El día después, un nuevo orden, ¿pero cuál?
Sócrates solía decir: "antes de que comencemos a discutir, decidamos cuál es el tema exacto de la discusión". Y en este sentido me parece importante destacar que la crisis que el mundo va a enfrentar abarca otros temas más allá de la pandemia. En efecto, a la crisis desatada por el Covid--19 se suma a un ya incipiente enfrentamiento de supremacía geopolítica entre China y los Estados Unidos, principalmente en los aspectos financieros y de comunicaciones. Este enfrentamiento va a implicar para los demás países un freno a la globalización y un realineamiento geopolítico forzado, con consecuencias financieras y económicas importantes.
La pandemia (y las medidas tomadas para frenarla) están provocando y traerán inevitablemente cambios estructurales económicos, sociales y de política internacional.
Económicos: a) una revalorización del rol del Estado. En todos los países del mundo el Estado ha asumido un papel protagónico central. Un rol que deberá continuar por muchos años; b) la desaparición de muchas empresas y cambios en la cadena de producción y comercialización llegó para quedarse. El lockdown o la cuarentena es un coma inducido, cuando el paciente despierte se va a encontrar con que su empresa, su mercado nacional o internacional, o simplemente su tipo de demanda, habrá cambiado o desaparecido para siempre; c) no existirán las condiciones para un rebote económico en V, por mas subsidios o intereses a tasa cero que se otorguen.
Por lo tanto, el mercado como sistema económico en donde las decisiones fundamentales de qué, cómo y para quién producir y donde y cuanto invertir se resuelven va a encontrar un mercadodisminuido, imperfecto. Por otro lado vamos a tener un Estado con sus fuentes tradicionales de recursos exhaustas.
Entre las consecuencias sociales: a) una pauperización de los sectores medios y los de bajos ingresos que tardará cinco a diez años recuperar; b) la expansión de la escuela pública e instituciones intermedias en un rol de asistencia social integral más allá de la educación.
En tercer lugar, en política internacional: a) un auge del nacionalismo económico en el mundo; b) bilateralismo versus multilateralismo, China o Estados Unidos, lo que puede llevar a situaciones de lealtades de los países periféricos.
Las crisis son momentos para aprender. Qué se hizo mal y qué se puede hacer mejor. Quienes son los actores que jugaran un papel relevante
Estamos en un momento de inflexión histórico. Por lo tanto, no se necesita ser demasiado pesimista para imaginar que como consecuencia de este panorama habrá: inestabilidad con posibles estallidos sociales que terminen en revueltas violentas; un debilitamiento de gobiernos democráticos; un aumento de países en default; los países con un déficit comercial cada vez mayor no podrán salir de él por motivo de la propia crisis mundial.
Habrá también que prevenir otro fenómeno que aparece en toda crisis: la especulación. Nuevamente el rol del Estado debe aparecer a través de una regulación adecuada del flujo de movimientos de capitales y de financiación, y la creación de los mecanismos adecuados para promover estabilidad a los mercados y evitar los cambios bruscos del tipo de cambio que sin duda se generará.
En toda crisis hay un problema difícil de controlar: el desarrollo vertiginoso de acontecimientos. Sobre todo en este caso ya que la crisis es un fenómeno global con un desarrollo de la pandemia desparejo en el tiempo y en las regiones. En términos deportivos diríamos es el momento de parar la pelota. De pedir un "tiempo fuera". Las crisis son momentos para aprender. Qué se hizo mal y qué se puede hacer mejor. Quienes son los actores que jugaran un papel relevante. No es el momento de improvisar. Es imperativo y necesario planear con anticipación. La historia nos muestra muchas veces el camino a seguir o no seguir: políticamente no es el momento para lobos solitarios que rápidamente se transforman en dictadores carismáticos, incontrolables. La Segunda Guerra Mundial, es la experiencia más apropiada para comprender los problemas que vamos a tener que afrontar para salir de esta crisis. Las características enunciadas al principio fueron similares a las existentes una vez superada la Segunda Guerra Mundial, cuando hubo que crear un nuevo orden económico, social y político.
En efecto, así como la Segunda Guerra Mundial nos trajo el Plan Marshall, que permitió reconstruir la producción y cadena de comercialización en Europa, y Bretton Woods, que estableció un nuevo orden financiero mundial; habrá que barajar y dar de nuevo, es decir crear nuevas reglas e instituciones a las cuales todas las naciones adhieran. Ello demandará la cooperación de casi todos los países e instituciones del mundo, incluidas ahora las principales religiones. La marginación de sectores, regiones, naciones o religiones en la construcción de un nuevo orden solo traería violencia. Por ello no se puede marginar a China del proceso de "construcción" de ese nuevo orden.
Se necesitará el liderazgo colectivo. Es un error pensar que bastará tener un solo líder empujando el tren. También sería un error enfocar la salida de la crisis como la "reconstrucción" del orden internacional. Y aquí volvemos a la experiencia de la Segunda Guerra Mundial. Se creó en ese momento un nuevo orden. Ahora es el momento de crear otro orden nuevo. Por ello hable de construcción de un nuevo orden.`
Lamentablemente, la pandemia y sus consecuencias encuentran a Estados Unidos en medio de un auge de nacionalismo y aislacionismo y con una de las elecciones presidenciales de mayor trascendencia política, con la grieta social más importante de su historia después del Civil Rights Movement, con un desempleo de dos dígitos, con su capacidad de subsidios agotada y con un plan estratégico contra China, que no es consecuencia de la política de Donald Trump. Responde a un pensamiento que existe transversalmente en la sociedad norteamericana y que es compartido por muchos pensadores, políticos y economistas no solo nacionalistas o conservadores, demócratas o republicanos. Este enfrentamiento entre Estados Unidos y China por el control de las comunicaciones y el control financiero mundial empezó con Huawei proveedor líder mundial de infraestructura de tecnología de información y comunicaciones; y con la iniciativa de China de crear una institución similar a la del Banco Mundial y el FMI en Asia y zonas de influencia.
Antes del coronavirus, en Estados Unidos ya habían triunfado nuevamente la ideas aislacionistas previas a la Segunda Guerra Mundial, como subproducto de un crecimiento o acceso desigual en su población a los beneficios de la globalización y educación. Se había creado una grieta entre los "red estates", menos expuestos a los beneficios de la globalización, versus los "blue estates", en donde los grandes centros urbanos y las más prestigiosas universidades operan y reciben la mayor parte de la inmigración educada de países desarrollados. Ahora Estados Unidos enfrenta un desempleo de dos dígitos y sectores económicos desaparecidos y ello ha ocasionado, por ejemplo, la suspensión de las visas que permiten que cientos de miles de extranjeros trabajen en los EE. UU, no obstante que ello bloqueará la capacidad de las empresas de reclutar trabajadores alto nivel técnico de países extranjeros.
Hoy en día el bilateralismo y la desconfianza en las instituciones y tratados multilaterales es compartida por muchos en Estados Unidos. Este fenómeno es preocupante.
Hoy la globalización, a la que después de muchos años se había alcanzado, ha entrado en un cono de sombra. Los sistemas parecen agotarse en si mismos cuando están a punto de consolidarse. Un fenómeno curioso que se repite a través de la historia de la humanidad. Preveo dos peligros: por un lado, que las naciones adopten programas que podríamos llamar "sálvese quien pueda", y por el otro, una creciente presión por parte de Estados Unidos y de China sobre ciertas naciones para que éstas se alineen con alguna de las dos potencias por necesidades financieras y económicas creando una polarización de lealtades.
Lo cierto es que ninguna solución duradera podrá lograrse sino es a través de un esfuerzo colectivo capaz de crear el marco institucional, el mecanismo y las herramientas que permitan promover coordinadamente el desarrollo económico necesario, no solo para poder alcanzar los niveles de crecimiento que había en el mundo al principio de la crisis, sino fundamentalmente para sentar las bases de un nuevo mundo, un nuevo orden social, político y económico.
Abogado