EE.UU. debería apoyar al presidente Milei
Hasta cierto punto, la política exterior es un tema complejo. Pero por otro lado, es simple: utilizas las herramientas en el amplio portafolio de las relaciones internacionales para contrarrestar a tus adversarios y apoyar a tus amigos. En estos momentos, la respuesta adecuada de los Estados Unidos a la toma de posesión de Javier Milei como presidente de la Argentina es clara. Milei es un aliado y EE.UU. debería apoyarlo.
El presidente Joe Biden debería darle la bienvenida a Milei porque en estos momentos es difícil encontrar aliados en América Latina y el Caribe. La administración Biden está haciendo un gran trabajo al alienar a los líderes pro-EE.UU. a través de una política de críticas y de descuido. Mientras tanto, muchos de los países más poderosos e influyentes de nuestra región están gobernados por autodenominados marxistas. Las políticas de estos líderes están hundiendo las economías de sus países y, como resultado, están provocando que miles de personas huyan, a menudo hacia la frontera sur de los EE.UU. Además, aquellos autodenominados marxistas, son abiertamente hostiles a los EE.UU. y abiertamente aplauden a nuestros adversarios.
Obrador en México, Petro en Colombia, Castro en Honduras y Lula en Brasil han empoderado a dictaduras regionales como las de países como Cuba, Venezuela y Nicaragua. También, han abierto la puerta a amenazas externas como China, Rusia e Irán, patrocinador de los horrendos ataques terroristas de Hamas contra civiles inocentes en Israel. Petro, el exguerrillero que se ha convertido en presidente, incluso comparó a Israel con la Alemania nazi, fomentando el vandalismo antisemita en Colombia.
Milei, en comparación, muestra una postura diferente. Durante su campaña presidencial, los principales medios de comunicación de los EE.UU. se centraron demasiado en sus propuestas poco ortodoxas (la dolarización de la economía argentina o el querer abolir el Ministerio de Educación) y prestaron muy poca atención a su compromiso de alinearse con los EE.UU. y nuestro aliado incondicional, Israel. Milei también ha prometido no unirse al bloque de economías Brics, grupo comercial liderado por Pekín creado para empoderar a China. Milei también caracterizó, correctamente, al Partido Comunista Chino (PCCh, por sus siglas en español) como un opresor mortal.
Milei ganó las elecciones en la Argentina porque prometió una ruptura decisiva con las malas prácticas económicas del establishment de la izquierda, una promesa que claramente resonó con los votantes. El presidente Milei priorizó una visita oficial a los EE.UU. Esto contrasta con el historial de sus predecesores socialistas, Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner.
Estos esfuerzos deberían recibir la atención y el apoyo de Washington. Específicamente, el presidente Biden debería utilizar la influencia de los EE.UU. en el Fondo Monetario Internacional (FMI) para ayudar al presidente Milei a reestructurar la deuda de la Argentina. Esto es un elemento crucial porque el problema más urgente que enfrenta el país (la creciente inflación que superó el 140% este otoño) está ligado a la aplastante crisis financiera considerando que la Argentina le debe $44 mil millones al FMI.
Más allá de esto, la administración Biden debería asociarse con el gobierno de Milei para avanzar nuestros lazos conjuntos en temas de seguridad. Esto nos beneficia mutuamente y así podríamos contrarrestar la influencia comunista en la región. EE.UU. y la Argentina podrían trabajar juntos para enfrentar los designios de Cuba, Venezuela, Nicaragua y China. Además, EE.UU. se beneficiará de una relación comercial más estrecha con la tercera fuente más grande de litio del mundo, un material esencial para construir desde armas hasta teléfonos celulares.
El presidente Biden tiene problemas para diferenciar a sus amigos de sus adversarios en nuestra región. Biden descuidó a Peña de Paraguay en octubre pasado y parece estar más ansioso de apaciguar a dictadores como Maduro que de trabajar con conservadores como Milei. Sin embargo, nuestro deber es con nuestra nación y nuestros ciudadanos, no con la ideología. Si queremos cumplir ese deber con honestidad, debemos trabajar de la mano con el nuevo presidente de la Argentina. El presidente de los EE.UU. debe predicar con el ejemplo.
Senador de los EE.UU. (Republicano, Florida)