Educación y empleo: los dos pilares para una nueva Argentina
La crisis económica, social y política que atraviesa la Argentina genera incertidumbre en toda la población. Con una dirigencia política al borde del colapso, volver a los valores básicos arroja los principios fundamentales para la refundación de nuestro país. Para ello, la educación y el empleo son los dos elementos prioritarios que deben considerarse para lograr un gran acuerdo nacional.
En cuanto a lo primero, llegó el momento de lograr que la educación sea esencial en nuestro país. No se reconoce en el mundo país alguno que haya salido de las crisis con menos días de clases, peor calidad educativa y pésimas condiciones laborales para los docentes. Tampoco se identifica en los procesos de inestabilidad que las medidas tendientes a limitar la educación arrojen resultados positivos. Por el contrario, toda decisión en estos momentos de incertidumbre debe tener como fin ampliar una mejor oferta y calidad educativa a lo largo y ancho del país.
En cuanto al segundo punto, urge atender la situación del empleo. Con una crisis económica descomunal, con números desalentadores en todos los indicadores y un futuro incierto, hay que considerar esto como una prioridad. Mientras el mundo atraviesa a su vez un momento de extrema inestabilidad, nuestro país cuenta con los elementos para la generación de empleo de calidad. Por eso, no se puede seguir considerando el sector público, el mantenimiento del Estado o la entrega de planes sociales de manera deliberada como las tres soluciones para una sociedad que necesita un nuevo horizonte que recupere la cultura del trabajo.
Y en este punto es importante resaltar que la creación de empleo formal y privado debe encararse como una política de Estado. El sector privado debe ser aliado del Estado Nacional en este momento y ambos caminar juntos para escribir una nueva página en la historia argentina. ¿Una reforma laboral parece necesaria? Quizás este interrogante genere más rechazos que aceptación, pero lo que debe tenerse claro es la única respuesta posible: tenemos que construir una política laboral sólida, firme y contundente, que aliente a los trabajadores y empleadores y que logre, de una vez por todas, la tan necesaria movilidad social ascendente.
En momentos como el que atravesamos, el sector público y el sector privado deben complementar las necesarias inversiones para garantizar el acceso equitativo a las tecnologías de la educación, utilizadas como puntapié para el desarrollo de las oportunidades, y el acercamiento al mundo laboral.
Tal como lo planteó la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en la denominada Reunión Técnica sobre el futuro del trabajo en el sector educativo en el contexto del aprendizaje permanente para todos, las competencias y el Programa de Trabajo Decente, “si bien la tecnología nunca podrá reemplazar al rol docente, sí puede apoyarlos”. Y en tal sentido, los elementos que aporte la tecnología debe convertirse en políticas públicas con un doble enfoque: ampliar el campo del conocimiento en materia educativa y generar la preparación hacia los nuevos desafíos laborales.
Es momento de contar con una dirigencia política y sindical abierta a entender e interpretar las complejas transformaciones que afronta el mundo en materia educativa y laboral, con la injerencia de las nuevas tecnologías las cuales, queda de manifiesto, precisan ser accesibles para todas las personas por igual, lo cual irremediablemente precisará el aporte del sector privado en abarcar todo aquello que la política no pudo afrontar, con un saldo de 1.500.000 chicos que se desconectaron de su escuela, cuyo paradero se desconoce, y acompaña el triste número del 42% de desocupación, fruto del abandono educativo. La propuesta, en concreto, es dejar de temerle al sector privado, y convocarlo para trabajar en conjunto la salida a este laberinto de destrucción sistemática del empleo y de la educación.
Secretario General de Seduca