Dengue: no hay plata, tampoco gestión
“Russo cuenta con nuestro total apoyo porque consideramos que desempeña de manera exquisita sus labores como ministro de Salud”, sentenció el vocero de gobierno Manuel Adorni, defendiendo al titular del área, Mario Russo, en medio de la polémica por la acusación de inacción y falta de gestión en la lucha contra la epidemia de dengue, la más importante de la historia de esa enfermedad registrada hasta el momento.
Los números intranquilizan y mucho: 183.000 casos diagnosticados solo en lo que va del año, entre los más de 260.000 casos probables que notificaron las jurisdicciones. Hay especialistas, como el Dr. Roberto Debbag, que señalan que los contagios podrían superar el millón de casos, ya que la falta de diagnósticos por falta de atención o también por la escasez de reactivos hace suponer un número mayor de infectados. Hay en la actualidad 119 casos mortales registrados y se calcula que el brote de dengue es seis veces mayor al de 2023, a esta altura del año. Son indicadores preocupantes, que ponen a la población en estado de alerta.
En este contexto, no actuó el Ministerio de Salud con la celeridad que el momento reclamaba. Hasta hace un par de días no le conocíamos la voz al ministro Russo, que recién encabezó una sesión del Consejo Federal de Salud la semana pasada, en una reunión donde muchas provincias se quejaron por la quietud con que el ministerio llevaba la atención al problema. El martes se conoció un comunicado del Ministerio de Salud que ahondó la polémica, allí se destacaba la falta de seguridad en la vacuna- fue aprobada por Anmat en abril del año pasado- que sigue en fase de prueba, pero también se acusaba a los medios de comunicación de hacer lobby por los laboratorios para que el estado compre vacunas. Algo insólito.
“Desde el gobierno nacional, no se avalará que la política o los medios de comunicación sumen miedo y confusión, y se seguirá avanzando con la convicción de preservar la salud de la población. Instamos a las empresas vinculadas con la producción de vacunas a evitar presiones que pretenden apresurar decisiones que pueden poner en riesgo a los argentinos. Con esta premisa, se continuará el combate contra el dengue, basado en la evidencia científica y no en las operaciones de prensa, manteniendo contacto permanente con todos los ministros de salud de las 24 jurisdicciones, dejando de lado cualquier diferencia partidaria. Las políticas implementadas hasta el momento han tenido el consenso de todas las autoridades sanitarias del país”, señaló el texto.
Raro, son solo enunciados, pero no explica ninguna política concreta, además de que fue desmentido por algunos ministros provinciales que no fueron consultados por la redacción de este comunicado que los involucra. El ministro de Salud porteño, Fernán Quirós, dijo al respecto que el texto oficial no fue consensuado con los referentes distritales sanitarios y advirtió: “Creo que es muy importante que en estos periodos comuniquemos con claridad y precisión cómo estamos y cómo nos tenemos que cuidar”. Ni la comunicación oficial tiene carácter de política de estado consensuada.
Ahora, bien, la eficacia o no de la vacuna debe ser tratada por los mejores especialistas, los periodistas y medios de comunicación transmitimos y replicamos declaraciones de los actores políticos y sanitarios. Y el periodismo ha exhibido mayor responsabilidad que algunos diputados oficialistas, como Lilia Lemoine, que habló sobre la eficacia de la vacuna en un programa de televisión sin tener los conocimientos científicos ni académicos para hacerlo. No se deben hacer piruetas discursivas sobre temas tan sensibles como la salud de la población. Sí podemos resaltar que esta gestión de salud se limitó a culpar -y con mucha razón, eso es algo insoslayable- a la gestión del gobierno anterior, por no preparar o anticipar campañas de prevención. Pero eso no le quita responsabilidad a la falta de gestión y sentido común.
Si desde el gobierno nacional se cree que las vacunas no son aún seguras y no solucionarán el problema coyunturalmente, ¿por qué no se trabajó en garantizar la provisión de repelentes en la población? Dejó que sea una decisión del mercado, para no romper sus convicciones sobre el libre juego de la oferta y la demanda, pero olvidó que administra un estado que debe velar por la salud de la población en una situación de emergencia sanitaria: el dengue hoy lo es. Nadie responde porqué no habilitaron importaciones de repelentes para garantizar la demanda interna o porqué el estado no compró y distribuyó aerosoles y cremas repelentes entre los sectores más carenciados. Esto es responsabilidad del gobierno nacional y de las provincias. Vivimos en un país que tiene más de 20 millones de pobres, seguramente la mitad de la población total no puede comprar un repelente que cuesta entre $6000 y $15.000. La filosofía libertaria del gobierno apunta a sostener el individualismo y que cada uno se haga responsable de su suerte, pero no todos en esta sociedad parten de la misma base e igualdad de oportunidades. Ayudarlos a prevenir contagios desde el estado es una obligación. Los funcionarios no son espectadores que deben mirar como el mercado y la sociedad se arregla por su cuenta. Hasta desde el punto de vista económico –y tomando conciencia de lo antipático de esta comparación- es más caro para el estado atender cientos de miles de contagiados de dengue que intentar prevenir ese contagio. Ver todas sus acciones desde el aspecto monetario le impide al Gobierno mostrar un poco de sensibilidad: hay barrios rodeados de arroyos de agua servida donde los contagios por el mosquito transmisor proliferan. Allí deben estar juntos municipios, provincias y nación.
Los especialistas lo repiten una y otra vez: la pobreza es el principal aliado del dengue. Por eso no alcanza con culpar a las herencias recibidas. Hay que gobernar y gestionar, para eso fueron elegidos todos nuestros gobernantes.
Cuando asumió, Milei habló de un sistema de salud colapsado y de la inoperancia estatal, hasta ahora mucho no hizo su gobierno por revertir ese cuadro. En ese sentido, una de las respuestas características y preferidas de los voceros oficialistas a cualquier tipo de crítica es que “la salud depende de las provincias”. Si realmente creen eso, y van a apoyarse en ese dogma para atender los reclamos sociales, o culpar a los medios de comunicación que interpretan y transmiten las preguntas que se hace la sociedad, en un gobierno que hace un culto del cierre de dependencias ociosas y caras para el erario, vale preguntarse ¿para qué existe un Ministerio de Salud con presupuesto si en medio de una crisis sanitaria no gestiona, culpa a otros de todo y se esconde de cualquier tipo de responsabilidad?
Necesitamos de dependencias con funcionarios que se ocupen de los problemas y no que resuman su gestión a ser meros comentaristas de la realidad. Por más exquisitas que sean sus formas.