Dulce Granados, la esposa del "sheriff", custodia de la lealtad política y los negocios familiares
La diputada nacional y mujer del ministro de Seguridad bonaerense defiende la fidelidad K y pelea por suceder a su marido en Ezeiza
Todos la conocen como Dulce, pero su verdadero nombre es Isabel Beatriz Visconti. Quien la rebautizó así fue su marido desde hace 34 años, Alejandro Granados, el actual ministro de Seguridad bonaerense, el padre de sus dos hijos, el hombre que, a punto de aceptar nuevos cargos, ya le entregó tres papelitos con su propia firma diciéndole "amor, te prometo que es la última" y no cumplió.
A él lo conoció empresario gastronómico, dueño de la parrilla El Mangrullo, el gran quincho peronista al que asistieron a comer asado desde Carlos Menem y Diego Maradona (de cuyo hijo Dulce es madrina) hasta Bill Clinton y, a pesar de que muchas veces se resistió, lo ha acompañado como esposa y como militante a lo largo de su carrera política: desde 1994 como primera dama de Ezeiza y a partir del último agosto, cuidándole las espaldas a sabiendas del riesgo que significa ser el elegido por Daniel Scioli para endurecer la gestión en seguridad tras la derrota del oficialismo en las PASO frente a Sergio Massa.
"Siempre hay más, siempre hay más. Ahora encima me dice que le cuide el boliche", se queja mientras controla a la distancia las carpas que están levantando en las inmediaciones del restaurante familiar ubicado sobre la autopista Riccheri, a pocos kilómetros del Aeropuerto Internacional de Ezeiza, donde esta semana se llevará a cabo un congreso de responsabilidad social del que participarán los ex presidentes Lula da Silva y Felipe González y el premio Nobel de Economía Amartya Sen, invitados todos a alojarse en hotel Holiday Inn, el otro emprendimiento que tienen los Granados en la zona, y del que ella es gerenta general.
Aunque las luces parecen haberla iluminado más en las últimas semanas, no sólo por ser la señora del flamante "sheriff" del conurbano sino por haber presentado un proyecto de ley para multar a quienes se pasen del kirchnerismo al massismo, la diputada nacional Dulce Granados hace años que vive de, por y para la política. Con sus 53 años, esta virginiana ya tuvo tres mandatos en la Cámara de Diputados de la Nación (de 1993 a 2001 y de 2009 a la actualidad) y uno como diputada provincial (2005-2009). Ahora va por su reelección: está 12a en la lista del Frente para la Victoria. Además, como aseguran en Ezeiza, es la eterna jefa de campaña y pitonisa de su marido.
Peronista por naturaleza
Si bien su padre es peronista, su primer hogar no perteneció al mundo de la política, sino al del espectáculo. Dulce es hija de Abel Visconti, integrante del reconocido dúo folklórico, y se crió entre guitarras y peñas. Supo de niña sobre el general Juan Domingo Perón por una anécdota que contaba su papá en las sobremesas de los domingos: resulta que, de joven, él había hecho una larga cola acompañando a otras personas que pretendían acceder a un crédito para la vivienda que otorgaba el gobierno peronista, y cuando fue su turno, en lugar de un préstamo pidió plata para una guitarra. "¿Para qué quiero una casa si no tengo trabajo?", les dijo a quienes recibían las peticiones. El relato familiar dice que ese mismo día lo acompañaron a la vieja Casa Núñez y le compraron la mejor guitarra que había en plaza. Y que, desde ese entonces, todos los Visconti, incluida quien todavía era Isabel, se hicieron justicialistas.
Sin embargo, a Alejandro Granados lo conoció bailando un tango. Estaban en una fiesta en el viejo Mangrullo (a 4 kilómetros del actual) cuando él la vio. Se había lucido en un show repleto de quebradas y ochos, el mismo que ya había bailado acompañando al maestro Mariano Mores y con el que había visitado Colombia, Ecuador y otros países de América latina. Recuerda que fue amor a primera vista y que no pasó mucho tiempo para que estuvieran compartiendo la vida. La política les llegó mucho más tarde, en tiempos de Carlos Saúl Menem.
Es más, quienes siguen de cerca al matrimonio dan fe de que fue Dulce quien acercó al ministro de Seguridad al Partido Justicialista (PJ). También al menemismo. "No reniego de donde vengo. Por ese entonces, en la Argentina se estaba dando un fenómeno político y quien lo encarnaba era un personaje con patillas, del norte del país, que tenía que ver con lo folklórico. Encima cuando me lo presentaron me dijo: «Vos sos la hija de Abelito Visconti». ¿Cómo no íbamos a seguirlo? Es cierto, fuimos menemistas, también duhaldistas, kirchneristas; menos herministas y cafieristas, fuimos todo. Y cuando nos pareció que había que ir detrás de Néstor, le avisamos a Menem, que era un amigo, que no lo íbamos a acompañar en el ballottage, y nos fuimos. Así es la política, el que avisa no es traidor", explica la rubia y espigada diputada nacional, harta de que le enrostren su pragmatismo dentro del justicialismo, el mismo que en las últimas semanas ha llevado a muchos de sus compañeros a irse tras los pasos de Massa.
Pero esta vez son otros los ojos con los que Dulce registra estos cambios de bote. Por eso se animó a desempolvar un proyecto propio de 2008 que propone multar hasta con $ 1 millón a aquellos dirigentes que se cambien de partido o que voten en un sentido diferente al de la fuerza política que les permitió hacerse de una banca. También propone suspender a los "traidores", prohibirles ser elegidos por un período de entre 8 y 12 años, y privarlos de sus dietas.
Hay quienes consideran que la iniciativa es un tiro por elevación para Leonor Granados, media hermana de su esposo, y una de las tantas que decidió abandonar al oficialismo para irse tras los pasos del ambicioso intendente de Tigre. Pero lo cierto es que la medida fue presentada en la Cámara de Diputados de la Nación, y su cuñada es parte de la Legislatura provincial (por lo que no se vería afectada de aprobarse). Lo que en realidad parece estar evidenciando es el anticipo de la pelea que se viene por la jefatura de Ezeiza (hoy formalmente en manos del concejal Oscar Cicco), cargo que ambas pretenden y para el que Dulce tiene todas las de ganar, sobre todo después de que la propia Presidenta la postuló el mes pasado en un acto en la Universidad Provincial de Ezeiza.
"El (en alusión a Néstor Kirchner) decía que Dulce tendría que ser la intendenta, pero parece que Alejandro todavía no la deja. Pero para la próxima es Dulce sí o sí. Porque ahora estoy yo y la voy a bancar", dijo Cristina en septiembre pasado, mitad en broma, mitad en serio. Tal vez viéndose reflejada en esa pareja de pueblo chico, donde también es un Él quien habilita la carrera política de su mujer.
Hasta que se agoten los tiempos para las decisiones, ella seguirá haciendo lo que mejor sabe: ocupar el lugar que le reservan en las listas y cuidar los negocios familiares. También preparar la boda de su hija Barbarita. Y encontrar casa en Pinamar, para pasar el verano cerca del Operativo Sol. Siempre con bajo perfil. Salvo que se cruce con la cuñada o que le quieran "primeriar" una iniciativa. Si hay algo que le molesta es que "algunos anden adueñándose de haber hecho punta con las policías comunales, cuando fui la primera que presentó el tema ya hace varios años. Fuimos escuela de muchos intendentes que nos venían a preguntar cómo habíamos hecho para copiarse. Algunos, ahora, hasta se dicen opositores", apunta, y pasa factura.
- Nombre y apellido
Isabel Beatriz Visconti - Edad
53 años - Herencia peronista
Hija del folklorista Abel Visconti, es peronista de familia. Casada con Alejandro Granados hace 34 años, tienen 2 hijos. Es primera dama de Ezeiza desde 1994. - Diputada y empresaria
Tuvo tres mandatos como diputada en el Congreso nacional y uno en la provincia. Maneja el restaurante El Mangrullo y un Holiday Inn, que son propiedad familiar.