Democracia en rojo para Venezuela
El uso abusivo del poder estatal hacia los medios en el régimen chavista pone bajo nueva luz el debate sobre el autoritarismo en ese país y en la región
Nunca habrá coincidencia plena sobre lo que es una democracia, pero en Venezuela esa discusión llegó al límite. En las más importantes ciudades del país se vive ese debate en las calles y plazas, y uno de los ejes por los que el país está dividido es sobre cuál es el rol del periodismo.
Por eso, es importante limpiar la polvareda y analizar en frío lo que realmente pasó con la libertad periodística en este ciclo político que empezó en 1999. Para eso se editó Saldo en rojo. Comunicaciones y cultura en la era bolivariana (Caracas, 2013), libro colectivo coordinado por Marcelino Bisbal, y en el que participaron varios de los principales académicos de la comunicación venezolana, ciencia de una tradición enorme en ese país.
A partir de ese libro, hice una lista de los abusos y excesos en el campo mediático: violencia de "baja intensidad" hacia periodistas y medios; bloqueo de acceso a la información pública, a los funcionarios, a instituciones o a documentos; presiones para sacar periodistas de televisión y de diarios; acusación pública a medios con amenazas de sanción, varias veces efectivizada; grandes multas a diarios y emisoras.
Además, no se renovó la licencia del principal canal de televisión abierta (RCTV) y ese espacio fue cedido a una emisora oficial; tras las presiones, el otro canal histórico de la televisión abierta silenció su trabajo periodístico; casi una decena de periodistas fueron encarcelados y varios exiliados; el principal canal de cable fue hostigado durante todo el ciclo desde la calle, las oficinas estatales y sus micrófonos, hasta que implosionaron sus accionistas; treinta y dos emisoras de radio no chavistas fueron sacadas del aire por supuesto incumplimiento de la ley de telecomunicaciones, lo que se llamó el "radiocidio".
En conclusión, el balance dice que la estrategia chavista fue provocar un apagón informativo en la televisión y la radio, mientras que para la prensa escrita se consolidó una estructura de asfixia y acoso, pero que no llega a cerrar esas voces.
Impunidad estructural
Durante un año colaboré con el Instituto de Prensa y Sociedad, de Caracas, en la creación de una matriz para monitorear la libertad periodística. Ese trabajo y sus primeros resultados fueron publicados en La violencia que calla. La libertad de prensa en Venezuela, 2010-2011 (Caracas, 2012). Esa organización tiene corresponsales en todos los estados y es la referente en ese tema.
Repasé esa matriz y me detuve en la categoría "uso abusivo del poder estatal". Allí queda delineado el comportamiento del Estado chavista: discursos oficiales injuriosos, discriminación publicitaria, apoyo estatal a medios privados que agravian a medios y periodistas críticos, ninguneo en los medios estatales a los sectores no chavistas, falta de apoyo oficial a medios comunitarios por no ser chavistas, gestión arbitraria de la autoridad regulatoria de los medios audiovisuales, utilización de las agencias impositivas para cercar a medios críticos, y uso de las regulaciones cambiarias y aduaneras para afectar la importación de insumos críticos de los medios. Por último, todos estos abusos son ratificados por la inacción del Poder Judicial, que consagra la impunidad estructural que los hace posibles.
Después de las guerrillas comunicacionales, que realizaban formaciones de uniforme, ahora el último hit burocrático es el Sibci (Sistema Bolivariano de Comunicación e Información), que centraliza los esfuerzos para defender al gobierno y cuenta con "unidades de comunicación de calle".
El investigador Andrés Cañizález dice que su país es un modelo "mixto-autoritario", donde el periodismo "no es libre". Todos sabemos lo que es una dictadura y Venezuela no es una dictadura. Pero sabemos que en democracia abundan comportamientos autoritarios que la debilitan y desfiguran. Y ese caballo de Troya autoritario no es un partido político ni un proyecto de transformación social, sino un estilo y una práctica de abuso de poder, que puede ser de derecha, de izquierda o de centro.
Creer que en América latina el autoritarismo construye democracia es haber estado dos siglos mirando para otro lado, y es la dificultad principal para construirla.
El autor es profesor de Periodismo y Democracia en la Universidad Austral. Su último libro es Guerras mediáticas (Sudamericana)