¿Dónde empieza la infidelidad?
Te convierte en invisible. Y ser invisible es ingrato
Tengo un grupo fijo de amigas con las que nos encontramos a comer una vez por mes. Y, como siempre, hablamos de todo. De los hijos, de los trabajos, de los maridos o relaciones afectivas... Una de ellas tomó la palabra en la última salida e hizo el siguiente comentario "¿Ustedes saben lo que es estar casada con un tipo que se la pasa conectado a Facebook y a Twitter desde que llega a casa hasta que se va?
Algunas le dieron poca importancia al tema: "Todos son iguales, viste?". "Naaa - dijeron otras- relajate no pasa nada". Hasta que de la nada, la más joven (recién separada) hizo escuchar su voz : "Chicas, para mí es infidelidad. Yo estoy re enganchada por Facebook con un pibe con el que chateamos todas las noches, hasta altas horas con contenido muy hot". Hubo comentarios de todo tipo. "Infidelidad es cuando se encuentra con otra y tienen sexo", opinaron varias. "Okay- retrucó Caro- yo estoy a full, para mí es una relación estable. Imaginen todas las noches y durante el día,varias veces, no necesito más . En algún momento nos encontraremos". Y fue el tema excluyente de la reunión.
Qué es más complicado de soportar, de entender, que alguien me ocupe la cabeza o me ocupe el cuerpo
Hasta hace muy poco yo hubiese pensado que hasta que no hubiera un encuentro carnal no sería considerado infidelidad.
Ahora bien, qué es más complicado de soportar, de entender, que alguien me ocupe la cabeza o me ocupe el cuerpo. Desde hace tiempo uno sabe que el sexo empieza en la cabeza. El cuerpo - a esta altura de la vida- es casi lo de menos. No debe ser fácil estar en un lugar con tu cuerpo y con la cabeza en otro lado. Una puede aceptar a regañadientes que su pareja tenga la energía en el trabajo, en el fútbol, en fin, en cualquier cosa que a un hombre no se lo lleve puesto día y noche. Porque tanto el trabajo como el fútbol son tareas fáciles de compartir. Uno las ve, son palpables. Pero estar con una mujer o con un hombre que se pasa horas en la computadora, te convierte en invisible. Y ser invisible es ingrato.
Indefectiblemente al otro lo deja afuera. Por dar un ejemplo inofensivo, cuando voy a comer con mi nieto Tomi de 18 años, le pido que apague su celular. No me hace feliz que con medio ojo me mire a mí y con el otro esté controlando su celular. Necesito un momento de intimidad, de atención. En las parejas pasa lo mismo.
¿Será que todos los maridos tarde o temprano se convertirán en hombres que nunca estuvieron?
Cómo se crea un espacio de intimidad si "el tercero es el aparato". La clave de todo pirata es negar, ese famoso "yo no fui", pero debe ser muy esforzado "negar la ausencia". Me viene a la memoria la película El hombre que nunca estuvo, de los hermanos Coen, con su personaje que no dejaba rastros en su camino. ¿Será que todos los maridos tarde o temprano se convertirán en hombres que nunca estuvieron? ¿Y cómo manejar los celos en situaciones supuestamente tan abstractas? ¿Celos de qué? ¿De las redes sociales? ¿De la no atención? ¿De sentirnos afuera? Yo puedo confesar que tengo celos de la ausencia de atención. Y si lo que me deja afuera es un aparato también me dan celos. Creo que hay una nueva intimidad que es la intimidad virtual. Que no es para nada abstracta. Es una presencia constante que te rompe el corazón. Es un nuevo triángulo amoroso. Vos, yo...y el aparato
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