Eduardo Rabasa, curar el alma y la memoria
Escritor mexicano dirige en su país Sexto Piso, una exitosa editorial independiente
"Sucedió que me enfermé", dice Eduardo Rabasa. Una enfermedad psicosomática, decían los médicos. Comenzó a hacer todo tipo de terapias alternativas: yoga, acupuntura, incluso visitó a una "bruja", según él la define. Pero no se curaba. Hacia adentro de su casa, la enfermedad era un matrimonio en crisis y, dice, su mundo derrumbado. Hacia afuera: todo tipo de síntomas. Y entonces, en el manotazo último de su desesperación, Eduardo decidió ponerse a escribir, como una terapia más en su libreta de recursos. Tenía 28 años. Hacía cuatro que llevaba adelante su editorial -Sexto Piso- pero hasta entonces nunca había intentado ponerse en el lugar de autor.
Comenzó escribiendo cuentos que le envió a Fabio Morábito, reconocido escritor mexicano y tío de quien por entonces era su esposa. "Fue muy generoso conmigo porque leyó todo lo que le envié y luego me escribió un correo muy largo en el que me decía que los cuentos tenían muy buen ritmo, muy buen manejo del lenguaje, pero que en definitiva no le habían gustado nada. Me dijo: 'Creo que tienes una búsqueda de ingenio y brillantez en cada frase que hacen que sean cuentos de una lectura árida y pesada'. Y a mí eso me ayudó muchísimo." Siguió escribiendo textos sueltos y cuando finalmente se separó de su esposa comenzó a escribir La suma de los ceros.
Además de ese libro, Rabasa es responsable de muchos otros títulos que llegan al país, pero en su faceta de editor. Sexto Piso es, en México, un proyecto inédito: una editorial independiente exitosa. "Allá no hay un panorama como en la Argentina, de editoriales independientes que colaboran entre sí. En cambio, hay mucha envidia, mucha cizaña, no es un ambiente de cooperación", dice.
Sexto Piso comenzó en 2002 entre Rabasa y un profesor suyo en la UNAM, Luis Alberto Ayala Blanco, que fue además el primer editor. "El primer libro que publicamos es de un filósofo norteamericano que se llama Morris Berman, al cual yo había leído en la facultad. El libro es bueno, pero esa primera edición es malísima. Es una traducción literal, torpe, que hice yo; de portada le pusimos una foto de un McDonald's que está chueca? En un momento vas leyendo el libro y dice: ?Entonces, el ocaso de la cultura norteamericana esik esak'. Se nos pasó. Lo revisamos, pero nadie se dio cuenta y se nos pasó. Pero nos fue bien igual, porque el libro era bueno."
Con los años, siguieron publicando traducciones (Ensayos escogidos, de George Orwell, fue el segundo libro), y más adelante comenzaron con nueva narrativa en español -fue una de las editoriales extranjeras que participó en la más reciente edición de la Feria de Editores, realizada el año pasado-. El criterio, según dice Rabasa, es elegir libros que, aunque inéditos, puedan estar a la altura de un Orwell, Berman o los demás de su catálogo, que al día de hoy tiene más de 300 títulos. No quiso, sin embargo, que su novela formara parte de esa lista.
Distopía política
Recientemente editada en la Argentina por Ediciones Godot, La suma de los ceros cuenta la historia de Max Michels, un tipo que pensaba "ser otro más de los cobardes invisibles", hasta que decidió candidatearse para presidente del complejo habitacional de Villa Miserias y puso en ruedo la trama política y amorosa que da vida a la novela.
Lo mismo hizo Eduardo: por asqueo, por biografía, nunca pensó dedicarse a la política. Sin embargo, su primera novela es justamente lo contrario, casi el colmo de lo que un escritor puede hacer si quiere hacer un libro político: escribir un relato distópico.
"Tengo 38 años, nací en la Ciudad de México. Mi familia es bastante política, yo reniego de eso. Es una familia un poco de derecha, conservadora, machista, misógina, racista. Mi abuelo, Emilio Rabasa, fue ministro de Relaciones Exteriores. Pero no me siento identificado con eso", dice.
"Mi padre murió en 2001 en un episodio violento. Yo tenía 23, fue evidentemente un proceso traumático. Y en su entierro, mi abuelo (que era un imbécil, que todo lo usaba políticamente) se puso a dar un discurso: 'Hijo querido, México te ha llevado', dijo. Había sido un crimen, un hecho de inseguridad, no había tenido nada de político como para que él dijera eso... Así que nunca tuve ninguna intención de dedicarme a la política. En ese aspecto, la novela es más una manera de separarme de ese mundo antes que de introducirme en él", sigue.
De algún modo, es lo mismo que sucedió en su propia formación. Por disciplina familiar, estudió y terminó -aunque sin graduarse- economía en una universidad privada, "liberal, de derecha". Y al mismo tiempo, por contra disciplina acaso, estudió -y sí se graduó- Ciencia Política en la UNAM.
Inmerso en una realidad neoliberal -que en la novela se nombra como "Quietismo en Movimiento"-, Max Michels intentará arrebatarle las elecciones a Modesto González, el otro candidato a presidente de Villa Miserias. El lugar no es, sin embargo, un barrio carenciado, como cualquier lector argentino entendería. En la novela de Rabasa Villa Miserias es simplemente un nombre de fantasía. "Yo conocí el término por una biografía del Che Guevara, que cuando narra su infancia habla de las villas miseria. Pero mi idea no era darle un sentido de gueto o de favela, sino que quería un nombre que transmitiera un aire de desolación", explica y se queda en silencio, diez segundos, veinte. Después, parece entender la clave de algo. Sonríe y dice: "Además en México no hay una palabra específica para nombrar una villa, se utiliza 'cinturón de miseria', pero no es lo mismo. No es casual, creo que tiene que ver con la hipocresía nuestra de no nombrar las cosas que no nos gustan".
De México a la región
Sexto Piso nació en 2002. Tiene un catálogo de más de 300 títulos, entre narrativa, ensayo, infantiles, ilustración y poesía. Tienen una filial en España y distribuyen en toda América Latina.