El “castómetro” antojadizo de Milei
“Tuvimos un presidente peronista como Carlos Menem que llenó el gobierno de liberales. Ahora vamos a tener un presidente liberal con un gobierno al que vamos a llenar de peronistas”, así se pronuncia por lo bajo un dirigente sindical muy entusiasmado con la idea de este acercamiento con el candidato libertario, Javier Milei, impulsado por uno de les referentes más destacados la llamada burocracia sindical argentina: Luis Barrionuevo.
Luego de promover la candidatura de Wado de Pedro, abrazarse con lealtad peronista al proyecto de Sergio Massa, Barrionuevo tiene en mente lanzar esta semana la “Mesa Político-Sindical Milei Presidente”. De hecho, tendrá su primera foto con el libertario este viernes cuando Milei participe como primer orador de la jornada que tendrá lugar en el predio perteneciente al sindicato de Armando Cavalieri, de Empleados de Comercio. Allí se verá también quien se anima a jugar de entrada con el nuevo “ahijado” de Barrionuevo, que se siente como en la previa de las elecciones de 1989, cuando tuvo el tino de apostar por Carlos Menem cuando todo el peronismo miraba a Antonio Cafiero. Muchos sindicalistas ya se reunieron con Milei, como Gerardo Martínez de la Uocra, pero también otros anticipan un apoyo en caso de ganar las elecciones como José Ibarra (taxistas) liderando la oxidada 62 Organizaciones Gremiales Peronistas o quizás Facundo Moyano que, aclarando que su intención no es brindar apoyo concreto, no pone reparos en “tomar un café” con Milei. El acuerdo, de realizarse, le costaría un loteo del hipotético gabinete a La Libertad Avanza, porque el interés de Barrionuevo y de varios sindicalistas, dueño de la pelota con la que se juegan estos partidos, son la Superintendencia de Salud y la Secretaría de Trabajo. Barrionuevo tiene críticas dentro del espacio del sindicalismo peronista porque hizo declaraciones donde reconoce negociar una reforma laboral, un trofeo sagrado que no quieren negociar. Pero claro, como sucedió con Menem en los 90, todo pasaría a ser conversable si es conveniente a sus intereses.
Si esto termina así, estaríamos en presencia de un pacto típico de aquellos sectores y dirigentes que se benefician de su poder para negociar prebendas sectoriales, y también personales, a espaldas de la sociedad. Es decir, como actúa la “casta” según la terminología política occidental, porque “casta” se utiliza para señalar los privilegios de cierto sector de poder. Aplicado a la política, es una expresión procedente de politólogos italianos cuando comenzaron a hacer referencia a la élite política y a la oligarquía que disfruta de los privilegios del poder, tanto políticos como económicos. Una definición correcta de casta corresponde a “ubicar a un grupo de personas en un sistema de estratificación social al cual se puede pertenecer por nacimiento únicamente” porque el sistema de castas se caracteriza por ser sumamente rígido, sólido e inmóvil. Un claro ejemplo se encuentra en las prerrogativas de la nobleza medieval aplicada en sus feudos. Por eso se habla de “feudos” cuando un partido político o un dirigente se eterniza en el poder manejando una provincia o un sindicato como si fuese territorio propio y no una delegación administrativa de gobierno. Por ejemplo, el gobernador de Formosa, Gildo Insfrán, y el mismo Luis Barrionuevo, encajarían perfecto en este grupo.
Estamos frente a otro cambio de rumbo y de valores de Javier Milei, como ya los tuvo en áreas delicadas como educación, salud y hasta la manera y los tiempos de la dolarización, su caballito de batalla. Días atrás, entrevistado por Jonatan Viale en LN+ se negó a criticar o asumir un compromiso público para evitar la eternización de dirigentes gremiales en el poder: “Ese es un problema que tendrán que encontrar la solución los trabajadores. No tengo que estar rompiendo yo una institución”, dijo. Raro, es todo lo contrario a lo que señala la propuesta libertaria en el capítulo “Reforma sindical”.
Pero Milei goza del beneficio de manejar un imaginario “castómetro” que le permite decidir quién es casta y quién no. Eso lo logró porque introdujo este término despectivo para la política tradicional en la conversación pública. Según un artículo del diario El País publicado hace tres años, “casta” fue una de las palabras que lo españoles aprendieron y adoptaron en 2014 de la mano de la aparición disruptiva de una nueva opción política populista: Podemos. La política ibérica incorporó a su lenguaje durante más de un lustro términos que, sin bien eran conocidos, no formaban parte del léxico político de sus dirigentes. Las palabras “casta”, “empoderamiento”, “emancipación” comenzaron a formar parte importante y punzante en los debates de campaña cualquiera fuese el tema para tratar, no solo por los dirigentes sino también por gran parte de la sociedad.
Como vemos, el término “casta” entró en España por izquierda, acompañado por otros que se relacionan con esa idea, y aquí por derecha de la mano de Javier Milei. Pero, con el tiempo, en España, esa moda inquisidora de abordar los debates con palabras que en sí encierran una acusación fue quedando de lado, incluso por aquellos que las introdujeron en el debate público. ¿La razón? Los protagonistas, con sus acciones, no pudieron sostenerlas porque en lugar de luchar contra lo que pregonaban y señalaban como algo perjudicial y característico de un enemigo, terminaron imitando su comportamiento.
Esta no fue una semana fácil para Milei. Comenzó mal al quedar expuesto por exigir la lista de invitados, para impugnarlos e insultarlos, al programa de TV “Solo una vuelta más” de la señal Todo Noticias. Su conductor, el colega Diego Sehinkman, tuvo la valentía de contar los hechos, mostrando así una veta autoritaria cada vez más relevante en quien se vanagloria hablando de la libertad. La actitud fue seguida por operaciones en redes sociales donde sin pudor seguidores y dirigentes mintieron alevosamente acomodando los hechos para denunciar una inexistente “emboscada”. Doy fe de todo esto de esto porque participé como periodista invitado del programa en cuestión.
Luego siguió con la contradictoria actitud del bloque de diputados de La Libertad Avanza de votar con el oficialismo el martes pasado en la reforma del impuesto a las ganancias, aun reconociendo que esa reforma podría hacer estallar todo más rápido. Y lo hizo con el ministro y candidato oficialista Sergio Massa, acompañado por Pablo Moyano y un grupo de dirigentes sindicales que no se caracterizan por ser esperanzas renovadoras de acciones o ideas, aplaudiéndolo desde uno de los palcos.
Todo esto nos hace pensar que el supuesto “castómetro” funciona señalando como un Patovica en la entrada de un boliche en los años 90 diciendo “vos sí-vos no” de acuerdo a los intereses personales y políticos del candidato libertario y no como una idea nueva, esperanzadora, fresca y transparente como la quisieron presentar.
Porque con alianzas y actitudes así, la casta no tiene ni tendrá miedo, al contrario, seguirá creciendo, sumando nuevos miembros a su olimpo de privilegiados.