El ahorro en busca de dólares
Nuestra tasa de inflación de 2019 ha sido del 54 % anual, similar a la que hemos tenido desde 1939 a 2019, que fue de 53,8 % anual. Esta es la tasa promedio de cada año, que se ha registrado en los últimos 80 años de la economía argentina. Es un período extraordinariamente largo, salvo años excepcionales.
¿Cuál es la causa de esta inflación promedio de los últimos 80 años? En última instancia, fue consecuencia de la emisión de dinero para cubrir los gastos públicos que siempre estuvieron por encima de la recaudación impositiva o tarifaria. El número ha fluctuado mucho y llegó incluso a la hiperinflación como al final de la época de la presidencia de Raul Alfonsín. En todo caso siempre ha sido un error de la política en la que nos hemos insistido por muchos años, sin darnos cuenta de la realidad que implicaba para el destino del país.
¿Cómo se puede ahorrar en un país con estas características? Es evidente que a veces es con la compra de bienes, pero la mayor demanda de dinero se dirige a las monedas más estables, como el dólar u otras divisas.
En 1991, la salida de capitales formal e informal llegaba a los 104.000 millones de dólares, lo que para ese año representaba el 34 % del PIB del país, lo cual era bastante alto. Sin embargo, eso empeoró durante varios años por la caída del PIB y por la mayor salida de divisas, ya sea formal o informal.
El número más bajo en relación a la economía se produjo en 1994, con un 26 % de salida neta de capitales en proporción al PIB. A partir de allí siempre fue creciendo por las condiciones macroeconómicas o por etapas de inseguridad con nuestra moneda.
Por la salida de capitales, unido a nuestra mala performance en materia de actividad económica, el peor momento fue el de 2002, con un 167 % de salida de capitales en proporción al PIB. Ese fue el peor año de nuestros registros históricos.
Un año relativamente bajo en cuanto a stock de capitales fuera del país fue el 2015, con un 60 % del PIB, aunque no era un número menor. Desde allí ha seguido creciendo, hasta el año 2019, cuamdo la salida de capitales formal e informal fue de u$s 510 mil millones, es decir, el equivalente del 117 % del PIB, otra vez una cifra extraordinariamente alta, tanto por el monto absoluto como por su proporción sobre la actividad económica del país.
Las cifras del cuadro adjunto difieren en alguna medida de observaciones anteriores publicadas por nosotros, por lo siguiente:
- Cambió el PIB, ahora se está comparando sobre la base 2004
- También hubo actualizaciones en los datos de Comercio Exterior
- Hubo cambios en las cifras oficiales del Balance de Pagos
¿Podremos eliminar la inflación y llegar a tener, aunque sea, el promedio mundial de 2 % anual? Es difícil estimarlo, pues siempre hemos caído en la misma tentación de seguir endeudándonos y muchas veces, en lugar de cortar los gastos públicos, preferimos aumentar los impuestos hasta cifras altísimas con tal de mostrar un menor déficit fiscal, entre otras cosas para poder reestructurar la deuda pública, sin entrar nuevamente en default, es decir, no llegar al no pago de toda la deuda, pues esto sería aún peor.
Con este capital que está fuera del país, si se hubiera aplicado cada año a la inversión, hoy tendríamos el mismo PIB per cápita que Canadá, unos 50.000 u$s/por persona/año, en lugar de los 9.000 u$s/persona que tenemos hoy. Nos conviene cambiar de vida, como han hecho otros países como Israel hace poco tiempo, y tener una inflación parecida a la internacional. Con esas inversiones tendríamos mucho más capital fijo en el país, un país que tiene muchos recursos naturales y podríamos bajar en forma rápida la pobreza, que en realidad es falta de inversiones para la ocupación productiva de la gente que está por debajo de la línea de pobreza. Podemos hacer este milagro.
Recordemos que nuestra deuda externa, pública y privada, asciende a una cifra cercana a la de nuestros activos en el exterior, aunque poseídos por distintas personas físicas o jurídicas. Esto es una clave que también tendríamos que terminar y la única forma de lograrlo es evitar una inflación tan alta de nuestra moneda que no sea atractivo para los habitantes del país ir a buscar divisas, principalmente dólares, para sostener el ahorro de los argentinos.