El almuerzo
Un refugio bien puede estar a la intemperie. En el caso de esta foto, incluso puede irradiar cierto aire chic. Será por las viandas, que se comen con palillos (¿porciones de sushi al paso?). O por el corte de pelo impecable de la comensal, tan cuidado como el blanco impoluto de los pantalones, las zapatillas, el bolso. Estamos cerca de los jardines del Palais Royal, en París, hay un suave y bienhechor sol de febrero (anuncio de que, aunque aún falta, el invierno boreal prepara la retirada), y en medio del fárrago de la rutina laboral y las prisas urbanas, existe la posibilidad del respiro. Observen la calma, la ausencia de euforia, incluso la posibilidad de que en torno de este breve almuerzo exista algo así como el silencio. No está mal que un muro de una ciudad cualquiera se ofrezca como reparo. Y que quienes lo acepten no lo hagan con la festividad de lo excepcional, sino con la calma de lo que es frecuente.