Dividir Buenos Aires y acordar un nuevo pacto de unión nacional
Hoy Buenos Aires es ingobernable y presenta indicadores sociales inadmisibles. Las recientes y visibles dificultades para organizar los cuidados contra el Covid y la vacunación, o las desprolijidades y la inoperancia en la lucha contra las drogas y el narcotráfico nos eximen de comentarios. La provincia tiene el tamaño y las distancias de un país como Italia, pero mantiene un diseño político anacrónico, donde todo se superpone como capas de cebolla, como con acierto lo describe Andrés Malamud: 8 secciones electorales, 12 regiones sanitarias, 19 departamentos judiciales, 32 jefaturas departamentales de seguridad, 25 regiones educativas y 135 municipios. Incluso todo superpuesto con organismos nacionales con objetivos declamados semejantes y aun a veces con respuestas municipales –que suelen ser mucho más eficientes– para las mismas materias.
Un enorme derroche de recursos y una dramática pobreza de resultados. En Buenos Aires se gasta cada día más pero la gente está cada día más restringida en sus opciones personales y recibe cada vez menos y peores prestaciones públicas. Estamos conduciendo a niños y jóvenes por un sendero de crónica y creciente decadencia.
En el libro que presentamos a fines del año pasado propusimos analizar, junto a estudiosos y lideres políticos, datos históricos que recuerdan cómo la organización política de Buenos Aires se fue adecuando para enfrentar distintas realidades, sea en tiempos coloniales o cuando el Estado de Buenos Aires estuvo separado y en guerra con la Confederación Argentina, hasta la formación de la reciente CABA y la configuración del informal AMBA. También explicitamos el remedio que propone la Constitución Nacional en su artículo 13° y, en concordancia, la Constitución Provincial.
Debemos rediseñar Buenos Aires y estructurar un proyecto arquitectónico y ordenador, para que los esfuerzos estén distribuidos con justicia y los beneficios lleguen a todos cambiando estructuras anacrónicas por modelos de gobernanza ágiles, transparentes, simples y dinámicos.
Por ello, estamos seguros de que es necesario reformular la provincia de Buenos Aires política y administrativamente para interrumpir su decadencia, liberar su energía, recuperar la senda del crecimiento y así garantizar a sus dieciocho millones de habitantes plenitud de oportunidades y su desarrollo personal.
Proponemos dividir Buenos Aires en cinco provincias, con población comparable al resto de las provincias:
Buenos Aires del Norte, con capital en San Nicolas, tendrá 2,2 millones de habitantes en los 40 municipios que la integran.
Buenos Aires del Sur, con Bahía Blanca de capital, 1,4 millones de habitantes en sus 33 municipios;
Buenos Aires Atlántica, con Mar del Plata como ciudad capital tendría 1,2 millones, repartidos en 28 municipios.
Estas tres provincias reunidas en la “Región Buenos Aires”, con las competencias que la Constitución propone en su artículo 124°.
Así se crea un amplio espacio de articulación federal regional en el interior de la provincia, espacio hoy inexistente debido a que toda la agenda de política pública provincial está subsumida en las urgencias del conurbano.
A su turno, el conurbano se divide en dos provincias: provincia de Luján, con capital en esa ciudad y que reúne a 18 municipios con 6,2 millones de habitantes e incluye la mitad del municipio de La Matanza y provincia del Río de la Plata, con capital en La Plata, 17 municipios incluyendo la mitad de La Matanza más próxima a la CABA y 6,5 millones de habitantes.
Las dos serían las provincias más pobladas de la Argentina. Junto a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, proponemos organizar las tres en una Región Urbana Federal, para integrar las infraestructuras de manera más eficientes y homogénea para sus habitantes. Este es el punto más difícil de toda la propuesta, pero responde al problema más complejo de la Argentina que los autores consideramos que necesitamos resolver con prioridad y urgencia extrema para permitir el desarrollo del resto del país.
También proponemos una renovación de los espacios públicos enfocada en los Objetivos del Desarrollo Sustentable (ODS) en 50 ciudades, donde radica la mayor capacidad de educación, trabajo y oportunidades para generar desarrollo territorial colaborativo.
Desde el punto de vista del federalismo fiscal, esta reorganización de la provincia de Buenos Aires mejorará la representación política de las regiones más productivas del país. El producto bruto geográfico per cápita de las tres nuevas provincias, que hoy conforman el interior provincial, es similar a los de Córdoba o Santa Fe. Vale decir que esta región que conforma el grupo tractor de la economía nacional, enfocada en la industria agroalimentaria, metalmecánica y TICs, con alta competitividad internacional, tendría una representación política que hoy tiene diluida.
La propuesta no implica aumentar el gasto político. Las nuevas legislaturas, contando con sus actuales legisladores provinciales, tendrían un número de entre 25 y 30 lo que las constituiría en las legislaturas más pequeñas del país. Además sería la oportunidad de convertirlas en unicamerales eliminando el senado provincial. La conformación de las regiones permitiría administrar servicios comunes –como los de seguridad y justicia provincial– a nivel de las regiones.
Los legisladores nacionales deberán pensar nuevamente el federalismo fiscal, hoy desaparecido en la maraña de la coparticipación que hace décadas ahoga a Buenos Aires. Se deben recuperar las herramientas tributarias que la Constitución Nacional otorga a las provincias y recuperar los incentivos que el gobierno central ha distorsionado en su beneficio. Especialmente el IVA debería deja de ser coparticipable para ser percibido íntegramente en cada provincia y absorber el impuesto a los ingresos brutos, un impuesto altamente distorsivo y regresivo.
En nuestro trabajo proponemos cambiar los incentivos y enfocar –con urgencia– las energías legislativas en resolver estos problemas estructurales.
Entendemos que este año 2022, sin urgencias electorales, con la tensión de una pandemia que nos iguala a todos en dificultades y la experiencia democrática que ya es la más larga de la historia, es el momento para encarar esta indispensable renovación política nacional, que se inicia en la provincia que representa en casi todos los indicadores, al 40 % de los argentinos y debe continuar con varios otros asuntos de progreso y justicia que no debemos postergar.
Quiera Dios que sin pérdida de tiempo los políticos hagamos factible un nuevo pacto de unión nacional y nos aboquemos a resolver el que tal vez sea el asunto más relevante del escenario nacional.
La propuesta reduce sustancialmente la desmesura de la actual provincia de Buenos Aires, lo que facilita que el país vaya transitando de la tensión actual a una situación de armonía que facilite e integre las diferencias.