Día Mundial de la Libertad de Prensa
Por más de 400 días, diarios, portales, cadenas de radio y TV, y miles de medios de comunicación masiva estuvieron desiertos. Periodistas, fotógrafos, editores y correctores desaparecieron de esos espacios y se sometieron al teletrabajo y la distancia social. El Covid había llegado para quedarse. Paradójicamente, jamás el mundo estuvo callado durante este tiempo. La voz de todos esos comunicadores se escuchó aun desde el silencio. La libertad de prensa tejió un manto piadoso y veraz sobre una sociedad doliente.
Esos profesionales hicieron escuchar sus voces en todas las geografías; nos asombraron reportando desde el lugar de los hechos millones de muertes, segundas olas, búsquedas de vacunas y opiniones de médicos, infectólogos e instituciones internacionales públicas y privadas. La palabra libertad hecha prensa triunfó sobre el miedo, los contagios, la desolación, los cierres nocturnos, las clausuras, las restricciones de movilidad, entre tantas calamidades. La prensa ordenó ese caos y llevó claridad a los 7000 millones de habitantes de la Tierra.
La libertad de prensa ilumina y gana voz en este contexto donde nada es seguro salvo el temor, la impotencia y el llanto por los que se fueron. Todos fuimos y somos víctimas de la pandemia. Pero fue la prensa la que trajo luz con la palabra, las ideas, el pluralismo, la que nos llevó a las verdades, cubrió el día a día, hora a hora, minuto a minuto, por más de un año. En los próximo días se conmemora el Día Mundial de la Libertad de Prensa.
En 1991, fueron los miembros de la Unesco, desde Winndhoek, capital de Namibia, África, quienes sugirieron a la ONU la declaración de un Día Mundial de la Libertad de Prensa, para fomentar la prensa libre, plural e independiente como componente sustancial de toda sociedad democrática.
Desde 1993, la ONU ha efectuado ese reconocimiento. No es una gracia otorgada generosamente, sino que valora el carácter de lucha permanente por la cual los medios de comunicación tienen derecho a realizar su labor en forma independiente de los gobiernos, plural, sin presiones, directas ni indirectas. Es un derecho inherente a la condición humana, que hace a la calidad democrática de las instituciones.
Cabe recordar que la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) desde su fundación sostuvo el compromiso inclaudicable con el artículo primero del Acta de Chapultepec, que confirma: “No hay personas ni sociedades libres sin libertad de expresión ni de prensa. El ejercicio de esta no en una concesión de las las autoridades, es un derecho inalienable del pueblo”.
La SIP sostuvo, además, la trascendencia de la división de poderes, el derecho a la representación, libertad de expresión, y libertad de prensa, el derecho a la integridad física, a la libertad individual y a la inviolabilidad del domicilio. La Nación ha expresado desde su fundación estos valores y principios.
Junto con la libertad de prensa está el derecho al libre acceso a la información pública, para la construcción de la democracia y la gobernabilidad del sistema. Monitoreando al Estado, el ciudadano asegura la transparencia de la gestión pública.
Para 2021, el gran tema a debatir en el marco de ONU será “la información como bien común”. Hará eje en tres puntos fundamentales: medidas para garantizar la viabilidad económica de los medios de comunicación; mecanismos para garantizar la transparencia de las empresas de internet; mejorar la capacidad de alfabetización mediática e informacional que permita a la gente reconocer y valorar al periodismo como parte fundamental de la información como bien común.
Malala Yousaftzai, premio Nobel de la Paz 2014, dijo: “La voz tiene poder, la gente escucha cuando hablamos, no se trata de combatir con la violencia, sino con las palabras…”. Tanto el acceso a la información como la libertad de prensa son principios constitucionales para el ciudadano argentino. En razón de ello, corresponde honrar no solo la historia argentina, sino también la historia de la condición humana, y hacernos oír hoy y siempre.
El instrumento es la prensa libre, a fin de que las instituciones democráticas y sus ciudadanos adquieran derechos que por momentos aparecen ocultos por la soberbia del poder, omitidos por la nube de la corrupción o ineficaces por la muy mala administración de sus gobernantes. Todo indica que en la Argentina, y a la luz de la historia reciente, corresponde estar alertas, más aún cuando en meses estaremos frente a las urnas, para expresar mediante nuestro voto, eficaz instrumento de opinión, cómo queremos vivir, cómo deseamos crecer, a quién deseamos parecernos y qué destino soñamos para nuestra patria.