Diana Bellessi: "La poesía siempre fue un mendigo que al final se viste de gran héroe"
Dueña de una de las voces poéticas más singulares del país, cree en una escritura "ligada al transcurrir histórico" en el que se vive, pero que a la vez logra atravesar su propio tiempo
CORDOBA.- Desde Zavalla, su pueblo natal situado en el sudeste santafesino, Diana Bellessi (1946)llega a la cita en un bar librería de la peatonal 9 de Julio de esta ciudad acompañada de dos amigas. A la noche siguiente cerraría, con María Negroni, la quinta edición del Festival Internacional de Poesía de Córdoba organizado por tres editoriales independientes cordobesas. Allí leería textos de su nuevo libro aún inédito, que llevará como título el de un poema de Pasos de baile, su libro anterior.
Ese volumen estaba "ambientado", si se puede decir así, en el paisaje del delta de Tigre. Los nuevos textos de la poeta ?ganadora del premio Nacional de Poesía en 2011 por Tener lo que se tiene? están lejos de las arcadias del delta; se ubican ahora, como ella dice, en la arcadia de la llanura invadida por la soja, en el pueblo donde creció con sus padres, hijos de humildes inmigrantes italianos. Está dedicado a una vecina octogenaria, su amiga en ese territorio sin ríos alrededor. "Aunque tengo una pileta que todavía no vacié", comenta. El agua infunde fluidez a los poemas de Bellessi, y suele ser una protagonista más entre otras presencias, voces ajenas recuperadas por una dicción radiante, que arrastra claroscuros, trinos, humoradas y versos como látigos o caricias.
Una chica vende bolsas de residuos en la peatonal y se detiene ante la mesa donde Bellessi apura su café; al mismo tiempo, la chica reta en romaní a un nene menor que ella. "Preparate porque en estos años vas a ver a más chicos vendiendo cosas en la calle", dice Bellessi con tristeza. De fondo se oyen las consignas y las bombas de estruendo de una marcha de estudiantes, partidos de izquierda y organizaciones sociales en las calles de la ciudad, que protestan por el nuevo Código de Convivencia aprobado por la Legislatura de la provincia de Córdoba. (Esa norma no oculta, bajo el fraseo de las buenas intenciones, la puesta en marcha de la máquina estatal de la represión con fórmulas como "conducta indecorosa" o "detención preventiva".) Cuando, por recomendación de la autora de La edad dorada, sus amigas van en busca del libro de Emma Reyes (Memoria por correspondencia, publicado en 2015 en la Argentina), comienza el diálogo en un cuarto con aire acondicionado de la Librería del Alba.
¿Cuál es la importancia de los festivales de poesía?
Para la poesía la importancia es que es escuchada, y que sus libros son vendidos en las pequeñas librerías que se instalan dentro del festival en las ferias independientes. Lo que tiene de lindo este festival de Córdoba es que se autofinancia solo, con la plata que pone la gente a través de esa plataforma de Internet, Panal de Ideas; eso es bonito. Yo prefiero un Estado que ponga plata en cultura, pero cuando el Estado no pone plata de ninguna clase está muy bien que las personas se las ingenien de esta forma y que no tengan compromisos con nadie más que con ellos mismos.
¿Se está creando un nuevo mapa federal de la poesía en estos años?
Claro, de eso no hay ninguna duda, aunque creo que se va a acabar ahora ese impulso, pero una semilla se puso y algo va a prosperar. Donde no hay plata, hay ganas. Creo que muchos poetas del interior antes no eran conocidos y ahora sí a través de estas redes; el Encuentro de la Palabra que se hizo en Tecnópolis en 2015 influyó mucho, viajó gente del interior a Buenos Aires y se pudo conocer a otros poetas. Eso es resultado de un proyecto popular.
¿Qué cambios se advierten desde el punto de vista estético?
A algunos, los más grandes poetas de provincias, que siempre fueron grandes y uno se da cuenta cuando mueren de que son grandes, ahora los podés conocer cuando están vivos. Aquí en Córdoba hay una poeta extraordinaria que es Elena Anníbali, a ella la conozco porque di un tallercito hace varios años. Actualmente ella está ocupando un lugar central que era muy difícil que ocupara alguien que fuera de provincias y que no viviera en Buenos Aires. Sonia Scarabelli, de Rosario, es otro ejemplo. Son amigas mías, las poetas que una admira son amigas de una. También recomiendo a Alejandro Croto. Paula Jiménez España es otra poeta que me gusta mucho. Son los cuarentones que vienen con obra y con voz propia. El último libro de Hugo Padeletti, Guirnaldas para un luto, es simplemente maravilloso.
¿Qué se capta en esos poetas de novedoso o potente?
Es esa ráfaga que viene no sabés de dónde, que te toca la cabeza y el corazón.
Su poesía creó un lenguaje propio sobre el paisaje, un lenguaje del afecto hacia los animales, las plantas, el agua, los habitantes del delta.
Sobre todo del delta. Mi obra está fundada ahí porque allí me exilié durante la dictadura y continué yendo años después. Debe tener alguna relación con mi infancia y por eso elegí quedarme ahí. Ahora también hago eso con este pueblito donde pasé mi infancia, Zavalla. Paso seis meses en un lugar y seis meses en otro. Estoy escribiendo un libro muy situado en Zavalla.
En Pasos de baile había mucho humor pero también una especie de sombra o de amenaza.
La muerte natural que llega con los años, que se acerca. Es eso, pero me encanta que hayas visto lo del humor. Es un libro cómico, pero con la sombra de la muerte que acecha. Este libro que estoy escribiendo ahora se llama como un poema que está dentro del libro, "Fuerte como la muerte es el amor". Es un poema dedicado a Belkis, una vecina que tengo, octogenaria, divina.
¿Sus padres eran los dos de ese pueblo de Santa Fe?
Sí, los dos nacieron allí.
¿Y esa vecina los conoció?
Los conoció, sí; ella es pintora de paredes. Ha pintado una estación de tren. Es una de las más solicitadas para pintar las paredes de este pueblo. De eso hablo en ese libro.
¿La poesía actual está más influida que en años anteriores por la narración?
Creo que es al revés, la narración está más influida por la poesía. Cuando leés a Liliana Bodoc, pensás si está mujer escribía poemas o escribía prosa, y es prosa. La poesía de esa prosa es tremenda. Me parece que es al revés, y debe tener que ver con esto de que se ha empezado a leer la poesía después de varias décadas en que a la poesía la leían solamente los mismos poetas. Esto ha cambiado y mucho. Por eso ves a tanta gente escuchando leer poesía en los festivales. Antes existía sólo el festival de Rosario, ahora se hay festivales en muchos lugares: el de Azul, el de Bahía Blanca, Paraná Poesía, el de Tilcara, aunque ahí nunca me invitaron todavía... Además, el poema no necesita editor, no necesita nada, va en la espalda del poeta, que lo lleva en su mochilita y en su voz.
Muchos poetas opinan que con los cambios en las carteras de Cultura van a volver a leer en bares y sótanos.
No me parece una buena idea volver a los bares. Yo espero que volvamos a las columnas de trabajadores, con los que caminan por la justicia, porque en 2001 la poesía estuvo ahí. El arte en general. La voz humana tiene un rol siempre, mientras exista el ser humano la voz humana tiene un rol, y si la voz humana tiene un rol la poesía lo tiene también.
¿No escribió nunca narrativa?
No, sólo he escrito Lo propio y lo ajeno y La pequeña voz del mundo, libros de ensayos, y el verso. Sólo eso. Pero me hubiera gustado escribir alguna gran novela de ciencia ficción, pero no. Nunca sentí que escribía ensayos, pero parece que algo así escribía porque eso dicen. Los dos libros que publiqué con ese tipo de textos fueron hechos a lo largo del tiempo y más por obligaciones públicas que por decisiones privadas. Hay una zona fuerte del libro que está escrita en privado, pero así se van armando los libros. Existe una escritura paralela y otra central que van dialogando sobre las diferentes cosas que te atraviesan durante esos años. Además de los animalitos, a mí me atraviesan muchas cosas... Otras lecturas y otros pensamientos. La poesía piensa de una manera rara pero piensa todo el tiempo. Siempre está ligada al transcurrir histórico del país en que uno vive. La poesía contemporánea ha vuelto a una estructura difícil y anciana del poema mismo.
¿De qué habla la poesía?
¿De qué habla la poesía? De nada, de pavadas. Esas pavadas se convierten en pensamientos. Lo sentís cuando leés a los viejos maestros; me refiero a los que murieron hace poco. Francisco Madariaga, por ejemplo, o Juan Gelman. La poesía tiene esa clase de sabiduría, de hacer que el verso más difícil sea el que más le gusta a la gente. Y los poemas más fáciles no interesan.
¿Por qué se considera maestros a algunos poetas?
Son los que he leído desde chica, los que me han enseñado a escribir. Los poetas aprenden a escribir leyendo a otros poetas. Me han enseñado mucho los del Siglo de Oro español y estos otros. Porque ¿a dónde se va a aprender poesía? A los libros. Y después podés tener algún maestro que te abra las puertas de ciertas lecturas, pero los verdaderos maestros son los poetas que uno lee.
¿Qué libro suyo recomendaría a alguien que no conoce su obra?
Un libro que tuvo una gran repercusión, veía escritos sus versos en las paredes en 2001, es uno que se llama Mate cocido. Se leyó en clave política entonces la historia de Segundo David Peralta, enfrentado con la ley. Todo poema es de coyuntura. Era un momento en que no podíamos hablar de otra cosa que de eso que estaba sucediendo. Acampes, comedores populares, gente muerta en la fila de los bancos, piquetes de desocupados. Ese momento extraordinario en que la clase media se juntó con la clase obrera. Luego los caminos volvieron a separarse. Lo que está sucediendo sucede abajo, y ahí abajo tenés que estar para poder escribirlo. La poesía siempre fue un mendigo que al final se viste de gran héroe. Esas voces mendigas, se convierten en grandes voces en la historia de la literatura. Muchos años después de que hayan vivido. También recomendaría otro libro que primero salió en España, Variaciones de la luz, y que acá editó Cienvolando en 2014.
¿Cómo fue su experiencia como traductora?
Traduje del inglés a poetas norteamericanas, pero cuando leí la obra de Sophia de Mello Breyner y me propuse traducirla, yo no sabía casi nada de portugués. Aprendí el idioma a través de la traducción de sus poemas. Traduje por amor a su poesía, y creo que el libro (Desnuda y aguda la dulzura de la vida, publicado por Adriana Hidalgo en 2002) quedó muy bien. Al menos eso dijeron. Fue un trabajo de unos cinco años, por el que cobré un precio simbólico, pero estoy contenta con el resultado. Creo que es mejor que a los poetas los traduzcan los poetas.
¿Se lee más poesía que en otros momentos?
Sí, además de las pequeñas editoriales propias donde siempre ha crecido la poesía, se ha abierto gran paso en otras editoriales que antes la tenían fuera del catálogo.
Algo que se preguntan quienes no leen poesía es para qué sirve leer poesía.
¿Y de qué sirve leer narrativa? Se ve que de algo sirve. No les sirve a los centros productores de mercancía, le sirve al alma, que hace lo posible para no convertirse en un robot.
BIOGRAFIA
Diana Bellessi, una de las mayores voces poéticas de la Argentina, integró la revista Feminaria y el Diario de Poesía. Fue una de las fundadora de la cooperativa editorial Nusud. En 2004 obtuvo el Diploma Konex al Mérito y nuevamente en 2014. Sus últimos libros son Tener lo que se tiene. Poesía reunida, La pequeña voz del mundo, Zavalla con z, Variaciones de la luz y Pasos de baile.
¿POR QUÉ LA ENTREVISTAMOS?
Porque ha sabido construir una poética propia, lejos de los artificios de estilo y cerca de la historia personal y social