El 83% de felicidad de la Gioconda
Podríamos escribir una columna semanal con el nombre de “¿Qué le pasa a La Gioconda”, y cada semana tendríamos algo nuevo para contar. Porque la mujer del cuadro de Da Vinci es -como Los Beatles, como Borges, como Maradona- un Big Bang de significados, una fuente infinita de sentidos posibles. Las últimas noticias de la sonrisa más famosa llegan desde la Universidad de Ámsterdam. Luego de un análisis del cuadro desde las neurociencias, a través de un programa de reconocimiento emocional, llegaron a la conclusión de que ella mostraba un 83% de felicidad, 9% de disgusto, 6% de temor y 2% de enojo.
Ningún estudio ha conseguido raspar la capa exterior del misterio de esta sonrisa. Cada época se enfrenta a ella para hacerla confesar su secreto, y recibe una respuesta distinta. Se ha dicho que Lisa Gherardini (ese es su nombre) está embarazada, que sufre por la suerte de su Italia, que le duelen los pies, que es la madre ausente de Leonardo, o uno de sus discípulos, o el propio Leonardo travestido. Las neurociencias acaban de unirse a esta larga fila de detectives. Nosotros amamos a la Gioconda porque es un espejo. Porque cuando creemos haberle quitado la máscara, la miramos y nos encontramos a nosotros mismos.
Algo más
Otra interpretación de la sonrisa de la Mona Lisa -que entrecruza la odontología con la etiqueta social- explica que en la Italia del Renacimiento pocas personas llegaba a la edad de la Gioconda con una dentadura en buen estado. Por eso las damas de la sociedad florentina sonreían con la boca cerrada, que era la forma educada de sonreír. Reírse como el pueblo, con la boca abierta, era de mal gusto.