Eduardo Porter. “No está claro que el interés de China en América Latina responda a una lógica imperial”
El periodista estadounidense, columnista de Bloomberg especializado en América Latina, considera que la presencia del gigante asiático en la región tiene que ver con intereses económicos y, de momento, no representa una amenaza estratégica para Washington
“No está claro que el interés de China en América Latina responda a una lógica imperial”, afirma y desarrolla: “Hay un interés mayor de China en América Latina pero no es necesariamente una amenaza estratégica para Washington”, plantea. “La política de China ha sido en favor de la industrialización de China, no de América Latina”, advierte. “China es una autocracia y América Latina no puede perder eso de vista a la hora de las negociaciones”, sostiene. “Hoy, China produce el 70 por ciento de las baterías eléctricas en el mundo”, precisa. “La percepción más común en la administración Biden y en el Congreso norteamericano es que China está tratando de establecer una relación estratégica con América Latina en detrimento de los Estados Unidos”, describe. “Respecto de Huawei, el razonamiento de EEUU es que en Latinoamérica el 5G va a estar en manos de una empresa china, amiga del régimen chino, que además tiene una política de manejo de la información de la que EEUU desconfía: todas estas cosas son plausibles. Ahora, también es cierto que hay una lógica capitalista en la entrada de Huawei en América Latina: es un negocio”, analiza. “No queda claro que haya una lógica imperial, maquiavélica, por parte de una China unificada”, subraya. “Las empresas chinas han sido las primeras en enfocarse con mucha fuerza en el litio a nivel mundial”, dice. “Hace tiempo que China decidió que la movilidad eléctrica iba a ser una prioridad. Esta es una política de Estado. Entonces, ha invertido muchísimo en tecnología de baterías y de transporte eléctrico”, explica. “Hay mucho litio en América del Sur y China ha entrado muy intensamente en ese sector, en particular en la Argentina y un poco en Chile”, detalla. “Cuando la relación con China podía ser difícil pero no era hostil, la idea de que China controlara el suministro de baterías no era visto como un problema. Ahora lo es”, compara y desarrolla: “Ahora, Washington necesita pensar cuál va a ser su vía de suministro alternativa a China. Y ve que Sudamérica tiene un montón de litio”. “La probabilidad y la idea de usar a China como motor de una industrialización en América Latina en base al litio me parece un poco fantasiosa”, cuestiona.
“China es una autocracia y América Latina no puede perder eso de vista a la hora de las negociaciones”
“No veo por qué a China le pueda interesar que se industrialice Brasil o la Argentina. Durante los últimos 20 años, la política de China ha sido en favor de la industrialización de China”, afirma. “Algunos chinos pondrán fábricas de baterías eléctricas en la Argentina o en Bolivia o en Brasil, pero no será porque les interese esta industrialización. Será porque, quizá, la Argentina, Bolivia o Brasil los obliguen con alguna política pública”, argumenta. “Los chilenos tienen una política que establece que las empresas de litio tienen que reservar un cierto porcentaje para venderlo a precios debajo del mercado a empresas que vayan a desarrollar el litio en Chile”, ejemplifica. “La fabricación de baterías demanda capital, tecnología y recursos humanos. Estas tres cosas son escasas en la región en la magnitud necesaria”, alerta. “Los países de la región están lejos de los mercados consumidores de baterías y de autos eléctricos. Y están lejos de las cadenas productivas de estas cosas”, plantea. “China quiere mantener su dominio en el mercado de baterías. Hoy, China produce 70 por ciento de las baterías eléctricas en el mundo y produce cerca del 95% de los ánodos y el 85% de cátodos. Es un dominio muy brutal”, destaca. “La creciente relación económica entre China y América Latina se puede entender como producto de una perfecta complementariedad”, piensa. “EEUU ha perdido mucho interés en la región, y ahí sí hay un desafío estratégico para EEUU”, opina. “Empresas chinas van a ser dueñas de toda la distribución eléctrica en Lima. ¿Cómo lo hicieron? Una empresa china le compró su parte de la distribución a una empresa estadounidense”, comenta. “No sólo hay una desatención desde Washington. También hay una desatención por parte del capitalismo y del empresariado americanos”, reflexiona. “La energía fósil es una parte muy importante de la matriz energética en China. No veo un abandono de la energía fósil como un riesgo inminente. Lo que sí ha ocurrido es que China también está mirando las energías renovables”, aclara. “América Latina tiene que aprovechar las oportunidades y China le está ofreciendo capital, inversiones y mercado para sus exportaciones”, propone y agrega: “Y no me parece evidente que esto implique un problema con Washington”.
El estadounidense Eduardo Porter estuvo en La Repregunta. Porter es un respetado periodista económico especializado en América Latina y políticas económicas de Estados Unidos. Desde su columna de Bloomberg, analiza con precisión los cruces entre el rumbo económico de Latinoamérica, los intereses de Estados Unidos y China en la región y el juego de la geopolítica global. Fue columnista económico en The New York Times, donde también integró el Consejo Editorial. Es autor de The Price of everything. Finding method in the madness of what things cost. También de American poison. How racial hostility destroyed our promise.
La decisión del ministro de Economía Sergio Massa de recurrir a China en medio de la crisis macroeconómica argentina y el acercamiento de Lula a China plantean preguntas geopolíticas y comerciales. América Latina, entre Estados Unidos y China. Porter hizo su análisis: ¿qué quiere Xi Jinping de América Latina? Aquí, la entrevista completa.
“No queda claro que haya una lógica imperial, maquiavélica, por parte de una China unificada”
De Massa y el Swap chino a Lula y Xi Jinping. China vs Estados Unidos en América Latina
-Dado el contexto de la Argentina, con la dificultad que tiene el gobierno para recuperar reservas y llenar de dólares las arcas del Banco Central, el ministro de Economía Sergio Massa decidió recurrir al Swap con China como alternativa. Por otro lado, el viaje del presidente Lula a China marcó un acercamiento a Xi Jinping y un distanciamiento de Estados Unidos. ¿Estos movimientos son indicadores de una intención por parte de China de, como decimos en la Argentina, “puentear” a Estados Unidos y acercarse peligrosamente a los países de la región?
-Me gustaría primero abordar la palabra que has usado: “peligrosamente”. Así es percibido en Washington. La percepción más común en la administración Biden y en el Congreso americano es que China está tratando de establecer una relación estratégica con América Latina en detrimento de los Estados Unidos. Desde esa perspectiva, China está estableciendo puentes comerciales, de inversión y de financiamiento para tener más influencia en esta región que, de alguna manera, pudiera ser utilizada en contra de EEUU o para impedir algunas políticas estratégicas estadounidenses. Soy bastante escéptico de esa lectura. Sí creo que China está interesada en acercarse a Latinoamérica. En los últimos 20 años, ha aprovechado el desinterés de EEUU en la región para aumentar sus relaciones comerciales y económicas. Pero no lo veo necesariamente como un planteamiento hostil a EEUU. En realidad, China parece ser una cosa sola pero son muchísimas empresas. Y a pesar de que muchas son estatales, son diferentes. Las empresas estatales en China compiten entre sí, las provincias compiten entre sí. Entonces, lo que vemos es una serie de distintas estrategias específicas de empresas, desde la compañía de luz de Shanghai hasta la compañía de autos Didi, que tienen intereses específicos a la hora de participar en América Latina como inversores. No lo veo tanto como una China hegemónica manipulando todas estas inversiones sino que la veo como una variedad de empresas que tienen intereses específicos. Para resumir, sí hay un interés mayor de China en América Latina. Sí creo que a Xi Jinpigin le encanta la idea de estarle picando el ojo a EEUU. Pero no lo veo como una amenaza estratégica para Washington o para la relación de Washington con la región.
-Es muy interesante esa aclaración de que no se trata de una política hegemónica sin fisuras por parte de un estado totalitario sino que también hay intereses particulares de las empresas chinas. Lula visitó Huawei en su viaje a China. ¿El interés que tiene esa compañía de telecomunicaciones en América Latina, que despierta tanta polémica en EEUU por el riesgo que, de acuerdo con EEUU, puede implicar a la seguridad, conecta con algún interés estratégico más delicado, efectivamente?
-Plausiblemente, sí. Se puede entender que la administración Biden le tenga cierto temor a que Huawei, para ponerlo en términos muy generales, controle la nueva frontera tecnológica de telecomunicaciones. En ese sentido, el razonamiento de EEUU sería que en Latinoamérica el 5G va a estar en manos de una empresa china, amiga el régimen chino, que además tiene una política de manejo de la información de la que EEUU desconfía, que podría estar compartiendo informaciones, por ejemplo, con el gobierno en Beijing: todas estas cosas son plausibles. Ahora, también es cierto que hay una lógica capitalista en la entrada de Huawei en América Latina: es un negocio. Entonces, no creo que sea obvio el salto a lo estratégico. Huawei es el ejemplo en donde el argumento americano es más plausible. Pero la verdad es que hay muchas empresas chinas entrando en América Latina, y Huawei es sólo una de ellas. Hay interés chino en hoteles en República Dominicana. Hay una gran variedad de intereses diferentes. De hecho, esa variedad es mayor hoy que antes. Hace 20 años, China iba a América Latina por recursos naturales, por commodities. Invertía en puertos, trenes y autopistas para llevar las commodities a los puertos y de ahí, a China. Esa era la lógica. Esa lógica ha cambiado. Ahora hay una variedad mayor. Hay mucho más interés en el mercado de consumo latinoamericano. Responde a una lógica comercial y económica. No queda claro que haya una lógica imperial, maquiavélica, por parte de una China unificada.
EEUU vs China en América Latina: el Triángulo del Litio, ¿Avance geopolítico o desarrollo comercial e industrialización?
-En este cambio en los intereses de China, de las materias primas a otro tipo de sectores, está el tema del litio que tanto preocupa también a EEUU. La generala Laura Richardson, jefa del Comando Sur de EEUU, ha estado en la Argentina y se ha encontrado con las más altas autoridades. También ha declarado en el Congreso estadounidense su preocupación por un desembarco más decidido de China en la región. Así como Huawei podría tener un costado estratégico, ¿el litio es otro de los intereses de China con una arista más estratégica?
-Las empresas chinas han sido las primeras en enfocarse con mucha fuerza en el litio a nivel mundial. Hace tiempo que China decidió que la movilidad eléctrica iba a ser una prioridad. Sí, sospecho que esa es una política de Estado. Entonces, ha invertido muchísimo en tecnología de baterías y de transporte eléctrico y se ha dedicado a buscar por el mundo los recursos naturales que sostienen esta estrategia: litio, cobalto y níquel. Una variedad de minerales. Hay mucho litio en América del Sur y China le ha entrado muy intensamente, en particular en la Argentina y un poco en Chile. También en Bolivia hay interés chino pero todavía no se ha concretado nada. Eso sirve a una estrategia de Estado que es ir por esta tecnología. Ahora, de ahí a decir que esto es hostil a EEUU requiere un paso que no es obvio. Por otro lado, entiendo que la administración Biden de pronto se dé cuenta de que la movilidad eléctrica va a ser muy importante, de que EEUU también va a necesitar establecer sus redes de recursos para alimentar y desarrollar esta tecnología. En el mundo de hace cinco años, cuando la relación con China podía ser difícil pero no era hostil, la idea de que China controlara el suministro de baterías no era visto como un problema. Ahora lo es. Ahora, Washington necesita pensar cuál va a ser su vía de suministro alternativa a China. Y ve que Sudamérica tiene un montón de litio. Ya lo podemos ver en políticas americanas: el año pasado, EEUU pasó la legislación ambiental de Biden con incentivos fiscales para construir baterías en América del Norte, usando minerales en los que los chinos no están metidos. Eso va a requerir que EEUU busque su propio litio, y probablemente irá a tocar la puerta de la Argentina, de Chile y de Bolivia también.
“La probabilidad y la idea de usar a China como motor de una industrialización en América Latina en base al litio me parece un poco fantasiosa”
-En este viaje a China, el ministro de Hacienda de Brasil, Fernando Haddad sostuvo que buscaban la colaboración de China para industrializar todavía más al Brasil. En la Argentina, el presidente Alberto Fernández ha dicho que la Argentina tiene que dejar de ser simplemente un exportador de materias primas y, en el caso del litio, debe convertirse en un exportador de baterías de litio. ¿Qué chances hay de que China acompañe con inversiones esa industrialización, por ejemplo, del sector del litio?
-Ese es un sueño que Latinoamérica ha tenido desde hace mucho tiempo: el sueño de que vamos a aprovechar nuestros recursos naturales abundantes para convertirnos en naciones industrializadas, para desarrollar una industria. Hasta ahora, francamente, nunca ha funcionado. La probabilidad de que funcione con nuevos materiales como el litio también es escasa. La probabilidad y la idea de usar a China como motor de esa industrialización me parece un poco fantasiosa. No veo por qué a China le pueda interesar que se industrialice Brasil o la Argentina. Durante los últimos 20 años, la política de China ha sido en favor de la industrialización de China. No veo la razón estratégica de expandir esa visión para incluir a los brasileños o a los argentinos. No me queda para nada claro. En mi opinión, quizá algunos chinos pondrán fábricas de baterías eléctricas en la Argentina o en Bolivia o en Brasil, pero no será porque les interese esta industrialización. Será porque, quizá, la Argentina, Bolivia o Brasil los obliguen con alguna política pública. Por ejemplo, los chilenos tienen una política que establece que las empresas de litio tienen que reservar un cierto porcentaje para venderlo a precios debajo del mercado a empresas que vayan a desarrollar el litio en Chile. Éste es su intento de jalar inversión en baterías. Bolivia ha hablado un poco de lo mismo. México, también. En la Argentina, también se ha mencionado reservar litio y no exportarlo todo para atraer inversiones más arriba en la cadena de valor. Pero eso va a ser, no sé si imposible, pero complicado sin duda.
-¿Esa complicación a que podría deberse? ¿Al capital que demanda?
-Demanda capital, tecnología y recursos humanos. Estas tres cosas son escasas en la región en la magnitud necesaria. Los países de la región están lejos de los mercados consumidores de baterías y de autos eléctricos. Y están lejos de las cadenas productivas de estas cosas. La manufactura de baterías requiere mucho comercio de ida y vuelta. Hay muchos componentes y, en el mundo globalizado que conocemos hasta el momento, no sé si en el futuro, esto ha requerido mucho comercio de ida y vuelta. Y América del Sur, Chile, la Argentina, Bolivia y Brasil están lejos de los otros polos de estas cadenas. Supongamos que uno de los países del Triángulo del Litio se puede convertir en un gran productor de baterías pero dudo que los tres lo logren. Ése es otro problema: hay muchos que quieren la misma cosa. No es imposible pero el camino va a ser arduo, en subida. Por otro lado, China quiere mantener su dominio en el mercado de baterías. Hoy, China produce 70 por ciento de las baterías eléctricas en el mundo y produce cerca del 95% de los ánodos y el 85% de cátodos. Es un dominio muy brutal.
-¿Cuál es su principal comprador de baterías? ¿Estados Unidos?
-No. China misma porque China es el mayor productor de autos eléctricos. De hecho, la fábrica más grande de Tesla está en China. China tiene sus propias montadoras de autos eléctricos. Hoy es China el mayor mercado.
-Es decir, China es el principal mercado de baterías para los autos eléctricos que se fabrican ahí. ¿Y Estados Unidos no adquiere baterías chinas?
-Sí, también adquiere baterías de China. Es un mercado importante pero no es el más grande. China es el mayor mercado. Europa occidental también es mercado para las baterías chinas.
“Respecto de Huawei, el razonamiento de EE.UU. es que en Latinoamérica el 5G va a estar en manos de una empresa china, amiga del régimen chino, que además tiene una política de manejo de la información de la que EEUU desconfía: todas estas cosas son plausibles. Ahora, también es cierto que hay una lógica capitalista en la entrada de Huawei en América Latina: es un negocio”
El avance de China en América Latina. De los recursos naturales a la diversificación
-De acuerdo con su análisis sobre cómo se comportan las inversiones chinas en América Latina, se ve que China desplazó a EEUU del primer puesto como comprador de los productos de exportación de Brasil. Por otro lado, las inversiones de China en la Argentina han crecido. En Brasil, se han reducido en algunos sectores y se han han fortalecido en México. Esos cambios en los flujos de inversiones y de exportaciones, en un mundo como el de hoy, donde la mano blanda del capitalismo es un espolón de proa para influencias de otro tipo, ¿podría suponer un cierto riesgo estratégico?
-En una cierta manera medio nebulosa, sin dudas. Pero el análisis requeriría ir más específicamente a cuáles serían los caminos, las vías en que una cosa se convierte en otra. Porque la creciente relación económica entre China y América Latina se puede entender como producto de una perfecta complementariedad. China se estaba convirtiendo en un poder manufacturero. Necesita energía, minerales, mucho más alimentos para alimentar una población muy grande que está subiendo de nivel económico. América Latina produce todas estas cosas. Es una relación con una lógica positiva innegable. Al mismo tiempo, EEUU ha perdido mucho interés en la región, y ahí sí hay un desafío estratégico para EEUU. Dentro de poco, por ejemplo, empresas chinas van a ser dueñas de toda la distribución eléctrica en Lima. ¿Cómo lo hicieron? Una empresa china le compró su parte de la distribución a una empresa estadounidense y la otra, a una empresa italiana. La entrada de China también se da con la salida de empresas de EEUU y Europa occidental. Y esa salida también es interesante. No sólo hay una desatención desde Washington, que ha estado ocupado con el Medio Oriente, luego con Asia y ahora con Ucrania y no le ha prestado mucha atención a América latina. También hay una desatención por parte del capitalismo y del empresariado americanos. México es una excepción por su vínculo con EEUU a partir del NAFTA. Pero hacia abajo de México, ha habido mucho desinterés. En el desarrollo del mundo globalizado tal como lo conocimos hasta ahora, estas cosas son normales. Ahora que China y EEUU son rivales estratégicos, la pregunta es: ¿es esto un problema? Te voy a dar una respuesta insatisfactoria: puede ser que sí y puede ser que no. Pero lo que hay que ver es cómo una cosa podría afectar la otra. Podríamos pensar, por ejemplo, que ahora que China invirtió tanto en la Argentina podría plantear que la Argentina no le venda litio a Washington porque si no, podría tomar alguna decisión en relación a los Swaps.
-Según usted ha planteado en una columna, las inversiones chinas en la Argentina pasaron de casi nada a un 26 por ciento en 2022, sobre el total de inversiones directas de China en la región. Y en México, donde usted señala que EEUU tiene una fuerte presencia, las inversiones chinas aumentaron de un 11 por ciento al 21 por ciento.
-En cada país, aumentaron por razones diferentes. En la Argentina, el litio ha sido muy importante. Estaba leyendo un reporte que muestra que desde 2020 han entrado o hay anuncios de inversión por 4 mil millones de dólares en la Argentina, todo en litio. La lógica de México es un poco distinta. Cuando Washington empezó a ponerle tarifas, barreras comerciales a importaciones de China, algunas empresas chinas empezaron a establecerse en México para evadir las restricciones. Para aprovechar el tratado de comercio entre México y EEUU, pues los chinos se van a México.
Argentina y Vaca Muerta, ¿cuánto le interesa a China?
-Entre 2005 y 2009, de acuerdo con sus datos, las materias primas representaban el 95 por ciento de las inversiones de China en la región pero desde 2019, cayeron al 41 por ciento. La Argentina está apostando al desarrollo de Vaca Muerta y al petróleo y al gas no convencional. ¿Esa producción de la industria fósil no sería un atractivo para China?
-Es una muy buena pregunta. No creo que China vaya a dejar de comprar energía fósil de un día para el otro. La energía fósil es una parte muy importante de la matriz energética en China, y en el mundo. No veo un abandono de la energía fósil como un riesgo inminente. Lo que sí ha ocurrido es que China también está mirando las energías renovables. Su inversión en tecnologías alrededor de la energía renovable en América Latina ha crecido muchísimo no sólo en litio sino también energía solar, en energía eólica. De todas formas, no creo que signifique que vaya a dejar de comprar energía fósil. El uso de carbón en China ha aumentado una brutalidad.
El riesgo estratégico de América Latina, ¿China o la guerra en Ucrania?
-¿América Latina puede encontrar vías de crecimiento de la relación con China que no complique su relación con EEUU? ¿O la tensión también va a atravesar las relaciones comerciales de América latina?
-América Latina no puede decidir no relacionarse con China porque se va a enojar Washington. No es una postura viable, útil, constructiva. América Latina tiene que aprovechar las oportunidades y China le está ofreciendo capital, inversiones y mercado para sus exportaciones. Hay que tomar esas oportunidades con todo el cuidado que se merecen, negociándolas bien, abriendo mucho los ojos. Y no me parece evidente que esto implique un problema con Washington. Hay una anécdota reciente, curiosa, en relación a la contribución de EEUU al fondo amazónico de Lula. Cuando Lula vino a Washington, había un gran expectativa en Brasil. Esperaban una declaración de Washington en torno a una contribución masiva, y nada. Se terminó hablando de unas cantidades muy pequeñitas, tan pequeñitas que ni siquiera las metieron en el comunicado final. Bueno, va Lula a China, habla muy bien con Xi Jinping, va a Huawei, nueva relación. Al día siguiente, EEUU anuncia que van a poner 500 millones de dólares en el fondo amazónico. Si uno lo ve de manera más maquiavélica, hay un modo de jugar de los dos lados que puede ser beneficioso para la posición latinoamericana.
-El riesgo de que China se convierta en un mejor socio con América Latina alienta a EEUU a aumentar su participación en la región.
-Exactamente.
-La última cuestión. En el marco de la guerra que se vive en Ucrania a partir de la invasión rusa, siempre preocupa el acercamiento y el entendimiento entre China y Rusia. Hay un análisis que sostiene la existencia de una especie de red global de colaboración entre las autocracias. Esa falta o esa menor transparencia que tienen los regímenes totalitarios del partido único como el chino, o las autocracias como Rusia, ¿puede implicar una falta de transparencia en las relaciones comerciales y en el tipo de acuerdos entre China y América Latina, con riesgos de corrupción en los tratados comerciales?
-Es algo a lo que hay que prestarle atención y es algo que América Latina tiene que tener muy en mente. Es cierto que China es una autocracia y los países de América Latina no pueden perder eso de vista a la hora de las negociaciones. Además, China tiene intereses estratégicos, y también es útil prestarles atención. Volviendo al punto de partida de esta conversación, estoy menos preocupado por la idea de una amenaza china en América Latina a partir de sus inversiones y sus relaciones comerciales. Sí creo que la situación en Ucrania puede complicar mucho a una posición latinoamericana que trata de mantenerse fuera del conflicto, que trata de mantenerse autónoma, no alineada, como quieras llamarle. Las declaraciones de Lula que parecen ser favorables a la posición rusa sí pueden causar problemas, por ejemplo, en el Congreso americano. Le pueden atar las manos a la administración Biden y forzar decisiones que no serían muy promisorias para los países latinoamericanos. Ese conflicto sí puede ser muy complicado de administrar. En algún momento, es posible que los países latinoamericanos van a tener que decir estoy de este lado o del otro. No va a ser fácil decir me gusta un poquito este y un poquito aquel y todos son malos y todos son buenos. A ese argumento lo veo frágil y vulnerable. Y eso puede obligar a Latinoamérica a repensar la postura estratégica y a repensar su postura económica también, porque están relacionadas.