El caudillo de la pluma
Sarmiento fue un periodista antes que nada, y la prensa fue su arma para defender sus ideas, y para construir un lugar de dirigente de relieve nacional
Sarmiento periodista es una biografía del Sarmiento hombre de prensa pero además una apelación a mirar la Historia sin prejuicios. Si algo distingue al educador y presidente es una vida intensa y que fue atravesada por el oficio de periodista, desde el Zonda en San Juan en 1839 –solo seis números con apenas 50 lectores- hasta El Censor escrito en 1885 para combatir al gobierno de Roca.
Sarmiento fue un periodista antes que nada, y la prensa fue su arma para defender sus ideas, y para construir un lugar de dirigente de relieve nacional. Autodidacta, nacido en una familia pobre y numerosa en la alejada San Juan, se inspiró en Benjamín Franklin y en base a lectura y escritura construyó un prestigio que lo llevó hasta la presidencia de la Nación. En una ocasión escribió que la prensa era su "trompa de elefante".
Escritor y periodista obsesivo, militó sus causas desde la prensa y no dejó de publicar aún cuando fue jefe de Estado. Apasionado polemista, libró batallas permanentes y combatió a Rosas como periodista, escribiendo artículos en un diario de Chile llamado El Progreso, apurado porque el gobernador intentaba extraditarlo: esos artículos reunidos son el Facundo, un arma contra Rosas y, en palabras de Sarmiento, "una acción inmediata y militante".
Salvedad importante, el periodismo era en el siglo XIX parte del sistema político. La prensa era facciosa y respondía a una lógica diferente a la actual. En aquel entonces, la relación entre la ley, la administración del poder, la prensa y las letras era directa. Eran todos estos campos inseparables. No existiendo un campo de lectura amplio, el diario no sobrevivía si no tenía apoyo o un padrinazgo político. Como se dijo en la época, un diario era para un dirigente público lo que el cuchillo para el gaucho pendenciero.
En los diarios se armaban listas de candidatos y se debatía el rumbo de un país en formación. Es en ese contexto, precario y violento, que Sarmiento clausura los diarios que estaban enrolados en la revolución contra su sucesor, Avellaneda, en 1874. Sucede que las revoluciones se hacían en la prensa porque ésta era herramienta de la política.
"Soldado con la pluma o con la espada, combato para poder escribir, que escribir es realizar el pensamiento", escribió cuando era boletinero del Ejército Grande. De joven exaltó la libertad de prensa y sostuvo que el diario era para los pueblos modernos lo que el foro para los romanos, pero en el rol de gobernante sufrió a la prensa al punto de terminar colocándose en posiciones favorables a imponer restricciones a la libertad de expresión.
Escritor y periodista obsesivo, militó sus causas desde la prensa y no dejó de publicar aún cuando fue jefe de Estado
Alberdi lo llamó "el facundo de la prensa" y "el caudillo de la pluma", tomando el universo simbólico sarmientino para usarlo en su contra. "En sus manos, la pluma fue una espada y no una antorcha", le espetó en una famosa polémica entre dos intelectuales que había sido cercanos por 14 años.
Uno de los más lúcidos biógrafos de Sarmiento, Ricardo Rojas, describió con lucidez al Sarmiento periodista: "El periodismo fue en él vocación, profesión, costumbre, necesidad, arma, tribuna, regocijo, y la más constante forma de su acción pública".
Bienvenido el debate sobre la Historia con sus contradicciones y contrastes, y bienvenidos todos los puntos de vista, porque una sociedad democrática no debe dejar nunca de debatir.
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