Desde el arte, Tomás Saraceno busca ubicar a la Argentina como país pionero en el mundo
Tucumano radicado en Berlín, el artista inaugura hoy su primera muestra individual en una galería argentina. Comprometido con la búsqueda de soluciones a los problemas ambientales, quiere impulsar en el país una legislación aérea que permita el vuelo libre de combustibles fósiles
"Todo el tiempo me cuestiono cómo se conectan las cosas que aparentemente no están relacionadas", dice Tomás Saraceno mientras sacude una de sus instalaciones, parecida a la que expuso en la Bienal de Venecia en 2009. "Si tiro de esta cuerda, ¿cuántos nudos son afectados? La mayoría de mis obras trabajan sobre los lazos de codependencia y la interacción entre distintos factores", agrega.
Las redes que conforman la compleja estructura circular parecen temblar tanto como Mora Bacal, codirectora de la galería Ruth Benzacar, al observar esta inesperada prueba horas antes de la inauguración de la primera muestra individual del artista tucumano en una galería argentina.
Horizonte de eventos coincide en Buenos Aires hasta fin de mes con otra gran muestra de Saraceno en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, que incluye una gigantesca telaraña –la más grande construida y exhibida hasta el momento– construida por 7000 arañas durante seis meses. Saraceno está pensando cómo hacer para prensarla ahora dentro de un cuadro, como hizo con las de menor escala exhibidas en Ruth Benzacar.
Además, el artista radicado en Berlín viajará a Jujuy el domingo próximo para iniciar un ciclo de un año que abarcará acciones en distintas comunidades de todo el país. Impulsado por la Aerocene Foundation y el Centro Cultural Kirchner, buscará ampliar los límites de su Proyecto Aeroceno, que propone la exploración artística y científica de problemas ambientales.
"Queremos ver si la Argentina puede ser pionera en el mundo, en una nueva legislación aérea que permita el vuelo libre de combustibles fósiles", adelanta mientras toma un sorbo de té para combatir una gripe incipiente. Sospecha que se enfermó el fin de semana pasado, cuando se mojó mientras construía al aire libre un "Museo Aero Solar" en Tecnópolis.
Esta última "escultura solar" -parecida a un globo aerostático, pero que se mueve sólo gracias a la luz del Sol- fue creada en forma colectiva, durante un taller abierto, con bolsas recicladas. La intención fue demostrar de qué forma un producto contaminante se puede transformar en un "material de expansión de la mente".
"No hay ninguna planta o animal que haya aprendido a flotar en el aire de la manera en que el Aeroceno lo está proponiendo", dice Saraceno, arquitecto e impulsor de una nueva "era geológica" que permita encontrar en el aire nuevas formas de habitar la tierra.
"Sentir antes que ver: en eso el arte ayuda mucho. El cambio climático, por ejemplo, se sintió antes de que pudiera medirse. Los artistas también anticipamos cosas que todavía no son cuantificables", sostiene Saraceno junto a una obra de su serie Ciudades Nube. La estructura es similar a la que se expuso en 2012 en la terraza del Museo Metropolitano de Nueva York. Inspirada en las ciudades hidroespaciales de Gyula Kosice, esta pieza con superficies espejadas –selfie obligada en las principales ferias de arte del mundo– es apenas un fragmento de un ambicioso trabajo que busca "provocar encuentros o conexiones que empujen los límites del arte".