El caso de las islas Seychelles: políticas sustentables para renegociar la deuda
Las islas Seychelles son conocidas por sus playas, la alta proporción de población vacunada y por su condición de paraíso fiscal. Pero, en agosto de 2020, este archipiélago de 115 islas situado en África fue noticia por ser uno de los países que logró canjear su deuda externa a partir de políticas sostenibles.
El dato es mucho más que una anécdota para un país como la Argentina, pero volvamos a la historia del archipiélago. Las Seychelles tienen uno de los PBI más pequeños del mundo y sus habitantes dependen del turismo y la pesca. En 2008 su deuda externa se volvió asfixiante, no pudiendo cumplir con sus compromisos, y debió ser rescatada por el Fondo Monetario Internacional. En 2015 firmó un acuerdo que estableció que 22 de esos millones se canjearían a cambio de que el país desarrolle políticas para proteger los océanos.
Aunque hubo cierta polémica por temas vinculados a la soberanía, todo parece indicar que el proceso se hizo de forma transparente. Los métodos de evaluación de resultados permitieron reflejar públicamente los desarrollos de la conservación y los beneficios que trajo a la economía local. Además, parte de los pagos de la deuda reducida se destina a un fondo fiduciario de conservación para la gestión marina y los programas de protección, lo que garantiza que el dinero solo se invierta en el cuidado de las aguas.
De esta manera, para 2020, Seychelles pasó de proteger el 0,04% de sus aguas al 30%. Su gobierno pudo, además, recomprar con descuento parte de la deuda, reestructurarla y tener flujo de efectivo para reinvertir en conservación. Proteger sus océanos también implicó para las islas asegurar su alimentación, ya que es un país que tiene uno de los índices más altos de consumo de pescado, según el Banco Mundial.
Este ejemplo, lejano geográficamente, es un disparador para la Argentina. Actualmente, le debemos al FMI el equivalente al 89,4% del PBI, en una región donde la media adeudada es del 62%. Las políticas de triple impacto, como muestra el ejemplo de Seychelles, son una gran alternativa a considerar para enfrentar problemas estructurales.
El mundo parece dispuesto a dar este tipo de respuestas; durante el 2020 la emisión de bonos verdes, sociales y sostenibles superó los USD 460.000 millones. Y la oportunidad local es grande. Las cifras del año pasado marcan que América Latina sólo concentró el 4% de las inversiones sustentables, según el Global Sustainable Investment Market.
A partir de su potencial, la Argentina puede ser parte de esta ola de inversión sostenible. Es una oportunidad que, considerando sus numerosas deudas sociales, no está en condiciones de desaprovechar. En el último tiempo, voces desde distintos sectores abogaron por políticas ambientales para reestructurar la deuda con el FMI, pero para que esto sea posible se necesitan proveer herramientas que vayan más allá de la concientización y permitan generar una mirada transversal y de desarrollo sostenible en todas las políticas públicas, así como también un impulso real al sector privado y a los negocios de triple impacto.
Algunos sectores en donde nuestro país tiene posibilidades concretas y capacidad para generar desarrollo son el turismo no contaminante, alimentos orgánicos, innovación en el agro, economía circular y energías renovables.
En un mundo gratamente sorprendido por algunas de las regulaciones más verdes de Joe Biden, parece haber consenso en que la perspectiva sustentable es una manera concreta de resolver los problemas estructurales. Cualquier política pública, negocio o estrategia debe ser atravesada por la sustentabilidad, ya que puede ofrecer soluciones innovadoras que no teníamos contempladas en los parámetros tradicionales. Una posibilidad real para que países históricamente convulsionados por grandes crisis económicas encuentren estabilidad y un camino hacia el desarrollo. En la Argentina tenemos con qué hacerlo posible.
Licenciado en Ciencias Políticas (UCA) y posgrado en Bonos Verdes y Finanzas Sostenibles (Ucema)