Despertemos a la escuela de su largo sueño
Cada vez son más las voces que se alzan en el mundo señalando que el modelo de escuela que tenemos hoy está aletargado, necesita despertarse de un largo sueño y transformarse en otra cosa.
Desde Italia, Francesco Tonucci afirma que la escuela de hoy enferma y que tiene que parecerse más a esos talleres en los que todos aprenden en pos de un objetivo, en los que se mezclan edades y saberes, y distintos docentes enseñan en simultáneo. Desde Francia, Philippe Merieu no ha dejado de decir que lo peor de nuestros sistemas educativos es que les hemos dicho a todos los niños que vengan a la escuela, y una vez adentro los hacemos fracasar. En Barcelona, los jesuitas están planteando nuevos formatos y se alejan de la división por asignaturas, de la tarea para el hogar y de los exámenes. Desde Canadá, Michael Fullan creó una red de escuelas innovadoras con referentes en todo el mundo. En la Argentina también emergen nuevos modelos y propuestas que ponen en jaque las formas de enseñar y aprender para poder dar respuestas a lo que necesitan los alumnos hoy.
El mundo está viviendo una primavera pedagógica. Todas estas voces nos están diciendo que el modelo de escuela que conocemos estuvo bien para el siglo XIX y para el siglo XX, pero que para el XXI ya no va más. En este marco de tensión, las transformaciones que muestran un camino distinto no parecen bajar de los ministerios ni de las leyes, sino que emergen de abajo hacia arriba.
Podemos encontrar cambios profundos en cada pequeño paraje o escuela de nuestra región. Yo los he visto en cada lugar en donde hay algún docente o equipos de docentes transformando las vidas de sus alumnos y explorando caminos alternativos. Esto evidencia que la escuela no está dormida, sino que es el sistema -rígido y muchas veces arcaico- el que le va dando somníferos día tras día. Los educadores miran desconcertados el desajuste entre lo que sucede en las escuelas, los modos de construir conocimiento en la actualidad y lo que propone la política educativa.
En este escenario dislocado nos sorprendió la pandemia y el aislamiento social. ¿Qué vino a confirmar esta cuarentena? Nos mostró claramente para qué van los chicos a la escuela: van para estar y aprender con otros, para autoconocerse, para aprender a vivir en sociedad.
Son los alumnos los que están demandando un despertar de la escuela y del sistema. Son ellos los que piden volver, no sólo para estar juntos en el recreo, sino para aprender juntos. Los alumnos nos están diciendo que no les interesa conectarse para que un profesor les enseñe física o química o matemática, sino que les gustaba la escuela cuando podían aprender con sus amigos.
Los funcionarios y tomadores de decisión aún estamos a tiempo de demostrar que, antes que nuestras diferencias partidarias, están los alumnos y sus aprendizajes
¿Qué política educativa se necesita para despertar a la escuela?
En casi todo el mundo, los sistemas educativos son rígidos. La obsesión del control baja desde los ministerios y los consejos, y eso es lo que va atando las iniciativas de las escuelas. Un país como Portugal lleva 4 o 5 años en una apuesta para brindar mayor flexibilidad a su sistema. Revisó el perfil del egresado y de ese modo le dio más libertad a cada centro educativo. Así promueven iniciativas innovadoras y cambios en cada escuela. El cambio no viene desde arriba, viene desde abajo. Alentarlo es el primer gran paso que deben dar los Estados.
Ese paso debe tener un rumbo claro y garantizar su continuidad. La intermitencia de la política es uno de los grandes somníferos que aporta el sistema. El camino debe tener un destino más allá de los gobiernos y gestiones de distintos colores partidarios. Si no logramos eso nuestros alumnos seguirán abandonando el sistema, desconectándose o durmiéndose en una escuela que tampoco puede despertar. El despertador que necesita es la continuidad en las políticas educativas. Los funcionarios y tomadores de decisión aún estamos a tiempo de demostrar que, antes que nuestras diferencias partidarias, están los alumnos y sus aprendizajes.
Uno de los procesos que se ha visto afectados recientemente por el cambio de gestión son los concursos para autoridades en todos los niveles educativos de la provincia de Buenos Aires. Cuando se abre un concurso, eso viene acompañado del material que quienes se presenten al concurso deberán estudiar y conocer. Ese material incluye un punteo de temas y bibliografía compuesta por leyes y normativas, y también por material producido por especialistas en la materia.
Si revisamos la bibliografía de este último concurso, observamos que, casi en su totalidad, remite a publicaciones anteriores a 2014 o incluso anteriores. Esto implica que quienes asuman el rol de autoridades en el sistema se habrán perdido los últimos descubrimientos y hallazgos de esa primavera pedagógica. Vamos a tener nuevos directores e inspectores que estarán plantados en concepciones fuera del presente y de lo que nuestros alumnos nos están pidiendo hoy. Se basarán en ideas y concepciones que nos remiten a diez o 20 años atrás, cuando el mundo era otro. Los cambios se aceleran y lo único que logramos con esto es seguir profundizando ese desajuste entre la escuela y lo que nuestros alumnos nos están pidiendo hoy: ¡despertemos a la escuela!
Profesora, investigadora y escritora especializada en Educación