Reseña: El homenaje, de Andrea Camilleri
El volumen no solo es muy breve. Retrocede además hasta los tiempos de Mussolini para desarrollar una anécdota político, social y erótica con pleno dominio de los saltos del argumento. En el jolgorio popular desencadenado en 1940 en Italia por la guerra, un "difamador sistemático del glorioso régimen fascista" regresa tras cinco años de exilio al Círculo Fascismo y Familia de Vigàta.
Como es previsible, despierta de inmediato la ira general, en particular de un corpulento espía que hace temblar de miedo incluso a los fascistas más acérrimos. En la refriega que se sucede entre ambos, interviene un muy anciano Manueli Persico, reverenciado abuelo fascista que pretende ser justo, con tan mala fortuna que una frase del "difamador", amenazando revelar un secreto, le provoca un infarto.
A partir de ese primer capítulo, los tres siguientes exponen los cambios sucesivos de una placa en una calle para homenajear al occiso, desencadenando una serie de anécdotas desopilantes. Las provocan los vientos cambiantes sin fin del disimulo, la falta de verdadera seriedad, cierto patetismo y la atracción magnética de una viuda joven y hermosa.
Tanto la política mussoliniana como la vida callejera circulan con velocidad y fluidez en manos de Andrea Camilleri, que no solo provoca la risa, sino también la carcajada, en los modos sucesivos en que la personalidad homenajeada cambia de definición en la placa de homenaje. El uso de la ironía es constante, a la vez ágil, suelto y tonificante para el autor y para los lectores.