El desafío emocional de las Fiestas: entre convenciones sociales y la necesidad propia
Parece que las fiestas de fin de año deben estar llenas de risas, felicidad desbordante y una especie de éxtasis colectivo. Pero la realidad puede ser más compleja y nos encontramos también con emociones que no encajan con este guion social. ¿Cómo reconciliamos esta dicotomía emocional en estos momentos cargados de significado?
Las festividades, lejos de ser simplemente días en el calendario, son convenciones sociales arraigadas en nuestro inconsciente colectivo. Son momentos impregnados de un simbolismo que trasciende lo racional y nos conecta con un imaginario colectivo de alegría, celebración y unión. Sin embargo, para muchos, estas fechas están teñidas de un dolor silencioso y profundo. La pérdida, el alejamiento, la soledad o los cambios inesperados pueden agudizar el sufrimiento en tiempos festivos.
Cuando el imaginario colisiona con lo que sentimos a causa de nuestra realidad personal, se genera estrés emocional, sentimiento de inquietud, ansiedad o incluso culpa, causando agotamiento por la tensión constante entre lo que se siente y lo que se supone que uno debería sentir.
Las Fiestas…cuando este año no va a ser lo mismo que antes; cuando murió el padre y abuelo que reunía a todos en su casa; cuando ya no está la madre y abuela que cocinaba con amor para la ocasión; cuando no vas a compartir con tus nietos porque tu hijo está enojado con vos y no quiere que los veas; cuando te separaste y te toca dividir las fechas con tu ex y por primera vez vas a pasar una de las fiestas sin tus hijos; cuando tu familia no acepta a tu nueva pareja y no vas a poder pasarlo con ellos; cuando es definitiva la ausencia de un hijo; cuando a tu marido lo mataron; cuando perdiste el trabajo; cuando estás lejos de tu país y de tu familia; o cuando no tenés familia. No son casos aislados. Éstas y muchas más son las razones que hacen que las personas carguen un dolor que se agudiza en tiempos de celebraciones. Quizás sos una de estas personas, o quizás hay varias a tu alrededor pero no te enterás, porque no se suele hablar de ello.
A veces intentamos convencernos de que la fecha no tiene ningún significado, que es un día como cualquier otro. Y sin embargo no es así. Son momentos asociados con la conexión familiar y el compartir.
Se puede reconciliar esta dicotomía emocional con acciones concretas:
•Reconocer la carga emocional colectiva de estas fechas: no hacer como que “a mí no me importan”.
•Reconocer las emociones sin juicio: dedicar momentos para reflexionar y sentir las emociones sin censurarse. Aceptarlas.
• Permitir emociones contrapuestas: tristeza por lo que no es y alegría por lo que sí es. Dolor por el ser querido que no está y gratitud por lo que se vivió mientras estuvo. Gratitud por quienes sí están.
• Expresarse: compartir las emociones honestamente con familiares o amigos cercanos puede aliviar la presión emocional y crear conexiones más profundas, de comprensión y apoyo mutuo.
• Establecer límites saludables: no es necesario cumplir con todas las expectativas sociales. Es preferible establece límites sobre cómo se desea participar en las festividades y respetar el propio bienestar emocional.
• Adaptar las celebraciones: considerar las necesidades de este año en particular, para que honren tus emociones y experiencias personales. Sea lo que sea, incluso si difiere de las convenciones sociales.
• Buscar apoyo profesional o de grupos de ayuda: si las emociones son abrumadoras, hay que considerar buscar ayuda profesional. Terapeutas o grupos de apoyo pueden brindar herramientas para lidiar con la carga emocional durante estas fechas.
• Reconocer las pequeñas cosas positivas: puede ayudar a equilibrar las emociones.
“Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento”. (Viktor Frankl).
Doctora en Psicología