Desafíos que enfrenta la universidad
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En un mundo en constante cambio, donde la incertidumbre laboral y la rápida evolución tecnológica marcan el ritmo, las universidades se enfrentan a desafíos inéditos. El concepto de una “universidad líquida”, inspirado en la “modernidad líquida” de Zygmunt Bauman, nos obliga a replantear la misión y el enfoque de estas instituciones en el siglo XXI.
La tradicional función de la universidad como garante de estabilidad y conocimiento sólido está siendo cuestionada. Hoy en día, los títulos universitarios, que durante siglos fueron vistos como un pasaporte hacia el éxito profesional, se enfrentan al escrutinio de las nuevas generaciones. Pareciera ser que los jóvenes están más interesados en adquirir habilidades prácticas y relevantes para un mercado laboral que valora la adaptabilidad y la innovación, en lugar de dedicar largos años de carrera para la obtención de un título académico.
En este contexto, las universidades deben transformar sus estructuras y metodologías. El avance de la inteligencia artificial (IA) ha abierto nuevas ventanas al conocimiento, desafiando más que nunca la concepción de que los profesores son la única fuente de sabiduría. Frente a esto, además de adquirir conocimientos técnicos, es crucial que los estudiantes desarrollen habilidades blandas, como el pensamiento crítico, la creatividad y la capacidad de resolver problemas. Debe quedar claro que la IA no reemplaza ni reemplazará a los docentes, pero plantea la necesidad de repensar su rol y adoptar metodologías pedagógicas más activas, creativas y centradas en el estudiante. Hace poco escuché en un congreso de rectores una frase muy pertinente: “El docente que tema ser reemplazado por la IA merece ser reemplazado”.
Por otro lado, la universidad líquida requiere una mayor flexibilidad curricular. Los estudiantes deben contar con instancias de participación en el diseño de sus propios trayectos educativos, combinando cursos de diferentes disciplinas y participando en proyectos prácticos. Este enfoque no solo prepara mejor a los estudiantes para enfrentar los retos de una economía globalizada, sino que también asegura que la educación siga siendo de alta calidad.
Otro desafío crucial es la integración de la universidad con su entorno socioeconómico. Las instituciones deben colaborar con empresas, organizaciones y comunidades para alinear sus programas académicos con las necesidades del mercado y contribuir activamente a la resolución de problemas sociales y ambientales. En particular, la bioingeniería, la biotecnología y la bioeconomía juegan un papel esencial, ya que están en la vanguardia de la innovación y el desarrollo, abordando problemas críticos como la salud, el medio ambiente y el crecimiento económico sostenible. La investigación universitaria también debe adoptar un enfoque inter y multidisciplinario, enfrentando los grandes desafíos del presente y del futuro con una visión ética y responsable.
En este proceso de transformación, es fundamental que las universidades promuevan el aprendizaje a lo largo de la vida. En un mundo donde los conocimientos se tornan obsoletos rápidamente, la universidad debe ser un espacio dinámico que acompañe a los individuos a lo largo de toda su vida profesional, preparándolos no solo para sus primeros trabajos, sino para una carrera en constante evolución.
El sistema universitario argentino enfrenta desde hace décadas una serie de obstáculos que dificultan su capacidad para adaptarse rápida y plenamente a los cambios que demanda la sociedad del conocimiento. Estos desafíos incluyen el subaprovechamiento de recursos humanos cualificados, exceso de burocracia, tasas de graduación insuficientes, alta deserción estudiantil, politización de los gobiernos universitarios estatales, falta de planificación y una escasa inversión pública en el sistema científico y en las universidades.
La universidad argentina, al igual que sus contrapartes globales, se enfrenta a una encrucijada. Para mantenerse relevante y cumplir su misión formativa, debe adaptarse a las nuevas realidades líquidas del mundo contemporáneo, adoptando enfoques más flexibles, colaborativos y centrados en el estudiante. Solo así podrá seguir siendo un faro de conocimiento y un espacio dinámico y atractivo, donde los estudiantes encuentren oportunidades para su desarrollo integral y contribuyan a resolver los problemas más importantes de nuestra era.
Rector del Instituto Universitario para el Desarrollo Productivo y Tecnológico Empresarial de la Argentina