Diez maneras de contar la maternidad
En palabras. Una selección de relatos que bucean en la intimidad de una experiencia intransferible y ambigua
Hace ya diez años, la crítica e investigadora Nora Domínguez señaló que la madre era una figura casi ausente en la literatura argentina. Al momento de publicación de su trabajo De donde vienen los niños. Maternidad y escritura en la cultura argentina (Beatriz Viterbo, 2007), ella advertía, sin embargo, un cambio en esa situación, provocado, entre otros factores, por el giro intimista de la literatura nacional. Allí consignaba nombres de algunas autoras (Angélica Gorodischer, Matilde Sánchez, Sylvia Molloy) que comenzaban a poblar un imaginario hasta entonces descuidado, negado u odiado. La selección que presentamos de distintos libros escritos por autoras argentinas parte de ese umbral indicado por Domínguez; incluye Historia de mi madre, suerte de "autobiografía en tercera persona" de la narradora Angélica Gorodischer, y la novela El Dock, de Matilde Sánchez, pero llega hasta títulos publicados durante este año, como la novela de Gabriela Massuh, que entremezcla el retrato de una madre en duelo con la denuncia política, o el nuevo libro de Claudia Piñeiro, donde se construye el drama familiar de una mujer que asume una identidad clandestina. En ellos, el giro intimista ha cedido lugar a otras operaciones de escritura vinculadas con la crítica del poder, el erotismo y la sátira social.
Pedimos a algunas de las escritoras un texto breve sobre sus libros, sobre la figura de la madre en sus trabajos, sobre las madres narradoras de las ficciones que leemos o sobre sí mismas como madres; también sobre la madre como una matriz de creatividad y de crítica de la cultura, de la sociedad y del mundo que habitamos. En otros casos, escribimos un texto sobre la obra elegida para esta producción.
Elena sabe y Una suerte pequeña (Claudia Piñeiro, Alfaguara, 2007 y 2015)
"La maternidad está llena de pequeños fracasos que pasan inadvertidos', concluye Mary Lohan, la protagonista de Una suerte pequeña. Pero no se refiere a su caso. Ella es una madre cuyo error no fue pequeño ni pasó inadvertido. Elena, la protagonista de Elena sabe, tampoco entra en esa definición. Las dos novelas cuestionan la maternidad. Pero no el amor madre-hijo sino el rol. En ambas hay mujeres que no quieren ser madres y no lo son, otras que no quieren ser madres y son forzadas a serlo, otras que quieren pero una vez que tienen al bebé en brazos no saben qué hacer. ?¿Por qué creemos que la maternidad llegará con la naturalidad -y la irreversibilidad- con la que llega el otoño o la primavera? [?] La maternidad o se la toma de la forma natural e irremediable [?] o genera demasiadas preguntas.'"
Pendiente (Mariana Dimópulos, Adriana Hidalgo, 2013)
Durante la primera noche con Isaac, su primer hijo, una mujer evoca su pasado amoroso, en el que casi siempre ella interpretó el papel de la mujer abandonada por parientes, amigas y hombres. Aunque con Iván ha formado una familia, no llega a sentir lo que imaginaba que sentiría. Narrada con un tono de amenaza latente, desapegado y a la vez intenso, la novela crea una intriga similar a la de un thriller, enfocada en los aspectos sacrificiales que incluso la maternidad puede adquirir: "El llanto de Isaac da largas campanadas. Iván me mira desde el pie de la escalera [...]. Bajamos. Entramos a la habitación. Nada malo pasa. Hay que hacer esto y aquello, y esto y aquello se hace con trapos y cremas y frascos que han sido ordenados sobre el aparador por Iván. El llanto se calla".
Historia de mi madre (Angélica Gorodischer, Emecé, 2004)
"Mi mamá y yo tuvimos una relación tormentosa. Las relaciones madre-hija suelen ser así y el psicoanálisis te lo explica en medio minuto pero eso a mí me ne frega porque mi mamá se murió y yo no sé si supo que yo la quería pero que a veces no la quería y que nunca la comprendí pero que la quería. Por si acaso escribí todo un libro sobre ella, Historia de mi madre, que es también un libro sobre mí misma. Quise hacerlo un ajuste de cuentas y me salió un intento de reconciliación."
El Dock (Matilde Sánchez, 1993, reeditada por Seix Barral en 2004)
"Convengamos en que 'se espera' de una autora que escriba sobre la maternidad o sepa ?bucear' en ella; esto tiene de estereotipo porque el mundo está lleno de mujeres que abandonan a su hijos o que sencillamente los tienen para regalárselos al mundo. Pero basta leer a autoras como Patricia Highsmith (en ese libro increíble y atípico que es el Diario de Edith), o la trilogía Claus y Lucas de Agota Kristof o cualquiera de los libros de Marguerite Duras para saber que ése es un terreno muy inexplorado. En El Dock me hice una pregunta que aplicaba a mi generación y que luego fue retomada por otros y por el teatro: ¿cómo es ser una guerrera? ¿Qué representa la maternidad para una guerrera? Y sobre todo, ¿qué es ser hijo de una guerrera para esos monstruos débiles y autorreferenciales que hemos sido todos en la infancia? La respuesta que encontré ahí es que la maternidad es responsabilidad y, por lo tanto, puede resolverla mejor la función de adopción, aunque en este caso, la protagonista deje entrever que ha adoptado a un niño como una especie de amante blanco, quien la cuidará en su vejez."
Matate, amor y La débil mental (Ariana Harwicz, Paradiso, 2013 y Mardulce 2004)
"La madre en La débil mental, como la madre en Matate, amor, como la madre en Precoz (una nouvelle que se publica en Mardulce en noviembre de este año) es el centro de gravitación de toda mi escritura. No fue algo buscado, la madre se impuso y se ofreció como el cuerpo perfecto por el que pasa la angustia y el goce más extremo. El nombre de mamá como recurso último, el nombre de mamá como muerte, la madre de la madre de la madre de la madre como puesta en abismo infernal."
Aparecida (Marta Dillon, Sudamericana, 2015)
"Yo no creo que ella haya dado la vida. Creo que miró por el resquicio para buscar esa raja de luz de la diminuta chance de sobrevivir y deslizarse por ahí obstinadamente, sin claudicar su deseo, sin abandonar a sus compañeros", escribe Dillon en la historia que reconstruye la vida de Marta Taboada, su madre, fusilada en una esquina de Ciudadela por agentes de la dictadura militar. Aparecida cuenta también la historia de ambas generaciones, de madre e hija; la de los compañeros de lucha en la agrupación H.I.J.O.S. y la de la autora misma como amante, compañera y madre. A partir del hallazgo, en 2011, de los restos de Taboada por parte del Equipo Argentino de Antropología Forense, Dillon, con recursos provenientes de la investigación periodística y la crónica, apuntes autobiográficos, retratos imaginarios, momentos emotivos y humorísticos, intriga y poesía, entrega un texto de no ficción que se asemeja a una novela de aventuras protagonizada por una mujer apasionada. Documento luminoso sobre el coraje en tiempos oscuros.
Desmonte (Gabriela Massuh, Adriana Hidalgo, 2015)
"En mi novela, Catalina es escritora. Una madre excéntrica cuya elegancia roza ese límite donde ya no se distingue la extravagancia del descuido. Catalina vive en estado de temblor. Lleva un paraguas en días de sol radiante porque no levantó las persianas de su casa; o sale en camiseta y ojotas un día gélido de invierno a comprar cigarrillos. Catalina quiere escribir sobre historias reales; sobre la exclusión y el sufrimiento, pero en su diario le rechazan esas notas. La cultura sólo puede dar buenas noticias, le dicen. A regañadientes, porque necesita el dinero, acepta escribir una nota sobre la literatura argentina actual. Pero mientras escribe vuelca su propia historia sobre el papel: la del misterio de su hijo Antonio, el único amor de su vida, que se juega por el destino de los pueblos de la yunga salteña."
Partida de nacimiento (Virginia Cosin, Entropía, 2011)
"Hace poco mi hija, que ya tiene doce años, me preguntó si esa nena de la que hablo en mi novela es ella, si esa mujer que habla de ser madre soy yo. Me lo preguntó porque, según su propia interpretación, la nena parece por momentos 'un monstruo'. La pregunta que tanto temí cuando publiqué el libro había llegado. No sé si mi respuesta satisfizo su curiosidad, pero le dije que en parte era y no era yo, que era y no era ella. Sé de otras madres que se escandalizaron por el nivel de brutalidad de algunos pasajes. Probablemente porque esos pasajes constituyen un espejo demasiado nítido en el cual reflejarse, uno de esos espejos-lupa en los que se puede ver hasta la más mínima imperfección."
Madre soltera (Marina Yuszczuk, Mansalva, 2014)
"¿Dónde hablan las madres? ¿Y qué tiene para decir una madre? O más modestamente: ¿qué tengo para decir, yo, ahora que soy madre? Madre soltera es una especie de diario de los primeros meses con un bebé, escrito bajo la premisa de decir lo que me daba vergüenza. A una mujer se le indica de mil maneras, sutiles y no tanto, lo que debe sentir cuando se vuelve mamá: orgullo, ternura, emoción, instinto, sensación de logro. Pero en la intimidad de las noches sin dormir y los días ocupados aparecen también la confusión, la incertidumbre, el cansancio, el parto como terremoto y no sólo como historia clínica, un sacudón profundo del que quise dejar, apenas, un pequeño registro."
Lengua madre (María Teresa Andruetto, Mondadori, 2010)
Julieta, una joven investigadora que vive en Múnich, regresa a Trelew luego de la muerte de su madre. Allí se encuentra con un pedido de ultratumba: debe leer un conjunto de cartas que no fueron escritas por su madre sino por aquellos que le escribieron a lo largo de su vida. Así, con las voces de los otros, la protagonista reconstruye y escribe la historia de su madre, la de la madre de su madre y la de ella misma. Mediante los itinerarios inscriptos por los personajes, sus migraciones, exilios e insilios forzados o voluntarios, Andruetto posibilita que, en una historia familiar, resuenen los ecos de las luchas sociales en la historia argentina. Sutil novela epistolar, que representa un caso atípico en el género, Lengua madre forma parte de un proyecto mayor de la autora, que también integra su novela más reciente: Los manchados.