El cepo es el que genera la escasez de divisas
Nos dicen que hay cepo porque hay escasez de divisas. Sin embargo, en las economías desarrolladas hay inflación porque sus bancos centrales emitieron para financiar la asistencia estatal en el marco de la pandemia. Eso significó que abundaron las divisas y que, como en las naciones prósperas los rendimientos obtenidos eran mínimos, los capitales buscaran más ganancias en las economías emergentes, que también son las más riesgosas. Es así que “llovían dólares” en los países de los alrededores. Pero, acá, nada.
Por otro lado, los precios internacionales de los productos que exportamos subieron tanto que el actual gobierno fue el que más dólares recibió del campo en lo que va de este siglo. Esto incluso antes del “dólar soja” de septiembre. Entonces, ¿de qué escasez de divisas estamos hablando?
No había divisas; pero cuando anunciaron un “dólar soja” a $200, se adelantaron exportaciones y liquidaron más de US$ 8000 millones. ¿No será que el tipo de cambio oficial está artificialmente barato? Pues así es. Con el cepo, el Banco Central (BCRA) pretende imponer un valor del dólar que no refleja todo lo que ha perdido de poder adquisitivo el peso para financiar con “impuesto inflacionario” al gobierno. Demos un ejemplo que todos los argentinos hemos vivido. Si se pone un precio máximo al aceite, cuando vamos a comprarlo escasea en las góndolas; porque quienes lo producen quieren fabricar menos ya que está muy barato y, por el mismo motivo, quienes lo compran quieren más. Sucede lo mismo cuando el BCRA fija un tipo de cambio oficial muy bajo; pero no pueden faltar divisas en ese mercado, por lo que las provee agotando sus reservas internacionales.
Por supuesto, esto no es sostenible en el tiempo, por lo que el BCRA hace lo mismo que haría el supermercado cuando lo obligan a tener siempre aceite a un precio muy bajo. Restringe la demanda y vende una botella de aceite por cliente. Con el cepo, el BCRA hace lo mismo, quitando de su mercado a determinadas personas y empresas. Sin embargo, como el tipo de cambio oficial sigue sin reflejar todo lo que se deprecia el peso, la oferta sigue reduciéndose, obligándolo a vender reservas y, luego, a restringir cada vez más la demanda en ese mercado. Así, hasta que el Banco Central quiebra.
En la Argentina hubo 22 cepos y, por intentar sostenerlos en el tiempo, 21 de ellos terminaron en crisis cambiarias y monetarias. Tres incluso finalizaron en las tres hiperinflaciones que tuvimos. Ojo que no sólo pasa acá. Venezuela es un caso reciente donde el cepo cambiario impuesto por el chavismo en 2003 terminó en una muy larga hiperinflación, que llevó a más del 80% de los venezolanos a la pobreza.
Hay que salirse del cepo antes de que quiebre al BCRA. Ya se hizo en 2015, con el que implementó la expresidenta Cristina Fernández. Esto fue parte de una decisión del nuevo gobierno, que decidió abandonarlo cuanto antes para evitar una crisis. Así que anunció que haría las reformas estructurales que son necesarias para que argentinos y extranjeros vuelvan a creer que nuestro país puede tener un futuro de país normal. El aumento de la credibilidad permitió salir ordenadamente de ese cepo. No sin costo, ya que siempre lo tiene salir de un control de cambios, pero infinitamente menor que el de una crisis.
El ministro Sergio Massa debería aprender del pasado y aprovechar para hacer lo mismo. Lanzar un programa de reformas integral, recuperando la confianza en el país, y salir lo más rápidamente posible del cepo actual. Y también debería implementar aquello que anuncie para evitar que le pase lo que a la anterior gestión que, por no hacerlo, terminó en una crisis a los dos años.
Director de la Fundación Libertad y Progreso