El arquero Massa y la capitana Cristina
Por el momento, el kirchnerismo prefiere aferrarse al populismo económico antes que avanzar hacia un verdadero plan de estabilización
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Se juegan los últimos minutos del partido, ya en tiempo de descuento. El equipo local está perdiendo por la mínima diferencia y, con un tiro de esquina a su favor, debe decidir si manda a su arquero a cabecear al área rival con la esperanza de lograr un empate sobre la hora y forzar una definición por penales. Pero la capitana del equipo duda. Cree que si el guardavalla descuida su propio arco, un acertado contragolpe del adversario podría terminar ampliando su ventaja y decretando la derrota por dos goles.
El arquero que está dispuesto a cabecear en el córner es Sergio Massa y la capitana no es otra que Cristina Kirchner, quien secundada por un tosco zaguero central, como Máximo Kirchner, se resiste a arriesgar en el tramo final de un partido que el equipo del Frente de Todos viene perdiendo y que lo muestra cada vez más lejos del arco rival.
¿Está resignada la coalición gobernante a una derrota electoral en 2023? ¿Prefiere seguir conviviendo con niveles del inflación anuales cercanos a los tres dígitos antes que dar un golpe de timón en la economía que permita alcanzar valores más razonables y comenzar a ordenar definitivamente las cuentas fiscales? ¿Rechaza cualquier giro de 180 grados en materia económica que represente un ajuste, aunque esta actitud implique que los argentinos nos cocinemos a fuego lento?
Todo indica que la estrategia basada en la continuidad del “Plan Aguantar” se impone por ahora sobre la alternativa de un plan de estabilización en serio. Es claro que el kirchnerismo no concibe esto último porque no está dispuesto a arriar las banderas del populismo. Prefiere caer con las botas puestas antes que arriesgarse a una mayor sangría de votantes que se vienen mudando a las tradicionales fuerzas de izquierda, insatisfechos con la actual gestión gubernamental.
Lo acaba de reconocer Máximo Kirchner, al expresar que “lo que hace el FMI con la Argentina es criminal” y volvió a pedir que nuestro país renuncie al acuerdo con el organismo financiero internacional.
Las últimas encuestas de opinión pública han profundizado sin distinciones la caída en la imagen positiva de las figuras del oficialismo, del mismo modo que llevaron la percepción sobre la gestión del gobierno de Alberto Fernández a los más bajos niveles desde su asunción presidencial.
Es cierto que la coalición gobernante es asediada desde la izquierda. Pero en las últimas semanas, le está ocurriendo algo aún peor: está comenzando a perder votantes que se suman a las filas de los libertarios de Javier Milei. Lo ha reconocido Shila Vilker, directora de la consultora Trespuntozero, para quien, desde octubre, Milei les está robando votos a Juntos por el Cambio y al Frente de Todos casi en partes iguales, cuando meses atrás solo le sacaba un voto al oficialismo por cada cinco votos que le restaba a la fuerza política de Mauricio Macri. “En el último tiempo, todo lo que creció Milei es a costa del voto oficialista”, aseveró Vilker.
De ser así, muchos dirigentes del oficialismo tendrán que repensar la estrategia evidenciada en recientes dichos de la portavoz presidencial, Gabriela Cerruti, de responsabilizar públicamente de todo lo que se pueda a “la derecha”.