Ejemplos latinoamericanos que Cristina desprecia
En la jornada del paro nacional, la Presidenta, por primera vez en años, se dio el lujo de desentonar con sus colegas y primeros mandatarios de la región
Por primera vez en varios años Cristina Kirchner se dio el lujo de desentonar con sus colegas presidentes de la región. La respuesta de la jefa del Estado ante el paro nacional de ayer resultó ser diametralmente opuesta a la actitud que mostraron otros presidentes en los últimos tiempos ante protestas o huelgas opositoras.
En lugar de convocar al diálogo, acudir a medidas que recompongan la paz social o reaccionar pragmáticamente para alcanzar soluciones inmediatas, Cristina Kirchner optó por el agravio y el duro castigo a los gremios encargados de sustentar la huelga.
"Algunos hacen un paro por miedo de tener que dar un poquito de lo que ganan para los que menos tienen", dijo la Presidenta en un pasaje de la cadena nacional. Con marcado enojo en su rostro, añadió: "Me duele los que hacen un paro porque tienen que dar un poquito de su sueldo para los jubilados". Luego acopió el manual K de comparaciones con los países vecinos cuando dijo sentirse "orgullosa" por ser la presidenta del país latinoamericano que mejor salario mínimo tiene.
En lugar de convocar al diálogo, acudir a medidas que recompongan la paz social o reaccionar pragmáticamente para alcanzar soluciones inmediatas, Cristina Kirchner optó por el agravio y el duro castigo a los gremios encargados de sustentar la huelga.
¿Será por ignorar los paros que el gobierno argentino ha logrado semejante récord latino? ¿Habrá que mantener a raya a los sindicatos para conseguir que los trabajadores se dignen de ser solidarios?
Extraña paradoja la de Cristina Kirchner: encuentra apoyo en un proyecto bolivariano compartido en la región, coincide en ubicar a Estados Unidos como enemigo común, establece alianzas con China y Rusia, estigmatiza a la Unión Europea y confluye en avales hacia Venezuela desde la Unasur pero a la hora de reaccionar ante las protestas marca una diferencia tajante con sus colegas latinoamericanos.
En 2006, ante las primeras protestas callejeras de los estudiantes chilenos la presidenta Michelle Bachelet se dirigió al país por la cadena nacional para anunciar un paquete de medidas especiales para dar con una "reforma de calidad a la educación". Era una respuesta firme al reclamo estudiantil. Entre otras cosas, la propuesta de Bachelet consagraba el derecho de los ciudadanos a una educación de calidad e impidiendo la discriminación injustificada de alumnos por parte de los establecimientos educativos. Se podrán discutir hoy los efectos reales de esa reforma en Chile, pero nadie puede dudar de que Bachelet no ignoró a los estudiantes con sus pancartas.
Apenas unas horas después de las fuertes protestas que hace un mes desembocaron ruidosamente en las calles de todo Brasil por el avance de la corrupción en el poder, Dilma Rousseff presentó un paquete de medidas contra la corrupción. En un solemne acto celebrado en el Palacio del Planalto la presidenta de Brasil y su ministro de Justicia, José Eduardo Cardozo, anunciaron un conjunto de iniciativas para luchar contra el desvío de dinero y la corrupción. Entre las medidas apuntó a la criminalización de la creación de "cajas B" para los partidos políticos y el lavado de dinero dispuesto para ocultar fondos utilizados en campañas electorales. "Mi compromiso con el combate a la corrupción es coherente con mi vida personal y con mi actuación política", dijo Rousseff, que sufrió una sustancial baja en la imagen popular tras esas protestas aunque no dudó en enfrentar los reclamos.
Hasta el presidente venezolano, Nicolás Maduro, en una inusual ruptura de su libreto chavista convocó a un diálogo nacional para responder a la ola de protestas que dejaron 10 muertos en la mayor manifestación contra su gobierno que se hizo en mayo de 2013.
Evo Morales no logró disipar la protesta de los trabajadores bolivianos convocados por la Central Obrera Boliviana (COB) en mayo de 2013. Sin embargo, invitó a la COB a formar una comisión para analizar la situación de los salarios. "Aquí está la plata del Estado, y no es la plata del Evo", dijo el presidente boliviano tras prometer un aumento de salarios que no conformó a los gremios. Pero nadie pudo dudar de la actitud dialoguista de Morales.
Luego de tres semanas de las protestas de campesinos colombianos, que en agosto de 2013 mantuvieron bloqueadas numerosas rutas, el presidente Juan Manuel Santos lanzó el "Gran Pacto Agrario". Se trataba de un mecanismo de concertación con el que buscó reconstruir el campo colombiano, donde la pobreza sobrepasa el 46,8%. "Estas protestas campesinas nos obligan a realizar una reingeniería a nuestra manera de pensar el desarrollo [del sector agrícola]", reconoció Santos, que no es precisamente devoto de la humildad y la aceptación de los errores propios.
Hasta el presidente venezolano, Nicolás Maduro, en una inusual ruptura de su libreto chavista convocó a un diálogo nacional para responder a la ola de protestas que dejaron 10 muertos en la mayor manifestación contra su gobierno que se hizo en mayo de 2013.
En su respuesta de ayer contra los gremios opositores a la Presidenta sólo le faltó emular a su par ecuatoriano Rafael Correa que hace unos meses atrás denunció que la CIA estaba infiltrada en las violentas protestas de sectores opositores a su gobierno.
En la Argentina no hay nada que se le parezca. Cristina Kirchner prefiere diferenciarse de estos ejemplos con un latiguillo redundante de su gestión: en lugar de diálogo, el agravio y en vez de actuar con soluciones, embiste duro. En su respuesta de ayer contra los gremios opositores a la Presidenta sólo le faltó emular a su par ecuatoriano Rafael Correa que hace unos meses atrás denunció que la CIA estaba infiltrada en las violentas protestas de sectores opositores a su gobierno.
No era para tanto. Después de todo, Moyano y buena parte del gremialismo peronista enfrentó a la CIA en sus tiempos mozos. Pero para Cristina Kirchner, ¿ahora ya no son dignos de llamarse peronistas sino "oligarcas"?
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