El día que Boudou dejó de sonreír
Hace mucho tiempo que en la historia del Parlamento no se veía una situación tan incómoda para un presidente de Cámara o un recinto con un alto voltaje de tensión política
No se inmutó ni un segundo. Su rostro permaneció petrificado. Sin sonrojarse siquiera. Pero por sobre todas las cosas hubo un dato que llamó la atención a opositores y oficialistas: a Amado Boudou ayer se le borró por completo la sonrisa que siempre lleva a cuestas.
El vicepresidente no pudo sonreir ni un instante ante tanta catarata de durísimos discursos de los senadores de la oposición. El margen de distensión de Boudou quedó acotado también por el sugestivo silencio de la bancada oficialista en el recinto de la Cámara alta. Nadie salió a respaldarlo, más allá de ciertos frágiles intentos de algunos senadores oficialistas que buscaron en vano interrumpir la oratoria de los senadores Gerardo Morales , Luis Juez , Rubén Giustiniani o Gabriela Michetti .
El Boudou de ayer no fue aquel que sonríe en los actos del Gobierno y levanta el pulgar. Tampoco resultó ser el rostro del vicepresidente que gesticula en cada canción de la Marncha de Rolando. Mucho menos el que aplaude con sonrisas perpetuas los discursos de Cristina Kirchner .
El Boudou de ayer no fue aquel que sonríe en los actos del Gobierno y levanta el pulgar
El vicepresidente ingresó ayer al recinto del Senado seguro de que su actitud desafiante ante el malestar opositor duraría apenas unos minutos y pasaría por alto. Mal presagio. Su jugada de riesgo, avalada plenamente por la Presidenta, puso incómodo no sólo a la bancada oficialista dirigida por Miguel Pichetto . También al jefe de Gabinete, Jorge Capitanich , que esperaba dar su informe mensual al Congreso , se lo vio incómodo en medio de la balacera que recibía Boudou de la oposición.
Tanto Morales, como Giustiniani, Michetti y Juez apuntaron directo al Boudou humano: aquel que hace rato dejó de respetar la investidura del vicepresidente y está acosado por el procesamiento judicial en el caso Ciccone , como reiteraron los jefes de las bancadas opositoras.
Está claro que por el reglamento legislativo Boudou no podía contestar los dardos que recibía. Mucho menos podía exigir a un bloque oficialista que lo salga a defender cuando jamás fue la intención de Pichetto y de su tropa avalar a cualquier precio a un vicepresidente procesado. Apenas pudo Boudou intercambiar algunas palabras protocolares con el secretario parlamentario Juan Estrada que estaba a su lado. Nada más.
Tanto Morales, como Giustiniani, Michetti y Juez apuntaron directo al Boudou humano
Hace mucho tiempo que en la historia del Parlamento no se veía una situación tan incómoda para un presidente de Cámara o un recinto con un alto voltaje de tensión política. Ni siquiera en la histórica sesión de 2008 en la que Julio Cobos se consagró con el voto "no positivo" en favor del campo se vio a un vicepresidente tan desencajado. O más lejos aún, tampoco se observó tanta crispación institucional en los días de dura puja legislativa en la Cámara alta por las sospechas de las coimas que recaían en el alicaído gobierno de Fernando de la Rúa .
Hace mucho tiempo que en el Senado no se vivía tanta tensión. Pero también hace rato que no se veía a un Boudou con la sonrisa verdaderamente exiliada de su rostro. Fue un día histórico: el día en que Boudou dejó de sonreír.
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