El coronavirus frena el milagro económico chino
El formidable milagro económico chino, conformado por cuatro décadas continuas de fuerte crecimiento, a partir de la década de los 70, ha sido ahora bruscamente interrumpido por el impacto de la pandemia de coronavirus que estallara repentinamente en Wuhan.
La tracción de la economía del enorme país oriental sobre el resto del mundo de pronto parece haberse diluido. Ocurre que el PBI del gigante oriental se ha contraído nada menos que un 6,8% en el primer trimestre del año en curso.
Por esto, el Fondo Monetario Internacional alertó a todos sobre una posible recesión económica que, en su parecer, puede ser aún más dura que la de los años 1929/1930. Para la Argentina, cuya economía estaba en recesión ya antes de la aparición de la pandemia, esta es una mala noticia.
Las señales de lo sucedido son claras. Las inversiones chinas en activos físicos cayeron un 16% y, a su vez, las que tienen que ver con obras de infraestructura, un fuerte 20%. A lo que debe sumarse una pronunciada caída del consumo minorista, también del 16%.
El frenazo es inocultable. Y, por su dimensión, nos afectará a todos. Estuvo, por lo demás, anticipado por un crecimiento de tan sólo el 6.1%, que fuera el registrado por China el semestre previo, el menor de las últimas cuatro décadas.
La estimación gubernamental, realizada en 2010, que suponía que la economía china iba a duplicarse en volumen este año, ya no podrá cumplirse.
No obstante, ya hay señales, como las de la densidad del tráfico automotor y las de la producción industrial, de que la reactivación podría haber comenzado.
La tasa de desempleo china creció al 6,2% el pasado febrero.
Para el régimen autoritario del Partido Comunista Chino que gobierna al país, cuya pretendida "legitimidad" se edifica sobre el éxito económico conseguido y mantenido en el tiempo, la desaceleración señalada, si se mantiene, podría, de pronto, tener efectos políticos desequilibrantes. Todo un tema, que deberemos seguir de cerca.
El aparente estallido de una nueva crisis sanitaria, siempre de coronavirus, esta vez en el noreste de China, en la ciudad de Harbin, le agrega una cuota adicional de dramatismo al complicado presente que enfrenta una de las dos más grandes economías del mundo. Es bien evidente aquello de que "no todo lo que brilla es oro".