Demasiado tarde para una reconciliación, Alberto y Cristina ya la pudrieron
“Se juntaron nuestro presidente y nuestra vicepresidenta, y no se juntaron para pudrirla”, sostuvo el martes pasado el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, cuando inauguró la iluminación de la Autopista Ricchieri. Luego agregó: “Si se juntaron es porque están convencidos lo que está en juego en la Argentina”.
Esta es, hasta ahora, la única explicación oficial, o al menos ofrecida por un funcionario del gabinete, de la reunión entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner. En un país normal no sería noticia que el Presidente cene con su vice y que hablen de los problemas del país, mucho más cuando estamos atravesando una crisis a una velocidad extrema y que aún no muestra su línea de llegada, por lo que nadie se anima a vaticinar hasta donde puede dañarnos. Para llegar a esa conclusión vale analizar los resultados que dejaron otras crisis en el país, como la desatada por la hiperinflación de 1989, a la que ingresamos con un 10% de pobreza y superamos en breve el 50%. Luego, cuando la economía se acomodó, un poco ficticiamente a la convertibilidad, esa pobreza bajó hasta un 25%, un piso que nunca más la economía pudo perforar. A la crisis de 2001/2002 ingresamos con un 30% de pobres y también superamos inmediatamente el 50%, cuando la economía se recuperó y se reestructuró la deuda, y se recuperó la confianza en el sistema bancario, este indicador bajó a un oscilante 25% o 30%, de acuerdo a los distintos momentos. Pero esta es la primera crisis económica y política, con alta inflación, endeudamiento, carencia de combustibles esenciales como el gasoil, desconfianza y falta de credibilidad en el gobierno, con una devaluación que golpea la puerta de la realidad cada día más fuerte, a la que ingresamos con más del 40% en situación de pobreza y un 10% de argentinos sumidos en la indigencia. Será por esto que salir de esta crisis podrá costar más, pero como sucedió en las anteriores, ésta puede dejar a la mitad de la población fuera del sistema formal de la economía por muchos años.
Cristina y el peronismo saben esto y entienden que la ayuda social será imprescindible, por eso no es gratis la pelea por el manejo de los planes sociales. En los últimos días la verdadera disputa política en el Frente de Todos es por el manejo de la ayuda social. Cristina insiste en correr a las Organizaciones Sociales del gobierno y quitarles ese poder que hoy tienen, Alberto resiste, esas agrupaciones representan su único sostén político una vez que fueron eyectados de su gabinete sus principales ministros. Los gobernadores e intendentes peronistas también se reunieron para organizar ese pedido, además de un plan antiinflacionario y el abastecimiento de gasoil, pero también le apuntaron al manejo de los planes. Todo el oficialismo está detrás de esa lucha por la tutela de la ayuda social porque saben que la crisis ya está presente en su formato más agudo, que la inflación se va a llevar puesta a varias pymes y emprendimientos, que el futuro inmediato será peor, todo eso en vísperas de un año electoral, por lo que el manejo de la política social más que un acto reparador también terminará siendo una herramienta política que, en manos del peronismo, siempre fue eficaz electoralmente.
Lo asombroso es que ninguno de los actores que se disputan el manejo de ayuda social, financiado con dinero público, está pensando en generar la condiciones para crear un solo puesto de trabajo en el sector privado. Al contrario, debaten y se entusiasman con moratorias jubilatorias, salarios universales, planes que potencian el no trabajo, sin estudiar profundamente sus posibilidades reales de financiamiento, mientras especulan en crear y aumentar más impuestos, entrando así en un círculo infectado que le quita y frustra al que produce y puede generar empleo, pero parece que, ante la urgencia electoral, no redundaría en logros efectivos ocuparse de ellos ahora. El clientelismo y el uso de la política social para sostener el voto cautivo parece ser la única esperanza que concibe el oficialismo con vistas al año próximo.
En ese sentido, la designación en economía de Silvina Batakis apuntala a Daniel Scioli con vistas a 2023 y posterga a Sergio Massa. La idea de que Scioli sea candidato a presidente está firme en el kirchnerismo, porque ordena el frente interno ya que también es aceptado por varios gobernadores. “Daniel puede salir a la cancha con el discurso de que fue el quien advirtió que Macri nos iba a endeudar y dejarnos la herencia que nos dejó que, junto a la pandemia y la guerra, no nos permitió escapar de la crisis en la que estamos”, cuenta un entusiasmado legislador que responde a Cristina. Sergio Massa, en cambio, se siente relegado, siempre creyó ser parte de las tres cabezas que conformaron el FDT, junto al Presidente y la vice. Alberto también creía eso, Cristina no.
Con el riesgo país que se acercó a los 2700 puntos, algunos economistas comenzaron a especular con una inflación más cercana al 10% que al 5% para julio, es que estamos ante un escenario de remarcación de precios acelerada con algunos productos que aumentaron hasta un 75% en la última semana. Además, faltan precios de referencia, la falta de gasoil contribuye a que muchos productos se encarezcan o falten en las góndolas o mostradores de las 280.000 bocas de expendio que tiene el país, la imposibilidad de importar materias primas para producción afectó hasta a los productores de alimentos para mascotas que podrían comenzar a faltar en 60 días, y puede ser peor aún ya que podrían comenzar a faltar productos indispensables, incluso drogas para tratamientos médicos, entre otras malas noticias que nos presenta el ingreso al tramo más duro de la crisis. Mientras todo esto sucede en el Frente de Todos disputan poder en otra cancha y tienen otras prioridades que solucionarle los problemas a la gente, como privilegiar en el Senado el tratamiento de la reforma de la Corte Suprema de Justicia.
Pero la pelea de fondo se da en otro lado. Al kirchnerismo, sobre todo a La Cámpora, le molesta la disputa territorial con el Movimiento Evita. El lanzamiento de Patricia Cubría, esposa del dirigente social Emilio Pérsico, como candidata a intendenta en La Matanza, desafiando al leal Fernando Espinoza, los pone en estado de alerta y dispuestos a limar a esa organización social restándole poder y manejo. Luis D´Elía no tuvo empacho en arremeter contra Cristina Kirchner señalando que “Las brujas no existen, pero que las hay las hay. En momentos que Cristina Kirchner arremete contra los movimientos sociales un juzgado de San Martín desata una ola de allanamientos contra la Corriente Clasista y Combativa en todo el país”. No fue la única queja, desde el Movimiento Barrios de Pie se quejan de las auditorias constantes a las que son sometidos por no responder al kirchnerismo y señalan que “con las agrupaciones afines son más permisivos y hasta hacen la vista gorda con esos controles”.
Todo este delicado escenario económico y social, con el agregado de distintos conflictos en marcha, como el campo dispuesto a plantar lucha luego del paro del próximo 13 de julio, con la posibilidad creciente de que la CGT organice una marcha de protesta para el próximo mes, sumado a la pelea que involucra a los Movimientos Sociales con capacidad de movilización, hace que comience a crecer la sospecha de que podamos enfrentarnos a un agosto convulsionado en el conurbano y en las principales ciudades del país.
Llegan tarde las advertencias y los mensajes calmos sobre Alberto y Cristina dispuestos a no “pudrirla”, porque lamentablemente ya la pudrieron y hoy solo se conforman en buscar y disputarse los caminos que le permitan sacar algún rédito político cuando el país comience a transitar, quizás, la peor de sus crisis.