El detrás de escena de la entrevista de los usuarios de Instagram a Mauricio Macri en su primera transmisión en vivo
El jueves 19 de julio a las 15.52 el presidente Mauricio Macri entró con paso rápido a la pequeña sala de reuniones que se encuentra pegada a su despacho en la Casa Rosada. Lo aguardaban el secretario general de la Presidencia, Fernando de Andreis, y parte del equipo de redes para realizar su primera transmisión en vivo en Instagram.
Un teléfono móvil estaba instalado en posición vertical, en un trípode improvisado que lo sostendría a la altura de su rostro por los casi 30 minutos que duraría la conversación en vivo. Antes de comenzar, De Andreis le contó al Presidente sobre las más de 8000 preguntas y comentarios recibidos. Esas preguntas fueron clasificadas por el equipo de comunicación según la frecuencia y los temas. De todas las recibidas se seleccionaron 55, que fueron impresas en tarjetas de 15 por 10 para dárselas de a una al mandatario a medida que las fuera respondiendo. No hubo preámbulo. A las 16 comenzó la transmisión.
Macri hizo una breve introducción y en adelante respondió todas las preguntas del inusual cuestionario. Hizo una evaluación de la situación económica; explicó su posición sobre la reelección; definió a la Presidencia con una sola palabra ("responsabilidad"); contó cuál era la marca de su teléfono; consideró ocurrente que algunos lo llamaran "gato"; dijo que la comunicación era una parte de su tarea; y también confesó ser fanático de Netflix . En el momento de terminar la charla había 5000 personas en Instagram viéndolo en vivo. Eso fue todo. No hubo trucos, no se eludieron temas, no se buscó que fuera fácil, ni tampoco amistoso. Fue la primera conversación en vivo del Presidente de la Nación en Instagram. La primera vez que responde preguntas libres en la segunda red más popular del mundo.
De Yirigoyen a Instagram
Cuando en 1916 Hipólito Yrigoyen ganó las elecciones, se convirtió en el primer presidente argentino elegido por el voto democrático. En ese momento casi nadie conocía su voz y muy pocos su imagen. En efecto, sin radio -la primera transmisión fue en 1920- y sin altoparlantes -patentados también en ese año-, la mayoría de los electores no habrían podido escucharlo nunca y mucho menos haberlo visto. En aquel entonces, por razones tecnológicas, la política era una actividad increíblemente distante de la gente.
No hubo trucos, no se eludieron temas, no se buscó que fuera fácil, ni tampoco amistoso
La voz, la imagen, la palabra, las ideas de los líderes, llegaban a través de las organizaciones e intermediarios que hacían de interface. Así, un halo superhumano rodeaba a aquellas personas que tenían la responsabilidad de gobernar. Quienes lograban verlos fugazmente podrían tener la sensación casi religiosa de haber asistido a una aparición. Más tarde, los altoparlantes, la radio y la televisión redujeron esa distancia pero en muchos sentidos prevaleció un culto a la presencia lejana que abarcaba desde la gestualidad estudiada hasta el vocabulario de los próceres.
Pero cien años después de aquella época, el mundo se encuentra en una era completamente distinta. Ahora las personas saben que viven a la distancia instantánea de un audio de WhatsApp, o de una foto en Instagram o de una transmisión en vivo en Facebook. Por eso, pretenden que los dirigentes, las instituciones, las marcas, los religiosos e incluso los ídolos del deporte y el espectáculo, también estén cerca. Quieren que bajen de sus pedestales de lejanía y se ubiquen a su altura. Quieren que se les hable como a seres humanos. Quieren que no se escondan, que se muestren, que se arriesguen a estar frente a ellos cara a cara. Porque para calibrar su confianza les interesa mirarlos a los ojos, explorar sus gestos y percibir la vibración de sus voces.
En ese sentido, la conversación en vivo del Presidente en Instagram fue un hito. Nunca antes un presidente estuvo tan cerca. Nunca antes un presidente estuvo en las manos de la gente.
* El autor es asesor de estrategia digital de Presidencia.