Después del Brexit, el show debe seguir
La escena cultural inglesa tiene en el jazz de hoy uno de los antídotos más potentes contra la uniformización por la salida de Europa
Como se sabe, Londres quería quedarse en Europa. Su composición social cosmopolita la hizo más indiferente a los cantos de sirena de los brexiters que en los últimos años fueron ganando terreno en la opinión pública británica, hasta el punto de lograr lo impensado hace no tanto: el Reino Unido está hoy fuera de la Unión Europea. Y su ciudad capital lo sufre.
Londres es, desde siempre, un motor creativo y una cuna de tendencias que se expanden a otros países y se vuelven internacionales. Ha servido de incubadora para innumerables expresiones artísticas que se impusieron en todo el planeta, de William Turner a los Beatles, de Charles Dickens a Alfred Hitchcock, de Christopher Wren a Mary Quant. Eso sucedió durante el esplendor del Imperio británico, pero también luego, cuando tras haber perdido peso mundial a nivel político y económico en el siglo XX, la ciudad supo conservar su potencia estética. En las últimas décadas, le ha agregado además una voluntad social multiétnica que se ha hecho distintiva de su identidad.
La banda de sonido que se escucha hoy con más asiduidad en ambas orillas del Támesis -en las calles, en los bares, en los eventos empresariales, en los negocios de ropa y hasta en los pubs, que antes estaban colonizados por el rock y el pop- es algo original y contagioso. Los críticos, los gestores culturales y las publicaciones especializadas necesitaron, como suele ocurrir, ponerle un nombre a esa música: la llamaron UK Jazz. Parece, sin embargo, que esa etiqueta se quedó corta para describir todo lo que está sucediendo en territorio británico desde hace unos años, tanto en el jazz como en sus periferias. No es solo jazz, no es solo Reino Unido.
Desde hace décadas se reconoce el talento local en el campo jazzístico, con ejemplos como Joe Harriott o Evan Parker en los años 60, y Courtney Pine o Steve Williamson en los 80. Pero ahora hay un gran ruido en muchos rincones del planeta alrededor de una nueva horneada de músicos que ha incorporado con espíritu colaborativo y experimental elementos de otros géneros (el hip hop, el neo soul, sonidos del UK Club como el broken beat), lo que permite una llegada a públicos más jóvenes y abiertos. Se trata de artistas veinteañeros y treintañeros de entornos muy diversos que, bebiendo de las diásporas caribeña, africana y musulmana aunque sin limitarse a ellas, está creando una comunidad propia fuera de los grandes sellos discográficos y al margen de las más afamadas salas para shows en vivo. A eso se le suma que importantes DJ -como Gilles Peterson, compilador del álbum We Out Here (2018), una selección de los mejores exponentes de este segmento- han llevado esta sofisticada música a las salas de baile, ya que a pesar de lo elaborado de los arreglos y las orquestaciones, sus patrones rítmicos son altamente bailables.
En un show del quinteto Ezra Collective el pasado mes de noviembre en Roundhouse, el célebre espacio londinense de música en vivo, era observable ese mix multicultural que sirve de caldo de cultivo para este nuevo sonido. Una moderna fusión de bases lounge y líneas melódicas hipnóticas rapeadas en un inglés con un acento muy diferente del de la BBC. Sala llena, ambiente festivo y baile al son de un exquisito cóctel de afrobeat, hip hop, grime -literalmente "mugre", un estilo de música electrónica de la década del 2000, derivado del UK Garage- y algunos toques latinos. ¿Y el jazz? Si bien no hay reverencias por Estados Unidos y su tradición fundacional, es inobjetable pensar que la libertad formal, el incorporar con frescura nuevas influencias y el alto grado de improvisación son decididamente jazzeros. En el UK Jazz, se parte de las bases históricas del rubro pero se prescinde de ellas con una personalidad característica de Gran Bretaña y una espontaneidad propia de este momento y de esta cultura.
No solo en Londres
Claro que es en ciertos rincones de Londres como Elephant & Castle, Camden, Brixton -el barrio donde nació David Bowie- o Stoke Newington donde la mezcla cuaja, los ingredientes de alta calidad circulan por la escena y la temperatura de cocción es la más adecuada para mixturar diferentes ingredientes musicales. Pero también otras ciudades hacen su aporte: en Manchester, en el norte de Inglaterra, Matthew Halsall lidera un grupo de músicos con mística y espiritualidad que han grabado en su sello Gondwana Records. En Birmingham, gran ciudad industrial inglesa, Shabaka Hutchings forjó su estilo hasta convertirse en una de las figuras centrales de esta corriente actual. Basado en el método de prueba y error, este vientista no emula a colosos como Coltrane o Rollins, sino que intenta ser un MC -maestro de ceremonias del rap- que toca el saxo. En cuanto a sus letras, las cosas quedan claras en el tema "My Queen is Ada Eastman", del disco Your Queen is a Reptile, creado por su grupo Sons of Kemet y publicado por el mítico sello de Impulse! Records, cuyos primeros versos dicen: "Your queen is not our queen/ she does not see us as human" ("Vuestra reina no es nuestra reina/ ella no nos ve como humanos"). En el disco, Hutchings dedica temas a "reinas" que lo representan mejor que Isabel II de Inglaterra: su abuela Ada Eastman nacida en Barbados, la filósofa y activista Angela Davis o la luchadora por los derechos civiles Harriet Tubman, todas ellas de origen afroamericano.
Además de las influencias ancestrales, también están las más recientes como las de Kendrick Lamar o Kamasi Washington, procedentes de la costa oeste de Estados Unidos. En el melting pot londinense actual estas tendencias fueron permeando un movimiento asociativo con jóvenes músicos que se hacen camino en proyectos propios y de otros, usando herramientas sencillas del DIY -"hágalo usted mismo"-, y tocando en nuevos lugares y comunidades como Church of Sound (una excapilla en el este de Londres), Total Refreshment Centre (un multiespacio de salas de ensayo y estudios de grabación) o Steam Down (un edificio lleno de sonidos, donde también tienen lugar sesiones de "afrofuturismo"). En esos entornos se respira un aire cooperativo, donde no predomina la competición sino el apoyo mutuo. Lejos de comportarse como estrellas inaccesibles, estos músicos asisten a ver presentaciones de colegas y -en sana "promiscuidad"- se suben a otros escenarios en sesiones inesperadas de improvisación. Además de las jam sessions, son muy importantes los fondos de caridad que han nutrido a muchos de los integrantes de esta movida. Vale la pena aclarar que el ente público Arts Council (www.artscouncil.org.uk) se ha visto forzado a reducir su presupuesto para 2018-2022 en 156 millones de libras -unos 200 millones de dólares-, lo que significa que los fondos para el arte en el país se han congelado en los últimos tiempos, dando mucha relevancia a otros medios de financiación. En este aspecto se destaca Tomorrow's Warriors, una institución que funciona en el centro cultural público londinense South Bank Centre, cuyo objetivo es apoyar el desarrollo de nuevos creadores, cerrando la brecha en favor de aquellos que no disponen de apoyo económico. O también Jazz re:freshed, organización que se dedica a conseguir escenarios para tocar en el Reino Unido o en el exterior.
Es así como algunos logran hacer giras a Estados Unidos o a Japón. Y justamente en esa Europa de la que Gran Bretaña se está separando, hay toda una lista de ciudades dispuestas a recibir a estos exponentes del nuevo jazz británico. En Madrid, por ejemplo, la escena local viene disfrutando del calor de los shows en vivo en pequeñas salas -como Clamores o El Intruso- de artistas como Nubya García (una saxofonista tenor de un virtuosismo con reminiscencias coltranianas), Kokoroko (una banda cuyo nombre significa "sé fuerte" en la lengua nigeriana Urhobo, que mezcla grooves del afrobeat, vientos con espíritu libre y marcada percusión), Oscar Jerome (un compositor con dotes de alquimista que trae consigo resonancias tan disímiles como Jimi Hendrix, Jamiroquai o el jazz fusión), el inspirado vientista Tenderlonious y su cuarteto Ruby Rushton (que suena como un ensamble mayor por lo expansivo de los arreglos y las cualidades de sus multi instrumentistas), o Alfa Mist (un productor y pianista autodidacta de gran elegancia rítmica).
Junto a este último ha tocado -en el mítico y beatlesco estudio Abbey Road- Yussef Dayes, miembro a su vez de Yusef Kamaal, un dúo que es clave en toda esta corriente, donde lo acompaña Kamaal Williams. Estos dos jóvenes productores, intérpretes y compositores han manifestado en una entrevista que para ellos "el jazz no es solo destreza, virtuosismo y musicalidad, sino también convocar sentimientos en las personas a través de la música".
Igualdad de género
Otro rasgo distintivo de esta movida es que, si bien aún no se puede hablar de completa igualdad de género en sus escenarios, es enorme la cantidad de mujeres talentosas que se hacen un lugar en las múltiples formaciones. En la escena británica actual se respira una apertura hacia la participación igualitaria de las mujeres, y ya no solo en el lugar usual de vocalistas (como Yasmin Lacey o Zara McFarlane), sino también como instrumentistas: trompetistas (como Sheila Maurice Grey o Emma-Jean Tackray) o saxofonistas (como Cassie Kinoshi o la ya mencionada Nubya García), además de trombonistas, pianistas, bajistas y hasta bateristas. Y varias de ellas se mezclan en la súper banda Nérija, cuya guitarrista Shirley Tetteth ha dicho que "en el jazz has de tocar diez veces más fuerte si eres mujer y quieres que te tomen en serio".
Esta generación les está robando el jazz a sus guardianes históricos para hacerlo propio. Como no todos están formados al modo clásico, les resulta más fácil "ignorar" a los próceres de este campo, con una energía de antihéroes que se siente como una dulce revancha para una música que muchas veces ha sido elitista. Los límites entre géneros se hacen menos estancos, las reglas más laxas y los resultados, más originales y populares. Tal vez todo esto le dé más longevidad a esta corriente artística. En una entrevista para la BBC, Shabaka Hutchings dijo: "Esto es una infusión de músicos creativos en la cultura pop del Reino Unido. Ojalá el futuro de este movimiento sea el de no ser visto solo como jazz británico". El tiempo dirá. Mientras tanto, para hacer frente a la nostalgia del Brexit, estos artistas bien pueden decir: "Jazz it!".