Desarrollo, capitalismo y democracia
La crisis que sufre nuestro país se nutre de un estancamiento económico que se alimenta de tasas casi nulas, y hasta decrecientes, de su PBI y de un insuficiente nivel de inversiones. No hay salida sin un robusto y sostenido desarrollo económico. Sin embargo, frente a este desafío nuestra clase política sólo piensa en parches cortoplacistas, preocupada por no arriesgar el usufructo del poder; mientras algunos grupos ideológicos ofrecen explicaciones infantiles que responsabilizan al capitalismo por el subdesarrollo y las deficiencias de la democracia.
Ante este panorama de parálisis y falsas explicaciones conviene tener presente los aportes de las ciencias sociales al problema que nos preocupa. Desde la sociología clásica, Max Weber hizo contribuciones importantes con obras como Economía y sociedad y La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Más cercana en el tiempo y a nuestra realidad está la producción de científicos sociales como Germani, Cardoso, Medina Echeverría, Graciarena, y Weffort, entre otros (incluidos norteamericanos como Lipset), que dio lugar a la llamada sociología del desarrollo, que se ocupó entre otros temas de las posibles causas del "no desarrollo" en la región.
Esta corriente de pensamiento enfrentó, desde la reflexión analítica, a una ideología de fuerte presencia en la región durante la década del 60 del siglo pasado, la que al calor de la revolución cubana, el Mayo francés y "la teoría de la liberación" del cristianismo, "explicaba" nuestro subdesarrollo económico y nuestras faltas de democracia por la acción del imperialismo (etapa superior del capitalismo), el que mediante golpes de Estado imponía dictadores funcionales a sus objetivos de apropiación de nuestras riquezas.
Una obra que, sin perder el rigor analítico de las ciencias sociales, enfrenta esas simplificaciones ideológicas es Dependencia y desarrollo en América Latina, de Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto. El libro busca comprender por qué varios países de la región (y la Argentina en particular) no lograban su paso al desarrollo a pesar de que contaban con las condiciones necesarias para alcanzarlo. Y al reflexionar sobre esos fracasos hacen aportes importantes a la ciencia social y a la comprensión de los cambios económicos y sociales. En primer lugar sustituyen al imperialismo como causa principal de nuestros males, para dar lugar a la "teoría de la dependencia", la que niega el carácter exógeno de esa influencia extranjera para poner el acento en la existencia de sectores internos que, cómodos con el subdesarrollo, buscan consolidar su dominación a través de alianzas con intereses económicos y políticos de una potencia desarrollada. Otro aporte complementario es su tesis sobre el nivel de autonomía de lo político en los cambios económicos y sociales de las sociedades; en sintonía con las afirmaciones de Gramsci cuando defiende la autonomía relativa de la superestructura respecto de la estructura en sus Cuadernos de la cárcel.
Por su parte, la Historia nos permite conocer cómo la instauración del modo de producción capitalista fue el motor de un proceso de desarrollo económico que todavía no ha detenido su vertiginosa marcha. Y ese desarrollo en lo económico, acompañado por otros cambios sociales y culturales frutos del Renacimiento y del liberalismo político, fue lo que hizo posible la aparición de ciudadanos libres. En los modos de producción anteriores (esclavista y feudal) la mayoría de la población no era más que un objeto de propiedad del amo o del señor feudal. En el capitalismo, en cambio, las personas venden su fuerza de trabajo conservando su independencia como ciudadanos, lo que avanzado el proceso de representación los hace dueños del poder político de la democracia. Y ratificando esa característica exclusiva del capitalismo, lo que pretendió ser su superación socialista acabó con la democracia y con el desarrollo económico.
Es cierto que hay sociedades con propiedad privada de los medios de producción que no alcanzan el desarrollo económico, y en algunos casos gobernadas por dictaduras. Pero en estos casos la responsabilidad debe buscase en el nivel político de esas sociedades, donde los gobernantes no han querido impulsar un desarrollo con obreros libres que pondría en peligro su estrategia de conservación del poder. Es lo que se observa con nitidez en algunas de nuestras provincias con regímenes semifeudales.
Sociólogo. Club Político Argentino