El bombardeo de Londres y el coronavirus
Entre el 7 de septiembre de 1940 y el 11 de mayo de 1941, Londres estuvo sometido a un permanente bombardeo de la aviación alemana. Fueron miles de ataques que produjeron 40.000 muertos, 150.000 heridos y 1 millón de viviendas destruidas.
Alemania ya había invadido la mayoría de los países europeos, los EEUU no querían intervenir en una guerra que consideraban "lejana" y los japoneses ultimaban detalles para atacar Pearl Harbor y ocupar gran parte de Asia. Inglaterra estaba dando sola la batalla contra el nazismo.
No puede dudarse de que "la Emergencia" era muy dura y así eran las medidas adoptadas para limitar el daño: estricta prohibición de uso de luz eléctrica domiciliar durante la noche; al sonar de las sirenas, inmediato cese de actividades para dirigirse a los refugios y sótanos (más las 80 estaciones del subte). Pero el trabajo en fábricas y comercios no se interrumpió nunca.
El primer ministro Winston Churchill mantuvo su actividad en sus oficinas de Whitehall y el rey Jorge y su familia siguieron viviendo en Buckingham Palace (contrariando los consejos de retirarse a algún lugar seguro en la campiña inglesa). El Parlamento siguió sesionando en Westminster.
Los niños más pequeños fueron evacuados con sus madres pero siguieron funcionando las escuelas, los cines y teatros así como las salas de baile (hasta las 23 horas).
Hombres y mujeres fueron reclutados por igual para el ejército y las actividades industriales -producción de aviones, barcos, armas, repuestos, así como tractores y productos alimenticios-.
Muchas fabricas fueron alojadas fuera del ejido urbano y camufladas para evitar su identificación por los bombarderos enemigos (destruir la infraestructura productiva británica era un objetivo estratégico alemán).
En su famoso discurso del 13 de mayo de 1940, Churchill afirmo: "...He formado un gabinete de guerra incluyendo a los partidos de la oposición, representando la unidad de la nación...no tengo nada que ofrecer, sino sangre, esfuerzo sudor y lágrimas... Tenemos ante nosotros muchos, muchos largos meses de lucha y sufrimiento... Me preguntareis cuál es nuestro objetivo, puedo responderles con una palabra: victoria, victoria a toda costa, victoria a pesar del terror, victoria por largo y duro que sea el camino, por que sin victoria no habrá supervivencia...venid pues y avancemos con nuestras fuerzas unidas..."
La "Guerra contra el Covid19" es diferente a la que tuvo que enfrentar el mundo entre 1939 y 1945, pero es también una Guerra Global con responsabilidades especificas de cada nación interviniente.
Argentina tuvo el coraje de encarar decisiones difíciles en un momento de extrema debilidad: al borde del default. En profunda recesión y con una grieta política y social difícil de superar. Así que nos toca bailar con la más fea...
A grandes males, grandes soluciones. Ese es nuestro desafío.
La cuarentena es una fase importante de la campaña que nos toca transitar. Pero, día más o día menos, tendremos que poner en marcha el país con un "protocolo de funcionamiento" para aplicar a nuestra vida cotidiana. Preservar la vida y la economía del país no son opciones alternativas. El "virus enemigo" nos bombardeará sin piedad y nos hará mucho daño pero lo derrotaremos desde la unidad nacional que proclamara Churchill en 1940 e, igual que él, todos los grandes líderes que tuvieron que enfrentar grandes epopeyas. Pero la unidad nacional no es una adhesión incondicional o acrítica, es una participación activa para, desde el consenso y la acción, lograr ser eficaces y, finalmente, exitosos en nuestro cometido.
Nosotros tenemos muchos frentes abiertos al mismo tiempo: pobreza, recesión, deuda y, ahora, este maldito virus.
Tenemos más preguntas que respuestas a la hora del "¿cómo haremos'". Necesitamos una gran dosis de humildad y sabiduría para adaptarnos a una situación que nos llena de angustias e incertidumbres. Pero, al decir de Churchill, estoy seguro de que, en unidad, sobreviviremos y triunfaremos.
Exembajador en EE.UU., Unión Europea, Brasil y China