Democracia o mafias
El 21 de octubre último le decía al presidente Fernández- en una carta cofirmada con el presidente de la UCR, Alfredo Cornejo-: “el Presidente peca de ignorante eludiendo sus responsabilidades en materia de seguridad. El sur está en peligro”, alertándolo en esa misiva sobre el grave problema de indefensión de los vecinos patagónicos frente al avance de grupos violentos autodenominados mapuches.
El silencio presidencial se repite hoy ante la carta que le envié el 23 de noviembre, ahora sobre la gravísima situación del avance mafioso, sin límite, de las bandas narcocriminales en Rosario, que han agregado ataques a mansalva sobre la población indefensa, sobre comercios y en casas particulares y hasta en edificios de la justicia, con dos objetivos que se ven a simple vista.
Hacia el interior de la disputa territorial de los grupos en disputa, estas balaceras tratan de definir quién maneja la calle y los territorios. Hacia la población en general, siembran pánico y ahondan el estado permanente de temor e inseguridad, para luego pasar por los comercios a “vender protección”, como ya se ha comenzado a ver.
Rosario ha regresado a las primeras planas de los diarios nacionales e internacionales, retrotrayéndola a los años 30 del siglo pasado, cuando Juan Galiffi (Chicho grande) disputaba con Francisco Marrone (Chicho chico) el dominio de la ciudad.
Hoy, lamentablemente esta gran ciudad está indefensa, desprotegida, descuidada por el gobierno nacional.
Tengo preguntas sin respuesta, que le he realizado al Presidente y que aquí comparto y reitero al gobernante silencioso.
¿Sabe el señor Presidente que la ciudad vive asolada por estas bandas que han sobrepasado el accionar policial de la provincia y necesita urgente el auxilio coordinado de fuerzas federales con apoyo logístico de las Fuerzas Armadas, como permite la ley?
¿Por qué el Ejecutivo Nacional no arbitra los medios para el traspaso a Gendarmería Nacional de los casi 40 mil efectivos de las fuerzas armadas disponibles para reforzar esa pelea hoy desigual frente al delito?
¿Puede comprender el Presidente el drama del pueblo rosarino que, de seguir desangrándose, puede tomar el camino del éxodo, con las dolorosas consecuencias sociales, económicas y de impacto en el espíritu y el corazón rosarino a causa del desarraigo y la certeza de la desprotección a la que el Estado los arroja?
¿Le cuesta comprender al presidente Fernández, por las ataduras “zaffaronianas” que le impone el mundo K, que los mafiosos presos deben ser aislados en sus lugares de encierro para cortar de manera definitiva el manejo de los negocios ilegales y la violencia?
¿Nada piensa sobre los aberrantes dichos de Ariel Cantero frente al tribunal que lo juzga, que su profesión es ‘contratar sicarios para balear jueces’?
¿Cómo elude el Presidente lo obvio de los desastres en el sur causados por bandas terroristas que desconocen al Estado argentino y cuentan con la mirada benevolente de funcionarios Estatales responsables de la política del sector desde el INAI (Instituto Nacional de Asuntos Indígenas) y en el drama de Rosario donde los atronadores sonidos de las balaceras, no hacen mella en los oídos presidenciales?
¿Hay en el ánimo presidencial una peligrosa confusión de sus responsabilidades, cuando opina sobre el ataque incendiario a Clarín, eludiendo su papel institucional?
Estamos al límite y la democracia debe y merece ser defendida en todos los planos. Las fuerzas políticas con representación parlamentaria tienen un papel en este momento para dar con firmeza un mensaje claro, contundente y definitivo. O paramos el avance del delito y recomponemos los derechos ciudadanos más allá de la parálisis del gobierno nacional, o nuestro país quedará a la deriva, sujeto a las leyes de las mafias que asolan a ciudadanos honestos, trabajadores, abandonados a su suerte en medio de las balaceras que deciden su presente y ahogan su futuro.
No seré cómplice de esta agonía nacional. Pero la tarea no debe ser encarada en forma individual, necesita del concurso de los demócratas que hay en cada rincón de la vida política argentina. Como en pocas oportunidades en democracia, hoy estamos en peligro y llamados a actuar.
Presidenta Pro nacional