El despertar de la conciencia
Nos necesitaban para cosechar algodón. Pero ahora que no nos necesitan, nos matarán a todos. Como a los indios." La voz es la del actor Samuel L. Jackson; las palabras pertenecen a James Baldwin, fallecido en 1987 y dueño de una vida marcada por su piel negra, su declarada homosexualidad, el activismo por los derechos civiles, una respetada obra literaria y un largo exilio en París que nunca le impidió seguir amando -con esa rabia que sólo nace de la pasión- los Estados Unidos, su país de origen.
El año pasado, en medio de una feroz puesta al día del conflicto racial que no parece tener fin, el realizador haitiano Raoul Peck estrenó I Am Not Your Negro, documental basado en el libro inconcluso en el que Baldwin se proponía recuperar sus vivencias frente a las trayectorias y propuestas de Malcom X, Martin Luther King y Medgar Evers: los tres contemporáneos del escritor e implicados en la lucha por la igualdad entre negros y blancos. Los tres asesinados antes de cumplir los 40.
El film es un eficaz mazazo a la conciencia de quien lo mira: hay algo acertadamente brutal -un golpe a los sentidos, el corazón y el pensamiento- en el modo en que Peck articula las reflexiones escritas por Baldwin, material de archivo en el que el escritor aparece hablando en programas de televisión o actos públicos (el aplauso que le brindan, de pie, los estudiantes blancos de la Universidad de Cambridge es uno de los momentos más conmovedores de la película), imágenes de las grandes manifestaciones de los años 60, datos del presente: Ferguson, Missouri; la consigna "Black lives matter". Y la banda de sonido. Algo de jazz, algún rock, un rap hacia el final, soul y puro, desgarrado, enorme blues a lo largo de todo el film. Como si el más directo de sus mensajes fuera ése, el que vibra en las bellas, terribles composiciones paridas por esclavos y heredadas por todos nosotros. No casualmente el crítico Peter Bradshaw señaló en The Guardian que pocas veces "Damn Right I've Got the Blues", de Buddy Guy, sonó tan furioso y político como en este documental.
"Me asusta la apatía moral, la muerte de los corazones que está ocurriendo en mi país. Esta gente se ha engañado a sí misma por tanto tiempo que realmente no cree que yo sea un ser humano", dice Baldwin. "La mezcla de razas es comunista", brama el cartel que, hace unas cuatro décadas, sostenía un rubicundo defensor de la segregación racial. La abrumadora sensación es que si hoy llegaran a encontrarse, tendrían aproximadamente los mismos argumentos.
I Am Not Your Negro es un demoledor dispositivo audiovisual, un estremecedor documento histórico, un poderoso punto de encuentro con la figura de James Baldwin. Por eso no extraña su inclusión en el ciclo El Escritor Oculto del Malba, en cuyo auditorio se proyectará el 4 de octubre, a las 20. El objetivo de este programa es indagar en aspectos poco conocidos de determinados escritores mediante el cine documental. Su séptima edición, con Edgardo Cozarinsky como curador invitado, cierra justamente con un film que rescata las preocupaciones más evidentemente políticas de Baldwin, tras la voz de un texto que no llegó a terminar, y poniendo de relieve la pasmosa actualidad de sus reflexiones.
El racismo: esa creación tristemente humana, esa particular forma del deseo de sentirse superior al otro, por las razones que sean. Por la mala conciencia que haya. Por las malas vías del poder, la mezquindad o la simple estupidez. El racismo: esa maldición que adopta distintos modos e insiste con la precisión de lo que se inoculó de a poco, generación tras generación. Que siempre está a la vuelta de la esquina, mucho más cerca de lo que podría suponerse.
"No pueden lincharme y ponerme en guetos sin convertirse en algo monstruoso", escribía y proclamaba Baldwin. Así es: nada degrada tanto como degradar.