El cepo y el relato
Es el golpe de gracia al ahorro y el más desafortunado intento por sostener la ficción
En noviembre del 2011, el gobierno kirchnerista, como tantos otros en el pasado, decretó que el dólar es un fruto prohibido para los argentinos. Desnudaba, así, el relato. Relato que bregó después por la "pesificación" para justificar el cepo cambiario. Paradojas de un gobierno que hizo tanto por debilitar el peso.
Desde entonces, cayó todo menos la inflación ...y el deseo de comprar dólares. Cayeron las exportaciones y las importaciones; cayeron las reservas del Banco Central ; cayeron las ventas de autos, las escrituraciones, la producción industrial y la construcción. La inversión cayó al mismo ritmo que el 2001. Cayó también el empleo, claro: todas las medidas de estos doce meses ahuyentan la inversión.
Es el golpe de gracia al ahorro y el más desafortunado intento por sostener la ficción
El cepo cambiario es la licencia que necesita el Banco Central para emitir a más del 40% anual. Es la consagración del impuesto inflacionario y el certificado de defunción del desarrollo y de la inclusión. Es el golpe de gracia al ahorro y el más desafortunado intento por sostener la ficción.
Al Gobierno le faltan dólares porque sus políticas se ensañaron con los exportadores, porque sus torpezas alentaron la fuga de capitales (que tampoco desapareció con el cepo), porque la miopía de la política energética transformó a este sector en importador neto y porque con Cristina la inflación destruyó totalmente la competitividad recuperada tras la debacle 2001-2002. El Gobierno cayó en la trampa del dólar barato, igual que la tablita o la convertibilidad. Y la gente lo sabe.
El cepo revela el límite de políticas inconsistentes. Atraso cambiario, trabas a las importaciones, regulaciones, alta inflación y cambios permanentes de reglas de juego generan estancamiento económico, al que el Gobierno responde con sucesivos manotazos y demagogia emocional para sostener el relato. Al modelo agotado habrá que reemplazarlo con ideas concretas y con la verdad. No habrá otra alternativa: cada vez son más los ciudadanos hartos de la mentira, el destrato y la ficción.