Barbie, la verdadera “toy story”
Se estrena mundialmente esta semana; la película basada en una deconstrucción de la muñeca más famosa genera un furor cromático y coincide, además, con el de otro film sobre un símbolo del siglo XX: la bomba atómica
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Pantone 219 C o #e0218a. Es un rosa intenso, más cerca del artificial de las gomas masticables que de la candidez de la infancia femenina estereotipada. Es el rosa Barbie que ya protagoniza el fenómeno Barbiecore, que precede y excederá el estreno –el próximo jueves, mundialmente– de la película sobre la muñeca más famosa.
El film es el experimento de la industria pop más curioso de esta temporada: comisionada a la siempre inteligente guionista y directora Greta Gerwig, quien además sumó a su pareja Noah Baumbach (ambos expertos en reflexiones sobre la vida actual desplegadas en parlamentos y escenas domésticas en el Hollywood moderno), vuelve más audaz y menos convencional la apuesta de Mattel y Warner de convertir a la versátil muñeca en estrella de cine.
“Una meta-comedia que se mueve entre el idealizado y plástico universo de las muñecas y el mundo real de la empresa que las creó”, sintetiza esta semana la revista The New Yorker. Gerwig llega tras haber dirigido Mujercitas (2020).
La actriz Margot Robbie y el actor Ryan Gosling ocupan los roles de Barbie y Ken: casi la definición de belleza hegemónica sobre la que se despliegan las peripecias, aventuras y el cinismo que el tráiler promete. Esta es, en todo caso, la verdadera “toy story”, la vida interior del juguete simbólico de la femineidad en su fase de deconstrucción. La adolescente de figura espigada que hizo que, en lugar de a un bebé, sus dueñas o dueños cuidaran a una coqueta figura en el paso a la adultez.
Ningún debate de género, tan actuales, puede sortear la figura de Barbie: y esa es gran parte de la vigencia a la que apuesta Mattel. No es un juego de niñas: a la apariencia física de diseño de la muñeca (“ser una Barbie”) se le suma ahora la ambición de un drama con cerebro y corazón de los autores de Frances Ha (Gerwig, 2012) o Historias de familia (Baumbach, 2005).
Si Pixar montó un revolucionario emporio creativo alrededor de convertir en entrañables protagonistas a los muñequitos olvidados en el fondo del canasto, ahora la misión es devolverle la vida a la muñeca que tuvo todos los roles.
“Mi tesis es que necesitamos hacer una transición de ser una empresa fabricante de juguetes a una empresa de propiedad intelectual, que maneja franquicias”, define Ynon Kreiz, el actual CEO de Mattel. Tras la vigencia de los superhéroes de los cómics de Marvel, convertidos en las grandes figuras que dominan las pantallas y la taquilla del siglo XXI, parece el paso lógico ir al rescate de la bella muñeca. Los tiempos exigen, es cierto, una mirada inteligente que le permita trascender justamente la superficialidad de su silueta y el impacto que su color característico tenga en la moda y en las imágenes de Instagram o TikTok. Y después de Barbie prometen ir por el resto de su catálogo de personajes.
El juego viene de hace tiempo: Barbie ya tiene más de 60 años desde que irrumpió con su traje de baño rayado y enterizo, y su cajita de celofán, a un precio de 3 dólares en 1959. En su primer aviso comercial, ya lucía sus accesorios y hasta su versión en traje de novia inmaculado.
El calendario de estrenos, de todos modos, trae una curiosidad: la película se estrenará mundialmente en simultáneo con Oppenheimer, el último film de Christopher Nolan, dedicado al científico creador de los descubrimientos físicos detrás de la bomba atómica. La coincidencia abre el juego sobre el “Barbenheimer”. Dos grandes símbolos del siglo XX, el horror máximo y el drama del hombre que protagonizó esa proeza y sus consecuencias no deseadas, y la muñeca que comenzó en 1959 de manos de Ruth Handler y hoy factura 1500 millones de dólares al año.