Desafíos geopolíticos de los próximos años
El Consejo de Inteligencia de los EE.UU. es el organismo que define la visión de largo plazo sobre la cual los servicios de inteligencia y en alguna medida la administración en su conjunto perciben el futuro. Se presenta coincidiendo con el cambio de administración y plantea su visión del mundo para 2035. La complejidad de la situación llevó al documento "Tendencias globales 2035" a no definir los escenarios por región para dentro de dieciocho años, como lo hizo en los cinco documentos anteriores, optando por analizar los próximos cinco años.
Define que las regiones y países estarán sometidos a un fuerte "estrés" económico, político, social, geopolítico y ambiental. Divide al mundo en ocho regiones, que coinciden con la división de trabajo vigente en el Departamento de Estado, el Consejo de Seguridad Nacional, el Pentágono y la CIA, entre otros departamentos y agencias: Asia oriental y Sudoriental (China, India y sus áreas de influencia); Asia del Sur (India, Pakistán, Afganistán); Oriente Medio y África del Norte (mundo musulmán a Israel); África Subsahariana (Nigeria, Angola, Sudáfrica); Rusia y la mayoría de las ex repúblicas soviéticas, incluyendo Asia Central, con el concepto de Eurasia; Europa, que hoy es la UE y el Reino Unido; Norteamérica (EE.UU., Canadá y México) y Sudamérica.
La novedad respecto de los documentos anteriores es que incorpora dos regiones más: el Ártico y la Antártida por un lado y el Espacio por otro. Ello confirma la tendencia global hacia la ocupación de los lugares donde no ha llegado la soberanía nacional de los Estados. Sostiene que los cambios ambientales en el Ártico darán forma al clima global y al acceso a vías de tránsito claves durante los próximos cinco años y continuará produciendo alertas del clima cambiante. Los veranos libres de hielo probablemente permanezcan una década o más, pero un Ártico cada vez más navegable tendrá más problemas económicos y de seguridad.
El derretimiento del hielo plantea la posibilidad de rutas comerciales más cortas entre los principales bloques comerciales, facilitando exportaciones a China, Japón y Corea del Sur, a Europa y América del Norte. Un Ártico más abierto creará como problema la carencia de infraestructura para ese comercio. En recursos naturales, el clima peligroso y el hielo no amortiguarán los intereses comerciales o nacionales en sus enormes riquezas. Es la mayor área inexplorada de petróleo del mundo y podría contener 90.000 millones de barriles, 1700 billones de pies cúbicos de gas natural y 44.000 millones de barriles de gas natural líquido. Pero es improbable que se explote en los próximos cinco años, si no suben los precios del petróleo y el gas. El desarrollo minero seguirá siendo teórico sin infraestructura de transporte. Pero aumentará el acceso a la pesca por el derretimiento del hielo.
Respecto a la Antártida, dice que el derretimiento del hielo se ha frenado por la profundidad y expansión del océano Austral. Además, las capas de hielo de varios kilómetros de espesor en el Polo Sur son más resistentes que en el Ártico. Pero la rápida desintegración de la plataforma de hielo Larsen B en 2002 y el retiro en curso de la Pine Island y el glaciar Thwaites muestran cómo el hielo rápido de la periferia de la Antártida se puede perder. Se ha detectado una grieta que se desarrolla en Larsen C-Antártica, que podría generar un trozo de hielo separable del tamaño de Delaware. Se acortan las estimaciones de tiempo sobre cuándo puede suceder.
El Tratado Antártico de 1959 -que dejó en suspenso el ejercicio de la soberanía de los países que la reclaman y estableció que el continente es una reserva científica- puede ser el tratado internacional más exitoso del mundo. Pero el aumento de las actividades rusas y chinas puede generar violaciones al Tratado y un cambio de actitud en países que reclaman soberanía, como Australia, Nueva Zelanda y Noruega, de acuerdo con la visión del Consejo de Inteligencia de los EE.UU. Geopolíticamente, estas regiones han tenido un lugar destacado en las estrategias de seguridad nacional de los países más relevantes y la disminución del hielo marino aumenta oportunidades económicas.
El espacio exterior muestra importancia creciente para las grandes potencias, en cuanto a su exploración, utilización y ocupación. En materia de exploración espacial multinacional, ya hay misiones planificadas en los próximos cinco años que incluyen un viaje al Asteroide Ryugu y el aterrizaje en el lado oscuro de la Luna. A ello se agrega que avanza la comercialización del espacio. Ya no es sólo para los gobiernos. Empresas privadas como Space-X, Blue Origin y Virgen Galactic han montado sus programas para lanzar humanos al espacio. Se desarrollarán nuevos sistemas de navegación por satélite (GNSS) y se hará necesario enfrentar el problema de la basura espacial. Más de medio millón de piezas de desechos espaciales son rastreados mientras orbita la Tierra.
Ya se plantea el tema de la militarización del espacio. A medida que el espacio se vuelve más congestionado, también es más disputado. El inmenso valor estratégico y comercial de los activos del espacio exterior hará que las naciones luchen cada vez más por el acceso, uso y control del mismo. El despliegue de tecnologías diseñadas para destruir satélites podría intensificar la tensión global. Es una pregunta si los países que más navegan el espacio (EE.UU., Rusia y China) podrán acordar un código para regular eventuales conflictos.
No son cuestiones lejanas para Argentina si pensamos a futuro, ya que el país tiene intereses concretos en la Antártida y su mar continental, y es la nación de América latina con mayor desarrollo nuclear y satelital.
Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría