El abrazo de la OTAN al Este
SALZBURGO, Austria.- La ampliación de la Comunidad Europea sigue siendo un asunto complejo cuyos interrogantes y problemas aún no han sido resueltos.
La Comunidad decidió ampliarse o, mejor dicho ciertamente llegó a la conclusión de que tiene que ampliarse, habida cuenta del fin de la Guerra Fría y de la situación de los ex países comunistas de Europa oriental y central. Sin embargo, afronta esa posibilidad con cierta aprensión.
Los irlandeses votaron en junio último en contra de la ratificación del tratado de ampliación, lo que provocó consternación en Bruselas y alguna que otra reflexión respecto de la manera en que ese veto (porque se trata de un veto ya que la decisión de la Unión Europea debe ser unánime) puede ser revertido o pasado por alto. La concurrencia a las urnas en Irlanda fue baja y, por lo tanto, no tuvo suficiente representatividad, de modo que acaso se pueda hacer algo semejante.
Pero la opinión pública en toda la Unión Europea parece poco entusiasta por no decir hostil respecto de la ampliación.
Una ampliación crea en la práctica una Comunidad Europea muy distinta de la que los europeos se propusieron crear antes de que el colapso del comunismo transformara la situación.
Europa, tal cual existe hoy, consiste en la Europa de la Reforma e históricamente Católica Romana, más la Grecia Ortodoxa. Incluso Grecia ha sido un problema. Grecia fue invitada a incorporarse a la Comunidad en 1981 porque una Europa sin Grecia parecía no tener sentido. Pero la relación con Grecia ha sido frecuentemente difícil, y muy frustrante para los europeos occidentales, especialmente frente a los gobiernos griegos anteriores al actual. Las barreras culturales para incorporar a otros países balcánicos o históricamente ortodoxos a la Unión Europea son reales, razón por la cual ninguno de ellos figura en la primera lista de candidatos. Europa trata de ampliarse porque siente la obligación de hacerlo, y que por un estricto sentido de justicia o equidad es algo que se debe hacer. Sin embargo, no hubo un gran apuro para ampliarse.
Ciertos países fueron invitados a presentar su candidatura y, a cambio, recibieron una lista de las arduas condiciones que deben reunir con el propósito de transformar sus instituciones políticas, sus normas de justicia y sus economías para que sean compatibles con las de los países miembros de la Unión Europea. Con esmero, trataron de amoldarse, pero el proceso provocó resentimientos, junto con el convencimiento de que las condiciones de incorporación fueron mucho más fáciles en el caso de España, Portugal e Irlanda, los últimos países que fueron aceptados y admitidos en la Unión Europea aunque, igual que los candidatos actuales, eran mucho más pobres que los miembros existentes.
Estar unificados o reunificados con Europa pareció ser un sueño maravilloso para los países comunistas en el momento en que el sistema soviético entró en colapso. Pareció que la historia los recompensaba por lo que habían sufrido a manos de Hitler, Stalin y los sucesores de Stalin. Era algo demasiado bueno como para ser cierto. Doce años después, todavía están esperando. Entre tanto, la OTAN llegó, y les ofreció incorporarse a ella, también con ciertas condiciones que demoraron su incorporación plena. Pero la OTAN les suministró una cooperación inmediata dentro de la denominada Asociación para la Paz, adiestramiento militar en el Centro Marshall, dirigido por los Estados Unidos, en Alemania, participación en las misiones de paz y, lo más importante, una entusiasta bienvenida de parte de los Estados Unidos.
La OTAN ofrecía seguridad. Asociarse a la OTAN implicaba tácitamente una garantía de seguridad, lo cual esos países deseaban más que nada. Los Estados Unidos también obtuvieron algo que no esperaban, pero que ahora es muy valioso. Lograron una alianza tácita con esos países, lo cual tiene un efecto adverso sobre los europeos occidentales.
Cuando la Unión Europea finalmente encuentre el tiempo o la oportunidad para aceptar y admitir a los Estados candidatos, podría esperarse que éstos hagan lo posible para impedir que la Unión Europea se convierta en un rival estratégico de los Estados Unidos. Podrán decir que no a las ambiciones de la Unión Europea que se contrapongan a los intereses norteamericanos. Uno podría decir "si" la Unión Europea encuentra el tiempo o la oportunidad para aceptarlos y admitirlos. Sin embargo, si eventualmente todos los miembros de la Unión Europea ratifican el tratado de ampliación, los candidatos serán automáticamente aceptados y admitidos, tan pronto cumplan con los requisitos establecidos.
Los europeos occidentales están tratando fielmente de ayudarlos a hacerlo. Los ministros del Interior de los cinco países candidatos (Polonia, Eslovenia, la República Checa, Eslovaquia y Hungría) estuvieron reunidos aquí en la segunda sesión del Foro de Salzburgo, auspiciado por Austria, por invitación del ministro austríaco del Interior.
De gran incumbencia para el foro fue la más compleja clase de problemas: aquellos relacionados con el crimen organizado, la inmigración ilegal y el tráfico de seres humanos, incluyendo la trata de blancas (habitualmente obligada), el asilo político, la cooperación y las normas policiales, y el control de fronteras.
Todos los países candidatos pasarían automáticamente a formar parte de la llamada área Schengen de la Unión Europea, donde no existen restricciones para el tránsito interno, de manera que las fronteras externas deben ser sólidas. Existen serios inconvenientes operativos, y puesto que la opinión pública dentro de la Unión Europea es extremadamente sensible al respecto, tendrán que ser resueltos antes de que la ampliación sea aceptable. Hoy la esperanza es que algunos, si no todos, de los cinco actuales candidatos estén dentro de la Unión Europea a tiempo para participar, en 2004, de las elecciones del Parlamento Europeo.