice Fabián Hinz, experto en misiles y analista de defensa en el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, un think tank británico.
No se sabe si Hamas podría estar mejor armado que Israel. Al parecer, la guerra tecnológica viene desarrollándose continuamente desde mucho antes del 17 de octubre, con luchas estratégicas para descubrir procedimientos, diseños y contribución de los más sofisticados misiles y drones. Una guerra silenciosa de avances, filtraciones, espionaje e inteligencia continuada. Esto es lo nuevo. La dinámica de construcción de armas durante la paz superficial. Una guerra de terror para el dominio armado anterior al uso efectivo de las armas. Una guerra subyacente financiera, de estrategia tecnológica, diplomática y política cuyo alcance ignoramos. Lo peor del terror es que engendra terror.
El espionaje es un arma de guerra muy sofisticada en tiempos de paz superficial. El espionaje y la infiltración se apoderan de las más bajas pasiones humanas por dinero, placer y prestigio. El espionaje no es de la guerra abierta sino de las estrategias de terror, una guerra continua en tiempos de paz. Se trata de vencer el terror en tiempos de paz. El derecho de la guerra es muy distinto del que conocemos. Las armas más sofisticadas se diseñan con las más avanzadas tecnologías. Dios nos guarde de la más desarrollada guerra de la inteligencia artificial. Qué no daría una facción por vencer a la otra a cualquier precio. A cualquier precio empuja el terror. Nada está a salvo. Terrorismo es el del maligno capaz de infiltrarse en los estudios científicos más avanzados. Una física, una química, una medicina del terror…
Expertos más ilustres pueden enseñar a fabricar armas transmitiendo conocimientos que jamás soñaron que pudiesen servir al terror. Peor: el terror se infiltra en los más desarrollados ejércitos para la paz. Llega el tiempo, y tal vez sea este, en que el hombre se siente incapaz con sus fuerzas para vencer al terror. ¿A quién recurriremos? Puede parecernos que estamos enfrentados a un poder sobrehumano… Volvamos a leer (y meditar sobre) el artículo de Joby Warrick, Israel tenía razones para confiar en su compleja red de defensa con muros fronterizos y sistemas antimisiles como el de la Cúpula de Hierro.
“Esta es la guerra asimétrica del siglo XXI” dice Lenny Ben-Daria exsubjefe de la misión de la embajada de Israel en Washington y autor de numerosos informes sobre Hamas y su poder militar. Si sabemos que seguiremos de sorpresa en sorpresa, sólo nos queda una certeza inconmovible. El Dios de Israel.