Día del Inmigrante: el futuro es compartido
En pleno siglo XXI es imposible imaginar cualquier tipo de desarrollo social sin apertura, pluralidad y solidaridad. Hoy estamos ante un escenario único para repensar y revalorizar el rol de las personas refugiadas y migrantes en nuestras sociedades, donde una integración virtuosa es indispensable para el crecimiento y la reconstrucción pospandemia. Más que nunca, debemos potenciar la empatía en pos de construir en conjunto una sociedad intercultural, celebrar la riqueza de la diversidad con un enfoque inclusivo y una visión de futuro compartido.
Con esta impronta, Acnur, la Agencia de la ONU para los Refugiados; y OIM, la Organización Internacional para las Migraciones, nos unimos para lanzar #AcáSomos, una campaña de sensibilización que busca promover la integración entre personas argentinas y personas refugiadas y migrantes, disolviendo cualquier barrera de prejuicio y discriminación mediante múltiples acciones. A través de esta iniciativa apelamos a la construcción de comunidad: una sociedad que entienda la integración como un camino hacia la construcción de un “somos” que abrace y celebre las diferencias culturales que nos complementan.
La movilidad humana es una de las principales características de las sociedades en la actualidad. Muchas veces es impulsada por la búsqueda de un proyecto de vida diferente, la posibilidad de construir una realidad superadora y acceder a mejores condiciones de vida, educación, trabajo y familia, e incluso en algunos casos, es la única opción que tienen las personas para resguardar su integridad. Argentina ha sido desde sus orígenes un país receptor de personas refugiadas y migrantes, diferentes colectivos heterogéneos, cambiantes y dinámicos que, en gran parte, constituyen una población arraigada y con muchos años de residencia en el país.
Recientemente, a nivel mundial se ha registrado la mayor crisis de desplazamiento forzado en la historia. En paralelo, el contexto vivido en los últimos años a raíz de la pandemia ha profundizado problemáticas latentes en el país y la región: falta de empatía, discriminación y xenofobia hacia personas refugiadas y migrantes.
Existen más de 280 millones de personas migrantes a nivel mundial. Particularmente en nuestro país, ocho de cada diez personas que llegan a la Argentina provienen de países latinoamericanos y, en la misma proporción, se trata de una población en edades activas laboralmente, entre 19 y 65 años. En su mayoría son personas que cuentan con una actividad profesional y aportan beneficios significativos a sus nuevas comunidades en forma de capacidades, aumento de la fuerza de trabajo, inversiones, transferencia de conocimientos y diversidad cultural.
Sin embargo, la precariedad laboral atraviesa la inserción de la comunidad refugiada y migrante: el trabajo no registrado alcanza al 47,2%, en tanto un 26,9% son trabajadores autónomos. Más del 36% de las personas refugiadas y migrantes se encuentran bajo la línea de pobreza, una condición que no viene dada por la ausencia de ingresos sino por la insuficiencia de ellos. Si bien a escala global, las personas refugiadas y migrantes representan aproximadamente el 3,6% de la población, su aporte a la economía global es significativo. Según el Informe de Migración Mundial de 2020, realizado por OIM, en 2015 los migrantes contribuyeron con unos 6,7 billones de dólares - el 9,4% - al PBI mundial.
En septiembre de 2015 la Argentina estuvo entre los 193 países que suscribieron a la Agenda 2030 de las Naciones Unidas. A través de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), los Estados se comprometieron a poner fin a la pobreza en todas sus formas, reconociendo la contribución positiva de las personas refugiadas y migrantes y su papel fundamental en el desarrollo sostenible. La inclusión y la promesa de “no dejar a nadie atrás” son motores de cambio indispensables para esta mirada de futuro.
Un paso fundamental en este camino es interpelarnos como individuos y como sociedad para cuestionar actitudes, prejuicios y acciones que dificultan el pleno desarrollo de la población refugiada y migrante. En una era de transformaciones sociales latentes en cada rincón del mundo, resulta muy relevante recordar la importancia de brindarle una empática bienvenida a aquellos que decidieron migrar o se vieron obligados a huir para encontrar un lugar seguro donde vivir, desarrollarse y lograr más y mejores oportunidades.
Pero el cambio no se producirá sin la colaboración entre distintas organizaciones, públicas y privadas, globales y sectorizadas, para promover el potencial de desarrollo de la población refugiada y migrante, erradicando cualquier tipo de situación de violencia o vulneración de sus derechos, en pos de construir lazos de afinidad, respeto y unión para un verdadero desarrollo equitativo. Todos los actores sociales tenemos una responsabilidad y una oportunidad para ser agentes de transformación hacia un país y un mundo más inclusivo y solidario.
Fernández, jefa de Oficina de OIM Argentina; Rodríguez Sirtori, Representante Regional del Acnur para el sur de América Latina