Deme dos
“Tuvimos cinco presidentes en una semana y resulta que ahora tenemos dos al mismo tiempo.” (Dicho al pasar… o muy a pesar.)
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Cuánta dureza, qué desproporción la caterva de críticas contra Alberto Fernández y su entorno político (aclaración: no decimos partido ni frente porque no nos consta que siga funcionando como tal). ¿Acaso no hay en el mundo gobiernos que cometan errores? Está bien. Los cometen de manera espaciada, pero, contrariamente a lo que se cree, esa pausa extendida entre brulote y brulote no hace más que perjudicar a los gobiernos porque la gente tiene más tiempo para pensar en cada pifiada y reclamarles que enderecen el rumbo y dejen de hacer papelones.
En cambio, nosotros no terminamos de asimilar un bochorno que ya viene otro. Las críticas de hoy, mañana son muy viejas o, peor aún, ya nadie las recuerda. Exponerlas resulta un gasto tremendo de energía ciudadana que, para colmo, no parece hacer mella en la dirigencia política.
Pregúntenle a Manzur si le dolió que lo liquidaran en las redes por haber creado una Subsecretaría de Resiliencia para cambiar el humor social. Listo. Dio marcha atrás y a otra cosa mariposa.
Tampoco a Cafierito lo afectaron las burlas que recibió por balbucear en el Brutish English con que habla el querido Gaturro, de Nik, o mucho antes el Ramoncito del Buenos Aires Herald.
Ni qué decir Alberto, a quien tras anunciar la “guerra contra la inflación”, tuiteros de lo más diversos escribieron frases como “qué rápido que se van los años. Pasaron casi dos y medio y no tuviste tiempo de hacer nada”; “al Presidente lo asesora un sádico”, o “¿alguien sabe cuándo asume Alberto?, porque fui al supermercado y Macri sigue aumentando todo”.
¿Qué hizo Alberto tras esas críticas? Prefirió caer de sopetón en una clase de Aquagym aplaudiendo al son de la música con la que se ejercitaban señoras jubiladas que lo celebraran extasiadas. Y otra vez la sorna en redes sociales: “¿Estás bien Alberto?”; “si te están obligando, hacé una seña”; “¿están aplaudiendo porque te perdiste?”; “Fernando de la Rúa estaba mil veces más lúcido cuando lo tumbaron”; “estamos a diez minutos de que Cristina nos tire un: ‘Es TU gobierno; yo no lo voté’”, o “las producciones de la jefa son de mejor nivel”.
A propósito de esto último, también hubo insidia para con la vicepresidenta por el exceso de protagonismo que mostró en el video de los destrozos que una runfla de inadaptados había provocado en su despacho del Senado.
Demasiados frentes abiertos para el ciudadano común. Demasiada gente metiendo la pata. Mucho cacique llamando la atención. “Tuvimos cinco presidentes en una semana y resulta que ahora tenemos dos al mismo tiempo”, dijo un conocido revoleando el celular porque ya no le alcanzaban ni el tiempo ni las manos para comentar la realidad.