Deme dos
“Deme dos”. “Paraguas de Taiwán”. “Un peso, un dólar”. Para muchísimos argentinos, la repetida experiencia del dólar barato. Una de sus principales consecuencias: de clase media para arriba, viajar al exterior se transformó en un aspiracional difícil de resistir ante la menor posibilidad. O no tan menor.
Datos que ilustran: el fin de semana pasado, hospedarse en Chascomús en una habitación doble podía costar desde $60.000 por noche en un bed & breakfast, $90.000 en un antiguo hotel boutique muy bien reciclado hasta $120.000 en un lugar más sofisticado. Convertidos a dólares CCL, esos valores van de 54 a 108 billetes verdes.
Para el primer fin de semana de diciembre, los precios en Río de Janeiro oscilan entre 50 y 160 dólares. Con todo respeto por nuestra laguna insignia, estamos hablando de hoteles a unas dos o tres cuadras de la playa en Copacabana, o incluso frente al mar en la opción más cara, y en la mayoría de los casos con pileta. Estos precios aún no absorbieron la devaluación de ayer. Hace 15 días, en un hotel correcto de Pocitos, en Montevideo, la habitación triple costaba US$60 por noche. ¿La culpa es de los hoteleros de aquí? Más bien, eso se llama atraso cambiario e inflación: Brasil, 4,7%; Uruguay, 5%. Anual.