El coreógrafo Benjamin Millepied abandona la Opera de París
En una conferencia de prensa, el director del ballet -pareja de la actriz Natalie Portman- anunció su renuncia; su sucesora buscará recuperar el equilibrio entre lo contemporéneo y lo clásico
PARIS.- En la Opera de París todos sabían que nombrar al coreógrafo Benjamin Millepied como director del ballet era una elección arriesgada: con menos de 40 años y la mitad de su vida transcurrida en Estados Unidos, el francés se convertía en noviembre de 2014 en el director más joven de una de las instituciones más importantes de Francia, en un país que reivindica su cultura y sus tradiciones. La apuesta duró poco. Un año después de asumir esta responsabilidad, el coreógrafo abandona su puesto, alegando razones personales: sus funciones le toman demasiado tiempo y él, como coreógrafo, tiene ganas de dedicarse a la creación y a la expresión artísticas.
La información, confirmada el jueves durante una conferencia de prensa organizada a último minuto luego de que se filtrara anoche en la versión online de la revista Paris Match, era un secreto a voces. Será sucedido por la bailarina de 42 años Aurélie Dupont, que detiene el titulo de "étoile", la mayor distinción que otorga la Opera de París, y que en mayo pasado se había despedido del escenario. A diferencia de Millepied, Dupont tiene un perfil más clásico y pasó más de 30 años en el seno de esta casa, primero en su escuela de danza y luego en su cuerpo de ballet.
El paso de Millepied por el palais Garnier fue corto pero intenso. Además de revolucionar la programación artística de esta casa priorizando las creaciones contemporáneas por encima de las clásicas, logró recaudar más de un millón de euros de mecenazgo durante la gala organizada en septiembre último, que normalmente reúne entre 200 y 400.000 euros. Algo no menor en este tipo de instituciones francesas que necesitan refrescar su estrategia económica frente a la reducción progresiva de las subvenciones estatales. Impulsó además la plataforma digital de la Opera con una serie de videos cortos realizados por directores jóvenes que filman el cotidiano de los bailarines, una iniciativa que dio sus frutos con una progresión de la audiencia digital de 22%. Demasiada revolución, quizás, para esta "señora grande" como se califica aquí a la Opera, una casa con siglos de historia y de tradiciones muy ancladas.
Pareja de la actriz Natalie Portman, a quien conoció durante el rodaje de Black Swan (Portman interpreta a una bailarina), y antiguo bailarín del New York City Ballet, Millepied fue visto desde el primer día como un gran coreógrafo, con más experiencia fuera que dentro de Francia, que venía de Hollywood a meterse en la boca del lobo de la tradición francesa, una joya de 1700 empleados de los cuales 154 son bailarines. Esa sensación estuvo presente durante la conferencia, con cientos de periodistas y fotógrafos, además de cámaras de televisión, aglutinados en ese salón de paredes pintadas a mano y araña que caía del techo, reflejos del esplendor francés. "Estoy contento de que se interesen tanto por la Opera de París", lanzó el director de esta casa, Stéphane Lissner, rodeado por la sucesora de Millepied, que escuchaba entre sonrojo y emoción, y por el coreógrafo, que miraba a las cámaras y se acordaba de sonreír. La experiencia mediática de quien viene del otro lado del Atlántico.
"Durante dos años reflexionamos sobre el lugar que el ballet de la Opera de París debe tener en el mundo de hoy. La danza evoluciona y esta casa tiene la particularidad de tener que asumir su patrimonio, la danza clásica. El trabajo de Benjamin movió las líneas. Trajo reorganización, revolución digital y permitió la emergencia de jóvenes bailarines que estaban en un segundo plano. Fue una ventana de aire para esta compañía, y convirtió el ballet en algo diferente", agregó. Demasiado diferente, quizás.
Tras búsqueda de equilibrio entre lo clásico y lo contemporáneo
Un ejemplo es la programación artística del ballet para la próxima temporada, pensada por Millepied y que se presentará en una semana, y en la cual sólo dos de las 13 producciones están destinadas a la danza clásica. "El público de la Opera de París viene para ver El lago de los cisnes (1877) y Cascanueces (1892). Está muy bien que presentemos creaciones contemporáneas y mundiales pero, si dejamos de presentar clásicos, habrá una frustración por parte de los espectadores. La última temporada fue un gran cambio incluso para el público, y algunas de las propuestas contemporáneas no llenaron la sala. El reequilibrio no sólo se logra pensando hacia dónde se va pero también teniendo en cuenta lo que el público espera", confiaron a La Nación fuentes de la institución. El dato no es menor, considerando que el mecenazgo representa 15 millones de euros al año mientras que la boletería alcanza los 70 millones. En 2016 se espera vender un millón de entradas para llenar los espectáculos, divididos en dos salas (Garnier, con 2000 lugares, y Bastille, con 2700).
La revolución al estilo norteamericano provocó malestar en el cuerpo del ballet, aunque oficialmente minimizan esta versión. Acostumbrado a la mediatización a todo nivel, Millepied multiplicó la difusión de sus creaciones. En el documental Relève, en el que siguen al coreógrafo durante las repeticiones de su ballet Clear, Loud, Bright, Forward, el marido de Natalie Portman decía: "¿Cuál es la excelencia de la Opera exactamente? No estoy satisfecho con cómo se baila sobre el escenario. Todavía espero ver esa excelencia", y luego concluía: "La compañía no es la mejor tropa clásica pero sí la mejor en danza contemporánea". Una bomba para estos bailarines acostumbrados a ser vistos y tratados como los mejores. "Estamos en un sistema vigente desde hace más de un siglo. Muchas cosas deben cambiar, pero Millepied debería haber matizado su manera de decirlo", opinaba ayer un bailarín.
Los recientes dichos de su mujer en una entrevista en la que aseguraba que, desde los atentados, no se sentía segura en Francia, alimentaron el rumor de que ello pesó en la decisión de Millepied, una información desmentida por la institución. Los franceses critican el estilo amarillista de los estadounidenses pero no dudan en copiarlo.
Al director de la Opera le hubiera gustado que Millepied se quedara un poco más de tiempo al frente de este ballet. Como sucesora eligió a la bailarina estrella de este país, que como tal trabajó para los grandes coreógrafos del mundo entero. Incluso para Millepied, que se refirió a ella como una musa. Dupont aseguró: "Esta es una casa de danza clásica con apertura hacia la danza contemporánea. Y no al revés. A esta señora grande hay que respetarla, no se la puede cambiar enseguida. Voy a tomarme el tiempo y ganármela". Un paso firme, y menos riesgoso, de alguien que viene de adentro.