Dos revistas literarias, y algunos autores fundamentales
Hay dos noticias para difundir con entusiasmo: la aparición de Review, la versión local de The New York Review of Books,y la edición del segundo número de la revista-libro El Ansia, que dirige José María Brindisi
Mientras en la Argentina las revistas literarias impresas son parte del pasado y los suplementos culturales hacen lo que pueden con la responsabilidad de timonear para un público masivo parte de esa tradición, hay al menos dos noticias que habría que difundir con cautela pero también con entusiasmo: la aparición de Review, la versión local de The New York Review of Books, una publicación bimestral de cultura, literatura y política; y la edición del segundo número de la revista-libro El Ansia, que aparece una vez al año y dirige el escritor José María Brindisi.
La primera, que tiene al frente al periodista José Natanson, se consigue en kioscos de revistas, y recupera en castellano artículos aparecidos en la versión original de NYR, a los que se suman algunas contribuciones de colaboradores locales. La segunda es una publicación de tapa dura y unas trescientas páginas que se comercializa en librerías y museos, y se dedica a analizar en profundidad la vida y la obra de tres autores argentinos contemporáneos (vivos y en actividad) en cada una de sus entregas.
El año pasado El Ansia eligió debutar con el análisis de tres escritores disímiles entre sí, aunque con el denominador común de la anuencia crítica: Marcelo Cohen, Hernán Ronsino y Alberto Laiseca. Para el 2015, los nombres elegidos acaban de ser develados, y no son menos interesantes que sus antecesores: Edgardo Cozarinsky, Gustavo Ferreyra y Luis Chitarroni. ¿Qué es lo que hace atractiva a El Ansia, más allá de la calidad de la impresión y de su carácter de libro-objeto?
Mientras en la Argentina las revistas literarias impresas son parte del pasado y los suplementos culturales hacen lo que pueden con la responsabilidad de timonear para un público masivo parte de esa tradición, hay al menos dos noticias que habría que difundir con cautela pero también con entusiasmo: la aparición de
Una respuesta podría ser el diseño de su oferta de contenidos. Cada uno de los apartados dedicados a los escritores seleccionados está, a su vez, con recurrencia hegeliana, dividido en tres partes. La primera ofrece "Versiones" de Cozarinsky, Ferreyra y Chitarroni, es decir, perfiles y evocaciones biográficas, y el abordaje de sus obras. Daniel Link, Mario Bellatin y Matías Capelli escriben sobre Cozarinsky. Pedro Rey, Oliverio Coelho y Jorge Consiglio sobre Ferreyra. Sergio Chejfec, Guillermo Saavedra y Sergio Bizzio sobre Chitarroni. Luego se publican las "Lecturas": textos de terceros elegidos por los escritores homenajeados. Y finalmente, en "Primera persona", textos propios, editados e inéditos, de cada uno de ellos.
Uno no puede dejar de sentir cierta alegría al constatar el respeto, el cariño y la admiración que Cozarinsky, Ferreyra y Chitarroni despiertan en sus colegas. Y al advertir las voluntades que enlazan sus trayectorias: una opción radical por la experiencia literaria (persistente en la escritura pero también en el acto de leer), un carácter esquivo y fantasmal en el manejo de sus figuras públicas, y el cultivo orgulloso y discreto de un pensamiento intelectual propio. La última actualización de estos puntos de contacto tiene forma de novela, y se llama El rufián moldavo (libro de Cozarinsky que acaba de editar Chitarroni y se distribuyó por estos días).
El consejo editor de El Ansia se toma un tiempo prudencial (¡un año!) para elegir los nombres de sus homenajeados, y para elaborar el trabajo textual que acompañará a cada uno de ellos. Y eso se hizo evidente en el resultado final alcanzado, al menos hasta ahora. Sin proponer lecturas críticas reveladoras, sino más bien acercamientos a una obra, pero ajenos a las imposiciones y los caprichos del mercado y a las fluctuaciones de los cánones del periodismo cultural (y despojados, por qué no, de afectaciones herméticas), de los seis perfiles elegidos es probable que todos, o casi todos, pervivan en la memoria de la literatura argentina por mucho tiempo. Varios de los mejores libros (los menos esperables, los más arriesgados) de ficción, crítica y ensayo publicados en los últimos años llevan la firma de alguno de estos seis autores.