El arte de perderse
Un jardinero recorre el laberinto nevado del parque de Gelsenkirchen, en Alemania. Solo, en medio del silencio blanco, sabe de memoria el recorrido. Aunque tal vez, por un rato, se anime a un desvío que lo arroje fuera de los pasos ya conocidos. Porque si el desafío es justamente encontrar la salida, no hay que subestimar los momentos de desorientación profunda. Es ahí, en ese desconcierto, donde puede estar lo mejor del camino. Bien lo enuncia la escritora Rebecca Solnit en su libro Una guía sobre el arte de perderse: “No perderte nunca es no vivir”. En sus múltiples sentidos, la pérdida literal es al mismo tiempo mental o, incluso, espiritual. Como decía Thoreau (también citado por Solnit), no es hasta que estamos perdidos que comenzamos a comprendernos a nosotros mismos. Acaso, el secreto mejor guardado de los laberintos.